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28 julio 2006

Historia de una cornada


Confirmo lo que dicen los toreros que las “cornás” que más duelen son las que te da la vida.. La de un toro ni la sientes. Yo no sentí cuando el novillo me metió el pitón en el muslo y menos cuando me lanzó por los aires, casi dos metros. Tampoco cuando caí al callejón. Sólo recuerdo que lo vi pasar por encima de mí, diciéndome que no bajara la pata porque me podría destrozar la cara. Porque no era consciente de que llevaba una cornada y no me preocupé. Me levanté y un señor del público me mandó a mi burladero. Ni siquiera me dejó coger una tapita de la cámara que se me cayó, pero la recuperé camino de la enfermería. Ya en mi burladero me reencontré con mi amiga y novillera Puri. Enseguida llegaron Juan Bernal (fotógrafo-aficionado taurino) y Enrique Martínez “Chapurras” (torero). Vinieron a preocuparse por mí. Les decía que me pasaba nada que estaba bien o es que acaso no me veían. Me obligaron a dame la vuelta, a lo que yo me negaba. Al final lo consiguieron y fue cuando me vieron la “corná”. También estaba allí José Luis Fernández (mozo de espadas de Antonio Sánchez Puerto), mi compañera Alicia Ureña y no me puedo olvidar de la novillera Purificación Arévalo, que la pobre fue la que peor lo pasó. Menudo susto le di y que mal rato les hice pasar, por meterme a torera sin tener el traje adecuado, ni los trastos idóneos. Había más gente pero no la nombro porque no sé sus nombres, aunque me encantaría saberlos.

Una vez que me vieron la cornada me tuvieron que volver a obligar a ir a la enfermería porque me seguía negando. Me vi la cornada, un agujero y carne colgando, pero aún así seguía diciendo que no era nada, que no me movía de allí. Me tuvieron que coger para hacerme andar. Chapurras en ningún momento me soltó, hasta que no me dejó en la UVI móvil a la custodia de los médicos. Lo mismo pasó cuando intentaron cogerme en volandas, me negué en rotundo, porque podía andar.

Aún así, corneada, una vez más me tuvieron que obligar a hacer algo que no quería. Mientras que el cirujano me estaba cosiendo la herida, le pregunté si podía volver a entrar para continuar con mi trabajo. Me lo prohibió, mandándome al Hospital General de Ciudad Real. Una vez más mis intentos por continuar haciendo mi trabajos se vieron frustradas y tuve que obedecer.

Ahora en lo único que pienso es en volver al burladero de prensa cuanto antes. Este sábado a ser posible. Ojalá pueda porque me encuentro fenomenal y la herida va evolucionando favorablemente.

Desde esta Giraldilla quiero agradecer el interés de todas las personas que me han llamado. Nombrarlas una a una es imposible, porque no terminaría y alguno se me quedaría en el tintero. Pero sí puedo decir que me han llamado: toreros, novilleros, banderilleros, picadores, alumnos, profesores y directivos de la Escuela Taurina de Ciudad Real, apoderados, ganaderos, padres, madres y novias de toreros, mozos de espadas. En resumidas cuentas todos o casi todos los palos del mundo taurino. No me puedo olvidar de compañeros, aficionados, amigos y sobre todo familiares. Y en especial, me van a permitir esta licencia de nombrar a Rafael Ruiz Ruiz, cirujano jefe de la Plaza de Toros de Ciudad Real, por el interés que está mostrando por mi herida. Mi bautizo de sangre como se dice en el argot taurino.

También hay otra persona muy especial para mí, por lo gran torero que es y lo buena gente, que todos los días me está llamando preguntando por mi estado, y no es otro que Antonio Sánchez Puerto. Al igual que lo hacen Alicia Ureña, Graci Rivera y Antonio Espadas. Tampoco quiero olvidarme de mis padres y hermanos que menudo susto les he vuelto a plantar al nacer por tercera vez. GRACIAS DE CORAZÓN.