Los toreros tienen unas cualidades fuera de lo normal. Parece que no son humanos que pertenecen a otro planeta. Sobre todo cuando reciben una cornada y siguen sin inmutarse. Una cornada no es una herida normal, puesto que no se trata de un corte limpio sino de un corte con varias trayectorias. Unas de más gravedad que otras. Es cierto que cuando son cogidos no lo notan pero luego empiezan a percibir la herida que tienen.
Carlos Escolar "Frascuelo" ha demostrado en el coso de Pastrana un pundonor envidiable. Cuando fue prendido en la pantorrilla tras pedir el cambio de tercio. El toro hizo hilo con él. El parte médico decía: "Herida inciso contusa de 15 cms con afectación muscular y dos trayectorias de 10 y 8 cms sin afectación neurovascular. Pronóstico menos grave salvo complicaciones. Trasladado al hospital Universitario de Getafe".
Con esta cornada toreó su toro. De la pierna se veía como manaba la sangre de esa herida. Pero aún así con un torniquete toreó. La honestidad de este maestro es ejemplar. Algunos toreros no habrían aguantado y le hubieran dejado a sus compañeros la labores de matar al toro. Pero Frascuelo, quiso ser él quien le diera muerte. Como premio recibió una oreja. Un toreo con aroma fue el que dejó impreso en el albero alcarreño.
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