Pocas son las ganaderías en las que se sigue con la tradición de herrar a mano. Lo más normal y rápido es hacerlo con el cajón pero en la finca “Los Jarales” se sigue herrando a la antigua usanza.
Hasta la finca “Los Jarales”, en el término municipal de Terrinches, nos desplazamos para vivir un día de campo y disfrutar de una de las faenas más tradición que allí se desarrollan; un herradero a la antigua usanza. Todavía quedan románticos que continuan con una tradición de antaño. Lo usual, en los tiempos que corren es hacerlo con el cajón.
Entre sesenta y setenta personas se acercan a la ganadería de Herederos de Clemente Parra, C.B. invitados por los ganaderos. Van a ayudar en el herradero. Tanto de Ciudad Real como de Jaén y Albacete hay gente que disfruta con esta labor de campo.
El ritual de marcar los becerros a fuego comienza. Primero lo hacen con los mayores, utilizando el cajón de herrar, para posteriormente disfrutar del herradero a la antigua usanza. Los animales esperan en un corral impacientes por saber lo que les deparará el futuro. Los han separado de sus madres y les han privado de la libertad que tenían en el campo.
Los hierros candentes están preparados para hundirse en los lomos del becerro. Un humo blanco hondea el horizonte. El bramido del animal es sonoro al sentir en su cuerpo el calor del hierro. El aire huele a pelo chamuscado. Es parte del ritual, parte de la identidad del añojo. Al año de vida es cuando se realiza. Es importante empezar a contar en la ganadería. A formar parte de ella.
A cuerpo limpio
En un chiquero cubierto de paja, para hacer más fácil la labor, van saliendo por la puerta los becerros. Clemente y David Parra junto a los mayorales y el grupo de vaqueros aguardan para cogerlos uno a uno a cuerpo limpio, inmovilizarlos y marcarlos. Cuatro son las marcas con las que se hierra al animal. En el muslo se pone el hierro identificativo de la ganadería. En el anca el de la Agrupación. En el costado el número y en la paletilla el Guarismo.
Este año han herrado menos animales a los que están acostumbrados. Han sido un total de cincuenta, entre machos y hembras. Según nos comenta el ganadero, Clemente Parra: “la sequía que hubo hace dos años se ha notado, puesto que al no haber alimento en el campo no se han cubierto las vacas. El año pasado no parieron las vacas, sin embargo este año están pariendo todas”. Todos los años suelen herrar 60 hembras y 60 machos, una buena producción.
Tres sementales son los que se encargan de que las 250 vacas que pastan en “Los Jarales” estén cubiertas y continue la descendencia. Hace poco se le ha muerto su semental más querido “Colombiano”. Tenía 14 años y daba muy buenos productos. Pero ha dejado un buen heredero “Pinturero”, un cuatreño que este año ha empezado a padrear. Ojalá que toda su descendencia salga como sus progenitores.
Los otros sementales tienen procedencia Juan Pablo Jiménez Pasquau y Enrique Jiménez, Villamarta.
El objetivo de Clemente Parra es que su ganado “sea bueno. Que vayan al caballo y a la muleta como nos gusta”. Continúa comentando: “es muy difícil conseguir el objetivo marcado, porque cuando más contento estás, te sale un toro que no te gusta. No te puedes explicar porque ha sucedido, la naturaleza es así. A lo mejor echas al novillo con la mejor confianza del mundo y resulta que ha salido a su bisabuela”.
Suelen lidiar una novillada o dos de utreros, puesto que lo demás lo lidian como erales. En festejos populares también participan llevando vacas.
50 años en la Asociación
Este año se conmemoran cincuenta años desde que el abuelo de Clemente Parra se inscribiera en la Asociación de Ganaderos de Reses Bravas. Por ese motivo les entregarán una placa. Una ganadería que ha pasado de padres a hijos. De su abuelo pasó a su padre y ahora a él, que junto a su hermano David la llevan, aunque este último se dedique más al tema empresarial.
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