El domingo se disfrutó de un tentadero muy interesante por parte de los alumnos de la Escuela Taurina en la finca La Rinconada propiedad de la familia Víctor Frías. Las becerras se dejaron torear por los pupilos de Calatraveño.
Siguiendo con su preparación, los alumnos de la Escuela Taurina de Ciudad Real se desplazaron hasta el término municipal de Villamanrique, para tentar en la finca La Rinconada.
Acompañados de su director Calatraveño y su profesor Moreno Alcázar los alumnos se colocaron en los burladeros correspondientes para salir según el orden de antigüedad. El primero que probó a la vaca fue Miguel Gálvez seguido de “Farruquito” y “Parri”. Las ganas de los chavales por volver a ponerse delante de una becerra se notaban desde que salieron de Ciudad Real, durante el viaje las ilusiones iban creciendo. Pensaban en la faena que le podían realizar a la vaca que saliera por chiqueros. Aunque claro no siempre los animales suelen colaborar con los toreros, pero esta vez si que lo hicieron. Destacando la que salió en segundo lugar. “Santanderina II” fue extraordinaria en todos los tercios con una gran calidad que seguro transmitirá a su descendencia puesto que aprobó con nota muy alta el examen de sangre.
Con “Santanderina II” todos los alumnos disfrutaron incluso los profesores salieron a darle algún pase. Rubén Aparicio (conocido anteriormente como Rubén Moya) fue el que la paró y la toreó en primer lugar continuando Carlos Friginal, Antonio Moreno, Juan José, Alberto, estos dos últimos de Almagro siendo la primera vez que tentaban con la Escuela, puesto que han entrado hace poco, al igual que su compañero Jesús de su mismo pueblo y César de Miguelturra.
Diego “Gutiérrez Mora” y Farruquito también provaron la embestida de esa buena vaca. Hay que darle la enhorabuena a los ganaderos por criar animales tan excepcionales para que continué la tradición taurina.
El representante de la ganadería José Luis Víctor Frías está encantado con ayudar a la Escuela por eso el sábado les ofreció cuatro vacas para que las tentaran sus alumnos, animándose en la última becerra a darle algunos pases, contagiado por lo que estaba sucediendo en el albero de su placita de tientas.
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