A UNA FAENA PARA EL RECUERDO
Domingo, 2 de septiembre de 2007
Del chiquero de la plaza de Daimiel
irrumpe al ruedo el segundo de la tarde.
Un “victorino” negro… ¡El tendido arde
y le quema el alma al torero Luis Miguel!
¡Una!. ¡Dos! ¡Tres verónicas de cartel!.
Ceñida y pinturera media que es un lujo.
Todo un cuadro, ¡Dios Santo!, un dibujo
salido del embrujo de su mágico pincel
El belfo del toro se dilata, besa el suelo
codicioso y fiero por la movediza arena
en pos de la muleta o magia de su vuelo.
El torero, dúctil junco de airosa, mítica melena,
olvida su cuerpo: todo anhelo de un ralentí de faena,
quebrada la cintura, su levítica figura eleva al cielo.
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