Buenas noches, Raquelilla,
tan pegadita a la silla
de tu ordenador...
¿Por qué tan enamorada
de tal comunicación;
principio, fin y morada,
cibernética canción
de tu juventud dorada...?
En mis tiempos juveniles
eran nuestros correveidiles
de distinta condición:
tiempos de ocupar el tiempo
con aquel comunicar
---siempre en vivo y en directo---
buscando novia al azar
en los bailes de salón...
(¿Parejas...? ¡A mogollón...!)
Y, ¡si tú supieras, Raquel,
qué reiterado sonar aquél...:
mil y una..., y otra vez
el mismo son musical...!
¡Qué tocar y repetir
con deleitoso placer...;
repetir y repetir
--y así te lo he de decir--
los pasodobles toreros
“Franciscoalegres y oles”
y alegres “Pepes Romeros”...!
De El Viejo Mayoral.
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