Segundo festejo del Certamen Puerta Grande en el que el ganado vuelve a ser la tónica discordante. Dos toros devuelto y el resto sin casi posibilidades para el lucimiento, tan sólo el quinto tuvo un poco más de transmisión.
Ganadería:
cinco ejemplares de Manuel Ángel Millares y uno (4º) de Espantalobos, de juego desigual
Jesús Romero:
palmas y silencio
Eugenio de Mora:
dos orejas y dos orejas
Luis Miguel Vázquez:
silencio y silencio tras aviso
Destacar:
Antoñares en el quinto astado en la brega y a Félix Jesús Rodríguez pareando al sexto
Incidencias:
La plaza registro media plaza
El claro triunfador del festejo fue el toledano Eugenio de Mora que consiguió cortar cuatro orejas, alguna de ellas excesivas. En el primero de su lote está claro que consiguió hacerse con el toro en los medios pero aún así los enganchones en la muleta fueron varios y toreó a media altura. La suerte suprema fue vital para el corte de apéndices.
Sin embargo, en el quinto sí que fueron más merecidas, consiguió una tanda muy buena por el pitón izquierdo, el gran pitón del toro, aunque con el capote se colara y fuera mejor para los inicios el derecho. Otra buena estocada y dos orejas más para su esportón y el asegurarse el pase a la semifinal.
A los corrales
A Jesús Romero le devolvieron los dos astados de su lote por calambres, pero de haber aguantado un poco más se hubiera visto mejor juego por lo menos en el primero de ellos, que cuando llegó a toriles ya le había desaparecido el calambre. El que hizo primero bis enseguida cantó la gallina y poco pudo hacer Romero, lo intentó por ambos pitones pero ante un toro así hay que abreviar. Por contra en el cuarto bis tuvo que basar su faena en la mano izquierda. Acusó la falta de oficio. De ambas faenas se pueden destacar sus lances a la verónica bien asentadas las plantas.
Inédito
Por su parte Luis Miguel Vázquez quedó inédito en su primero al romperse el pitón por la cepa el astado. Tuvo que abreviar la faena ante un animal con nulas cualidades.
Lo mejor de la tarde con el capote lo realizó Vázquez en el sexto, verónicas con empaque, cargando la suerte. Buenas también fueron las tandas de comienzo ante un animal con mucho peligro que había que hacerle un trasteo muy por bajo. En mitad de la faena fue cogido el diestro. Todo lo realizado anteriormente perdió su mérito al fallar con la espada en repetidas ocasiones.
Por Prado Dorado
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