Una de las labores de campo más importantes son los herraderos. En ellos se hierran tanto a los becerros como las becerras. Se les pone el sello de identidad. A partir de aquí es cuando empiezan a contar en la ganadería.
Allá por los años ochenta fue cuando los ganaderos de Víctor y Marín herraron un becerro con el número 100. Fue en el siglo pasado. Parece muy lejano en el tiempo, pero tan solo han pasado veintitantos años desde que herraron ese número 100. En 2008 se ha vuelto a repetir la historia. Un becerro con el guarismo 7, lleva en su costillar ese número tan importante para los ganaderos de Pinos Bajos.
No es que el año pasado nacieran cien machos. Tan sólo han sido cincuenta y dos. Una cifra importante en una ganadería modesta. La forma de herrar en la ganadería de Víctor y Marín es alternativa. Un año hierran del 1 al 50, si tienen menos pues no pasa nada, el problema vendría al año siguiente, que ya no podrían empezar con el número 50. Puesto para que los números en los becerros no se repitan de un año a otro lo hacen así. Por lo tanto, tan sólo se repiten cada dos años, según nos explicaba Felipe Lasanta, uno de los propietarios de la vacada fernanduca. Junto a su primo José Luis Marín se encargan de llevar la ganadería que perteneció a sus progenitores en su día.
El día del herradero todos los miembros de la familia arriman el hombro, para echar una mano. Incluso amigos de la familia se acercan a la finca para ayudar en esta labor de campo tan bonita. Cada uno sabe muy bien el lugar que tiene que ocupar. Unos están en los corrales controlando el ganado, otro en la puerta para dar paso a los animales. En la boca de manga hay otras dos personas, una se encarga de que lleguen a su destino y la otra, de cortarle el paso al becerro para que no se vuelva para atrás. Encima del cajón, esta la persona encargada de darle acceso al cajón. Una vez que está dentro hasta que no se calma no se le engancha con las cadenas para poder realizar la labor con más tranquilidad. Varias personas tienen que estar pendientes de los hierros, tanto el que los calienta como los que los ponen. Debe dar el número para el costillar, el del guarismo que es el mismo, la marca de la ganadería y la de la Unión en este caso.
Las hembras
La numeración en las becerras es totalmente diferente. Aquí se suele seguir un orden. Si el año anterior se ha herrado la última vaca con el número 650, pues al siguiente se comienza con el 651 en adelante.
El no repetir número en las vacas es porque como muchas se quedan para ser madres de la ganadería. Sería un lío tener a dos o tres hembras que coincidieran, aunque no tuvieran la misma edad. Cuando lleguen a herrar la número 1.000 será cuando comiencen de nuevo con el número 1. Así es como funciona cada ganadería. Cada uno lleva su orden a la hora de identificar a las crías. Una vez herradas algunas vuelven con las madres y otras van al campo, para ir acostumbrándose a manejarse solas. Pero esas son las becerras con más edad.
La labor del veterinario
Otra de las funciones importantes en los herraderos es poner las vacunas y desparasitar al ganado. Durante estas labores está presente un veterinario, que es como si fuera un notario, porque es el encargado de levantar acta en el mismo. Refleja en su hoja la correspondencia entre el crotal y el número con el que se le ha marcado.
En el año 2007 la paridera fue muy buena en la finca de Pinos Bajos. En total ciento veinte ejemplares entre machos y hembras.
El becerro herrado con el número 102 le echarán el palo los ganaderos puesto que tiene buena reata y quieren probarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario