A las doce de la mañana, hora en la que se suele hacer el sorteo en las plazas de toros, cuando hay corrida, ha sido la hora elegida para que se esparzan en el albero del coso manchego las cenizas de Ramón Lorente. El encargado de cumplir su última voluntad ha sido su yerno, el también picador Juan Charcos, que quiso esparcirlas donde él mismo picó el toro de la corrida concurso del pasado 16 de agosto. Posteriormente fueron los hijos de Lorente quienes también dejarían constancia de la última voluntad de su padre.
Mi sincero pesar a toda la familia. (Mención para Juán Charco, a quien únicamente conozco). Con Ramón hablé muchas veces, y de él mantenía, mantengo y mantendré, el amable recuerdo de todas ellas.
ResponderEliminarDESCANSE EN PAZ