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17 noviembre 2008

“Soy un enamorado del toro y de la perfección”

Ha pasado ya una década desde que Aníbal Ruiz se doctorada en tauromaquía. Un año díficil el del 98 pero más aún ha sido el presente, donde se ha vuelto a encontrar con la cruz del toreo, que no es otra que las cornadas. Pero ha sabido reponerse a ellas con mucha fuerza de voluntad.
Una vez que la temporada ha llegado a su fin, el torero tiene la mente puesta en la próxima. En esta profesión no se puede uno tomar un descanso, y eso bien lo sabe Aníbal Ruiz. El 2008 ha sido un año muy importante para él, donde se cumplían los diez años de su alternativa, por ello ha recibido el reconocimiento de la mayoría de peñas de la provincia, en especial de todas las de Ciudad Real, un detalle que no olvidará por el mérito que tienen que a uno mismo lo reconozcan sin ser figura del toreo. Pero tal vez no lo es en el escalafón superior, pero para sus paisanos sí que lo es.

—Una temporada más que ha escrito una nueva página en tu historia taurina, y este año con el aliciente de celebrarse el décimo aniversario de tu doctorado, ¿qué tiene que decir al respecto?
—Estoy muy contento, aunque uno siempre se exige. Tu sabes el nivel de exigencia que me hago a mí mismo, es muchísimo, pero estoy muy contento porque son diez años de alternativa y aunque no esté toreando todo lo que quiero, he sumado trece corridas de toros y doce festivales, que en los tiempos que estamos es muy difícil. Y sobre todo con resultados muy buenos. Después de diez años de matador de toros seguir en la brecha, y tener tardes como la de Puertollano, que te pegan una corná y tener vergüenza salí a matar el segundo toro, después que te sigan cogiendo los toros y te repongas a eso. Tardes como la corrida de Ciudad Real, la concurso, que pienso que di una buena tarde de toros. Esta muy bien, o también las tres orejas y rabo de Tomelloso. Pienso que es una temporada importante para mí. Estoy contento de eso, son diez años de alternativa, porque estoy con la misma fuerza y con más conocimiento.
—Nuevamente ha tenido que superar muchos obstáculos.
—Sí, llevo unos años un poco difíciles, tengo que estar un poco solo por circunstancias. Con Luciano no nos fueron las cosas bien. Pero gracias a Dios ha salido bien la cosa.
—¿Y sin apoderado en la recta final?
—Sí. Gracias a Dios en la provincia me tratan bien y me respetan. Me llaman de los sitios e intento dar la cara. Entonces estoy contento porque artísticamente han salido las cosas muy bien, en la provincia y fuera, también la actuación de Madrid que fue televisada tuvo muy buena crónica. La corrida de Juan Luis Fraile fue muy difícil y estuve bien.
—¿Sigue buscando el ideal de apoderado?
—Sí,sí, siempre se busca, eso es como el amor. Esperemos que llegue, no puedes por el hecho de tener un apoderado tener uno que no te guste ni que tu le gustes a él. Debe ser una cosa que los dos se admiren, y por supuesto que a mí me gustaría. Lo intentaré. He tenido bastantes apoderados, pero por ejemplo, con Paco Barba estuve tres años, con José Luis Cazalla, también estuve tres años. Los otros años han sido intervalos, pero cuando he estado a gusto con alguien he estado bastante tiempo. Me gusta encontrar una persona que tú creas en ellos y ellos también en tí.
—Es cierto eso que dicen que el mejor apoderado del torero es uno mismo.
—Eso lo vemos en el aspecto de que sí triunfas pues claro, pero siempre una gestión buena es importante, y cuatro ojos ven más que dos. Los toreros tenemos que estar pendientes de torear, y todo lo que es desviar la atención pues te resta un poquillo, y sino te resta terminas con muchos nervios que en algún momento te pasan factura.
—Los toreros son las personas que más sufren, ¿cómo se encuentra moralmente?
—Bien, me encuentro bien y muy contento, porque este año he superado cosas impensables. Viste la cornada de Puertollano, no te la tuvo que contar nadie, fue una cornada fuerte, que me partieron la safena, me pareció imposible cuando maté el toro y me llevaban para la enfermería, pensaba que había perdido Alcázar al día siguiente y un montón de cosas. Fui capaz, no se de donde Dios me dio fuerzas, de matar el segundo, torear al día siguiente casi sin poder ni andar. Eso luego cuando sale bien la cosa, aunque esté feo decirlo, uno se siente orgulloso de ser torero y de poder hacer esas gestas.
—Durante su corta trayectoria se habrá llevado muchas decepciones, ¿alguna grande en 2008?
—No, no, me llevo las decepciones justas porque soy muy realista, siempre me imagino las cosas peor de lo que están, no me gusta hacerme muchos pajaritos, de cortar las orejas antes de que las de el presidente. No me he llevado ninguna decepción. Al contrario, puede decirse que estoy muy agradecido a la afición y a las peñas taurinas, que me hicieron un reconocimiento cuando se deshizo el paseíllo que fue muy emotivo. Porque cuando uno está en figura del toreo y cumples diez años de alternativa, es algo normal. Pero cuando no estas en figura tiene más mérito, me lo dieron en Ciudad Real, Alcázar de San Juan y Almodóvar del Campo. La verdad que me han acogido que no te lo tengo que contar porque tú lo sabes. Me he llevado bastantes alegría en estos diez años y estoy deseando empezar el año que viene.
—¿Es de los que siempre se guarda un as en la manga?
—Pienso que no es bueno guardarse nada. En la plaza hay que entregarlo todo. En el momento que te guardes algo, cada día te empiezas a guardar más y no te muestras claro, al 100%. Lo que sí intento es aprender cada día más sí creo que con los años lo voy consiguiendo. El otro día mismo, en un tentadero en lo de Fidel San Román, una vaca utrera muy fuerte, que todo el mundo pensaba que no tenía ni un pase, hasta yo mismo, fui sobándola, sobándola y logré cuajarla como hacía mucho tiempo que no toreaba. Eso demuestra que la afición y el querer adquirir conocimiento es importante, porque al final te sale y el oficio lo llevas dentro, es lo que te da ganas para seguir luchando y poder mostrar eso en una plaza, como sucedió este año con el toro de Couto en Ciudad Real. Fue un toro peligroso y a base de ponerse en el sitio y jugarte que te coja pues no le corté las dos oreja por no matar bien.
—¿Durante este tiempo que es lo que más aprecia de lo aprendido?
—Lo que es importante es no aburrirse, yo tenía un defecto, que era que cuando me salían las cosas como quería me venía abajo de momento. No lo cuajaba con el capote y en la primera serie me enganchaba, y me venía abajo. El toro se quedaba corto y me creía que no podía ir para adelante, que no iba a tener faena. Poco a poco estoy aprendiendo a tener paciencia. Si un toro se queda corto intento meter la mano, si hay que retrasar la muleta, si hay que subírsela, bajársela... para al final hacer lo que yo quiero. Se consigue al final. Tenemos la prueba en las figuras del toreo, quien lo es no se aburre.
—¿Qué me puede decir de su filosofía?
—Pienso que lo más importante es ser puro, tanto en la calle como en la plaza. Mostrarte de verdad, que es lo que me gusta a mí, y pienso que es lo que le gusta a la gente ver en los demás.
—¿Qué es lo que buscabas cuando empezaste en esto?
—Cuando quería ser torero buscaba lo que todo el mundo: gloria, fama y parné. Y ahora lo mismo. Aunque lo que más busco es el reconocimiento de los profesionales y la afición. Y la satisfacción personal de hacer lo que me gusta, que es lo más importante, lo que más me gusta es entrenar, torear y ser torero. Gracias al toro estoy viviendo ahora mismo.
—En estos diez años, ¿el miedo ha disminuido?
—Pienso que cuanto más consciente eres, más miedo pasas. Cuando más oficio tienes, sabes las reacciones que te puede hacer un toro. Hay veces que hay que apretar y hacer el esfuerzo. Antes cuando llevabas menos años de alternativa no era capaz de hacerlo, por la repercusión, ahora en determinados momentos he visto que podía superar situaciones. Como el año pasado cuando me partí las vértebras, que salí a matar el segundo toro. Son retos que me han curtido mucho, y creo que me van a valer mucho para el futuro, son los que hacen que sigas con ilusión, son momentos en los que tiras la toalla o te apretas y tiras para adelante, si quieres ser torero.
—¿Su forma de torear en este último año se ha ido purificando?
—Es lo que intento, lo que pasa que te tienen que salir animales adecuados, pero siempre intento darle al toro lo que necesita. En la tarde de Puertollano, por ejemplo, creo que cuajé dos faenas con mucha belleza, con cadencia, con temple, porque los animales también se dejaban. En Alcázar, en esta última corrida, pude torear un toro muy a gusto con el capote. En Illesca, el primero también. Lo que más me gusta es intentar pegarle pases al 80% de los toros, me gustaría ser al 100% pero sabemos que es imposible.
—¿Ha encontrado la pureza para dibujarla con su muleta?
—Sí, estoy en la búsqueda, nunca se termina de encontrar. Estoy en el camino y muy contento porque estoy haciendo cosas que antes no hacía o me había atascado. Ahora estoy muy pendiente de poderle a los toros. De rematar por debajo los muletazos en los toros que me lo permiten, porque es verdad que adquiere muchísima más belleza el muletazo. La verdad es que soy un enamorado del toro y de la perfección. Creo que con sacrificio se consigue todo y poniéndole mucho amor a la profesión.
—Este año se han destacado sus tandas con la mano izquierda, tal vez le falta perfeccionarlas con la diestra para que el conjunto de su faena llegue a lo máximo.
—La derecha siempre se me ha dado bien. Es verdad¡ que este año he cuajado algunos toros por el lado izquierdo bien, creo que por eso, por trabajar el rematarlos por debajo. Claro que con la derecha habrá que intentar mejorar más. Me acuerdo del toro de Samuel este año, que se rajó al final, le pegué cuatro o cinco muletazos muy largos, de mucha cadencia. En Puertollano, el toro que me hirió fue con la izquierda toreando muy a gusto. Lo que dicen, si alguna vez te tiene que coger un toro, tiene que ser bravo y toreándolo roto.
—¿Con qué tarde de esta temporada se queda?
—Con trocitos, con una tarde en concreto no me puedo quedar. Te puedo decir trocitos. El comienzo de faena del segundo toro de Madrid, en la que fueron quince muletazos metiéndome con el toro, con una rodilla en tierra, que empezó otra vez Madrid a rugir, lo que pasa es que cuando me fui de él, el toro se quedaba corto, reponía, le faltaban cualidades. Mucha gente me la ha recordado cuando iba a la feria de otoño a ver corridas, y eso es importante, muchas veces más que las orejas. A mí eso me ha ilusionado mucho. La tarde de Puertollano en su conjunto, con la de Alcázar por lo que suponía. La de Tomelloso, la de Ciudad Real. La primera de Illescas que cuajé un toro muy bien.
—Ha sido un año de muchas cogidas, tal vez el que más ha tenido, ¿cómo logra sobreponerse, por qué apenas guardó reposo?
—No lo sé, porque el año de la alternativa, en el 98, también fue un año que me pegaron una cornada en Córdoba, otra en Sevilla, en Toledo y en Ciudad Real la más grave, este año han sido menos, Puertollano y Castillo Bañuela. He pasado momentos muy malos, tú que me conoces y lo has vivido cerca, y lo has visto, he pasado momentos malos, pero tienes que sacar la raza torera, que para eso está. No somos toreros para echarnos fotos en el patio de cuadrillas, uno es torero para tomarte la profesión en serio, cuidarte, hacer el entrenamiento, y debes estar preparado porque te puede coger un toro y te puede matar.
—¿Ahora cuáles son sus objetivos para el próximo año?
—Aprender. Hay mucho que ir aprendiendo. Voy a ir al campo a tentar. Seguir aprendiendo y echar si Dios quiere una temporada buena.
—¿En qué sueña?
—Sueño con abrir la Puerta Grande de Madrid, la del Príncipe de Sevilla, con cortar un rabo en Ciudad Real, me tiene loco, sé que lo voy a conseguir.
—Y por último, ¿un deseo?
—Me gustaría que fuera mucha gente a la plaza de los toros. Y que la Fiesta Nacional nunca decaiga.

—Cuadrilla—
es importante estar rodeados de grandes profesionales para confiar en ellos

—Devoción—
Los toreros son muy creyentes y por eso es típico ver en sus corbatines imágenes

—Seriedad—
Antes del paseíllo la mirada de un torero es de seriedad por el compromiso adquirido

—Miradas—
Con el toro se cruzan miradas para poder conjugar entre ambos una obra de arte

—La espada—
Es la asignatura pendiente de la mayoría de los toreros, la suerte suprema se les resiste

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Que el final de temporada que has tenido, tenga continuación, tu entra en los carteles de Sevilla, que nosotros iremos a verte...Un abrazo.Manolo

18:06  

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