El novillero jienense Alberto Lamelas tiene una cita muy importante. Será mañana en la plaza de Valdemoro, donde se doctorará en tauromaquia, actuando de padrino Javier Valverde y de testigo Eduardo Gallo con astados de la ganadería de Araúz de Robles.
Alas seis y media de la tarde sonarán los clarines para dar comienzo el día más importante en la carrera de Alberto Lamelas: mañana se doctora en tauromaquia. Durante estos años de novillero se ha ido licenciando en el arte de Cúchares. Por ello en el 2009 ha querido dar un paso más y situarse en el escalafón superior. Allí donde la lucha es día tras día, una rivalidad que se palpa en el ambiente, en cada patio de cuadrillas, en cada burladero de matadores e incluso en el propio albero, puesto que no vale dormirse. No, eso no sirve en esta profesión. El que sale por el chiquero no perdona ni una sola tarde. Y menos el que no le prestes la máxima atención. El toro es como una novia celosa a la que hay que ir ganándose día a día, hora a hora, minuto a minuto y segundo a segundo. Si lo consigues te colocarás en lo más alto del escalafón y por ende en figura del toreo. Esas son las máximas de Alberto Lamelas. Un joven jienense que parte de su etapa novilleril la ha desarrollado en La Mancha. Aquí hay muchos partidarios de su toreo que estarán pendientes de lo que suceda esa tarde en Valdemoro donde se convertirá en matador de toros. El sueño de cualquier novillero. Un sueño que continuará para conseguir abrirse un hueco en el escalafón superior, donde la moneda le puede cambiar en cualquier momento. En sus manos está alcanzar esas metas que se ha propuesto.
—En pocas horas se va a doctorar en tauromaquia, ¿qué va a suponer ese día?
—Va a ser un día muy importante para mí. No sólo para mí sino para todo el que sueña con un día ser matador de toros. Cuando empecé mi sueño era ser figura del toreo. Claro está que primero tienes que ser matador de toros. Gracias a Dios se va a cumplir mi sueño.
—Como bien ha dicho, los toreros sueñan con esa alternativa en más de una ocasión. ¿Se asemeja ese sueño al cartel en el que está anunciado y la plaza?
—A lo mejor no, porque siempre la aspiración es torear con las dos máximas figuras del toreo. Tampoco me puedo quejar, porque es un cartel con dos toreros jóvenes que están toreando en las ferias y es un cartel muy atractivo.
—Es tradición que el día más importante de la carrera de un torero se estrene vestido, ¿usted va a cumplir con dicho ritual de todo licenciado?
—Voy a estrenar un vestido azul celeste y oro, que me ha regalado mi tío. Es un regalo muy especial, ya que desde el primer momento que comencé a ser torero ha estado siempre conmigo. Es como una carrera que estamos haciendo los dos juntos, aunque el que se pone delante del toro soy yo, pero él está ahí siempre. Es un detalle muy importante, por lo cual es muy especial para mí. Aunque todos los regalos son especiales, pero viniendo de quien es, es más todavía.
—Otra de las liturgias del día de la alternativas es el brindis del primer toro, ¿ha pensado a quién se lo va a brindar?
—La verdad es que no lo he pensado. Es algo que tiene salir de dentro y lo tienes que sentir. Cuando llegue el momento se verá.
—Qué es lo que espera una vez pase su alternativa, ¿cómo va a proyectar su carrera?
—Soy consciente que es un paso que cuando se da es un poco pesamentero. Es un escalafón en el que hay que ir. Creo en mis posibilidades, aunque cueste trabajo puedo salir adelante.
—Tomar la alternativa en sus condiciones tiene mérito, ya que hace poco sufrió una rotura en el cuarto metacarpiano de la mano derecha, cuando estaba matando un toro a puerta cerrada, ¿eso puede influir en su tauromaquia?
—Esperemos que no influya. Es una cosa que no se va a saber hasta que no salga el toro. Llevo 12 días escayolado. No sé como va a salir. Creo que va a responder bien, porque he estado toreando de salón como he podido con la muleta. Espero que bien, por eso doy el paso. Si viera que no puedo, que se me va a caer la muleta al suelo, no torearía. Lógicamente no voy en plenas facultades. Hasta incluso psicológicamente vas con ese hándicap, que le estás dando vueltas, cómo me encontraré, cómo estaré... aunque ahora se piense, cuando salga el toro se olvidará, tan sólo pensar en que hay que triunfar.
—Las muletas por ende pesan bastante, ya que llevan varios forros. En su caso sabiendo que no está al 100% tendrá una muleta especial para la ocasión. Puesto que muchos matadores se las hacen con medio forro.
—Tengo dos muletas nuevas con medios forros y se lo voy a quitar sobre todo a una, para que pese menos. Y capote también. Me han hecho uno especial, muy ligero, pesa muy poquito. Claro para que me encuentre lo mejor posible.
—Y la ayuda, ¿toreará con ella o por el contrario lo verán torear al natural con la mano derecha?
—Sí la cogeré porque al quitarme la escayola me van a poner una especie de guante para proteger la zona. Sí es ahora con la escayola y entreno con ella.
—A la hora de entrar a matar, ¿cómo cree que se encontrará?
—Ahí viene el quid de la cuestión. Aunque el quid tiene que ser pensar en el hoyo de las agujas y meter la espada. Así se acabaron los problemas, metiéndole un espadazo a cada toro.
—Va con esa mentalidad y eso es muy positivo para usted.
—Pues sí, porque si cuando coges la espada empiezas a pensar que vas a pinchar, que no tienes fuerza, que vas a pinchar en hueso. Entonces sí que no. Hay que ir pensando lo positivo, porque yo puedo.
—No cree que es un poco arriesgado tomarla en esas condiciones. O tal vez como el toreo es riesgo, usted ha preferido arriesgar al máximo.
—Le da un poco de morbo a la historia. Sobre todo la gente está con la incógnita, torea o no torea, cómo está la mano... Le da morbo a la historia.
—Desde su triunfo en Jaén el año pasado no ha vuelto a hacer el paseíllo, ¿cree que va a notar el parón?
—Creo que sí, y más este año como están las cosas. Todos sabemos que hay menos festejos que años anteriores. Lo normal cuando un matador toma la alternativa es muy difícil que notes el parón, a no ser que vayas con más fuerza, y directamente saltes a torear en las ferias. Sino la mayoría de los matadores después de la alternativa sufren el parón.
—¿Cómo ha sido su preparación durante el invierno?
—Ha sido una preparación muy importante, porque gracias a Dios he hecho mucho campo. He matado 12 toros a puerta cerrada. Ha sido muy fuerte e importante. Creo que por eso ahora lo de la mano no va a ser un impedimento. Aunque ahora en estas semanas no he podido ir al campo ni entrenar al 100% no se va a notar por lo dura que ha sido durante el invierno.
—¿Cree que ha cambiado su forma de torear? Comento esta apreciación ya que lo vi este invierno en un tentadero en Víctor y Marín y noté una gran diferencia en su toreo.
—Cambio no es. Un torero siempre evoluciona técnicamente. Creo que en mi caso y en el de todo el mundo. Luego las formas cada uno es como es y no puede intentar hacer cosas que no las siente. Espero que se note una evolución técnica. Aunque creo que las formas, las ganas y el concepto va a ser el mismo.
—Otra gran incógnita que aquí puede desvelar es si va a banderillear el día de su alternativa.
—No creo que banderilleé.
—El camino hasta convertirse en matador de toros no ha sido nada fácil para usted, podría decirnos cuál ha sido el momento más difícil de su corta carrera.
—Como ha sido tan difícil, cada día ha sido una dificultad y no sabría decirte cual ha sido el más difícil.
—Usted, como ha comentado, es un hombre que ha pasado por momentos muy duros, pero seguro que también ha tenido algunos muy buenos, ¿cuáles recuerda con especial cariño?
—Uno de los días más importantes ha sido el de la puerta grande de Dax. Corté tres orejas y la verdad que disfruté mucho. Fue un día como el de la alternativa. Toreé el día de antes en Peralta, me corté el tendón, tenía el dedo gordo que no lo podía ni mover. Toda la noche dándole vueltas, si toreo o no toreo, llegué toreé, y ese día hubo algo que me ayudó. Salió todo bordado y corté tres orejas. La verdad es que un triunfo en una plaza de esa categoría es muy importante. Luego también mi primer año en Arnedo, en la novillada de Bucaré, salí a hombros y porque a un toro le di tres o cuatro pinchazos que sino le hubiera cortado el rabo y podía haber quedado triunfador del Zapato de Oro. Eso fue en el 2007. También la puerta grande en Jaén. Era la presentación en esa plaza de mi tierra. Después de la dureza de todo el año salir a hombros me dio mucha moral.
Suerte para Alberto, que nos ha dado buenos momentos como novillero. Manolo
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