La pureza de Diego Ventura y la espectacularidad de Andy Cartagena pusieron de acuerdo a los espectadores que pidieron las orejas con fuerza. Por su parte, Fermín Bohórquez no cortó ningún trofeo.
Cualquier aficionado de los que no hayan asistido a la corrida celebrada ayer en el coso de la capital puede pensar que un triunfalismo excesivo ha sido la consecuencia del número de trofeos que se han concedido en esta corrida del arte del rejoneo.
La actuación de Andy Cartagena y Diego Ventura, cada uno en su estilo, hay que calificarla de sobresaliente, ya que ambos han dado un curso de lo que es torear a caballo haciendo gala de una excelente doma que justifica plenamente su condición de primeras figuras del rejoneo.
Analizando un poco más detenidamente lo acontecido hay que comenzar por señalar que los herederos de Felipe Bartolomé enviaron una corrida que dignamente presentada, sin una fuerza excesiva y que en todo momento colaboró al lucimiento de los caballeros rejoneadores.
Fermín Bohórquez no está atravesando uno de sus mejores momentos profesionales, desconocemos si es por carecer de una adecuada cuadra de caballos o por la juventud de los ejemplares que componen la misma, que como en el toreo a pie han de ir cuajando poco a poco hasta permitir que el caballero jerezano alcance las cotas de brillantes de las que hizo gala en tiempos pasados. Aunque tuvo algún momento de brillantez no llegó a conectar con el público, siendo su balance de su actuación de una vuelta al ruedo, por su cuenta, y silencio en el que hacía cuarto de la tarde. De su actuación únicamente destacar los pares de banderillas a dos manos que clavó tanto en su primero como en su segundo toro.
Hablar de Andy Cartagena es hablar del arte y la alegría a los lomos de un caballo. Su capacidad de transmisión de todo lo que realiza en el ruedo es digna de elogio. En la tarde de ayer tanto en su primero como en su segundo toro mostró toda la variedad de su repertorio, en el que no faltaron sus célebres banderillas al violín, los molinillos y otras series de piruetas, que llegan a enloquecer a los tendidos. Pero por encima de todo destaca el temple que le permite clavar tanto rejones de castigo como banderillas cortas y largas con pulcritud y arte. Como el colofón de sus dos actuaciones han sido dos rejones de muerte en todo lo alto han ido a parar dos orejas de cada uno de sus oponentes, habiéndose solicitado con fuerza el rabo de su segundo enemigo.
Diego Ventura que por primera vez hacía el paseíllo en la plaza de la capital ha sido para muchos la revelación de la tarde noche. Dejando bien claro que hoy por hoy está disputando el primer puesto del escalafón, con plena justicia, al navarro Pablo Hermoso de Mendoza. Ha estado perfecto tanto en la ejecución de cada una de las suertes como en la colocación de rejones y banderillas, destacando sus quiebros y sus cites de poder a poder en el último de la tarde que han provocado una explosión de júbilo en el tendido por su pureza y autenticidad.
Espectáculos como el celebrado en la tarde de ayer crean afición por su autenticidad y por la entrega de cada uno de los actuantes.
Muy correcta la actitud del público, así como la del presidente Francisco Delgado que en todo momento ha intentado cumplir de forma exacta el reglamento y ha sido ecuánime en la concesión de trofeos.
Ficha del festejo
Ganadería:
Se lidiaron seis ejemplares de Herederos de Felipe Bartolomé, bien presentado y de buen juego.
Fermín Bohórquez:
vuelta al ruedo por su cuenta y silencio.
Andy Cartagena:
dos orejas y dos orejas con fuerte petición de rabo.
Diego Ventura:
dos orejas y dos orejas.
Aforo:
La plaza registró tres cuartos de entrada en tarde calurosa.
Incidencias:
Francisco Cañas recibió un golpe en el burladero propinándole rotura de fibras en el segundo de la tarde, que fue devuelto por su escasez de fuerzas debido al golpe.
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