14 enero 2010

Historia de un traje de luces: de seda azul marino y oro

Después de 24 años el traje de luces azul marino y oro que Félix Jesús Rodríguez regaló a la peña taurina Vasilea de Suiza vuelve a su casa. Un reencuentro muy emotivo el que protagonizó el banderillero con su primer vestido en oro.

rada taurina y se miraba con ilusión el nuevo año. En el 84, Félix Jesús Rodríguez adquirió su primer vestido en oro, ya que en la temporada del 85 pensaba debutar de luces.
En aquella época los novilleros no disponían de solvencia económica para comprarse un traje a medida en sus comienzos, lo tenían que hacer de segunda mano, y en muchos casos apañarse con alguno con muchas puestas. Este es el caso del traje de luces de esta historia. Félix Jesús Rodríguez compró un vestido muy desgastado, pero ello no le privó de vivir con gran pasión su profesión, de que cada vez que se enfundaba el traje soñara con lo más grande, que algunas tardes lo conseguía y otras no triunfaba del todo. Pero este joven de mirada azul intensa consiguió bastantes contratos ese año. La primera vez que se vistió de luces fue en un pueblecito conquense, El Pedernoso, y a partir de ese día durante 20 tardes vivió junto al novillero sus éxitos. Aunque a Félix Jesús Rodríguez no le hubiera gustado deshacerse nunca de esta prenda tuvo que hacerlo al año siguiente, puesto que es una persona de gran generosidad y con un alma muy grande.

Regalo de su traje de luces
Por medio de un amigo conoció la existencia de la peña taurina Vasilea que estaba ubicada en Suiza. Esta peña hizo una rifa para ayudar a dos jóvenes novilleros como eran El Madrileño y el propio Félix Jesús Rodríguez. El dinero obtenido en la rifa organizada por la peña se lo repartieron entre los dos novilleros, y Félix Jesús en agradecimiento a esa cantidad de dinero, que en aquella época era bastante, les regaló lo único que tenía, su primer traje de luces. Por lo tanto, en el año 86 viajó a Suiza, para formar parte de las pertenencias de esta peña que había creído en las cualidades de estos toreros.
Al año siguiente, Félix Jesús tuvo la suerte de comprar otro vestido de segunda mano de una sola puesta.
Una de las anécdotas que guarda en su memoria con más cariño, este excepcional banderillero, fue la que protagonizó una tarde en Villarrubia de los Ojos. El día anterior había toreado, y como de todos es sabido, cuando un torero se mancha el traje de luces hay que meterlo en la bañera para que la sangre del toro se vaya. Pues en la bañera de su casa estaba su único traje de luces, y a las tres de la tarde recibe el novillero la llamada de José Luis Torrejón, por aquellos entonces empresario de la plaza, para que haga una sustitución de un compañero. Félix Jesús no podía rechazar la novillada, y a pesar de que tenía el traje chorreando aceptó. En la baca del coche ató la chaquetilla para que con el aire se le secara en el camino. Un largo viaje hasta llegar a su destino. La novillada comenzaba a las seis de la tarde y llegó con el tiempo justo para hacer el paseíllo. El vestido no terminó de secarse, aún así las ganas del joven novillero por estar a la altura de las circunstancia estuvieron por encima de ese pequeño detalle, que tan sólo él y su padre conocían. Esa tarde cortó un rabo.


Félix Jesús Rodríguez
“No me esperaba recuperar ese traje”

Increíble le pareció a Félix Jesús Rodríguez el que los miembros de su peña recuperaran su primer vestido de luces, aquel que regaló a la peña taurina Vasilea de Suiza. Después de varios años en el que le perdió la pista, ya que el único contacto que tenía regresó a España y de disolverse la peña, creía que no lo volvería a ver nunca. El destino ha querido que vuelva.

Un gran valor sentimental

Muchas veces, en la soledad que viven los toreros y no comparten con nadie, los recuerdos de este traje de luces llegaban a la memoria de Félix Jesús Rodríguez, puesto que aunque no fue un regalo de gran valor económico, para él síque tenía un gran valor sentimental. Muchas veces éste pesa más que el económico.

1 comentario:

  1. Preciosa historia, así es, la gente cuando los ve en la plaza les parece que todo es oro lo que reluce, no saben lo que tienen que sufrir para llegar a ser alguien, como bien dices en las soledades de las habitaciones cuantas veces lloran por aquello que tanto aman, el toro y todo lo que rodea ese maravilloso arte, pero como todo arte esta lleno de dolor, de rezos y sobre todo de suertes.
    Enhorabuena por esa recuperación de un traje que entrego para una buena obra, los sentimientos de los toreros son grandes y están siempre dispuestos.
    Abrazos para ti y para todos ellos.

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