La memoria del diestro ciudadrealeño José Tomás Reina Rincón sigue viva en el recuerdo de los aficionados. Así lo quiere recordar desde su rincón de Sevilla El Zubi, un gran aficionado del mundo de los toros. Por Rafael González Zubieta
Si la muerte de un torero en los ruedos, corneado por un toro, ya es de por sí dolorosa, dramática y sentida para cualquier aficionado que ama la Fiesta, cuando ésta se produce fuera de ellos, en un país lejano y a manos de unos delincuentes desalmados, nos llena a todos de consternación, indignación y mala leche. Porque un torero, puesto a perder la vida, o se muere en la plaza, en el “hule”, o de viejo ya retirado, pero a manos de unos “chorizos” por robarle unos dólares es casi como un sacrilegio.
Este es el caso de ese desdichado muchacho de Ciudad Real, ese torero de 22 años llamado José Tomás Reina Rincón, que se fue a Perú a abrirse un camino, ganarse unos dinerillos y labrarse un nombre en América, y lo único que encontró fue la muerte a manos de la propia Policía. Ocurrió la noche del martes 2 de julio del 2002. El pobre muchacho murió como un perro, apaleado hasta la muerte en pleno parque Central Kennedy de Miraflores, y arrojado su cuerpo al mar. Seis días después de su desaparición se encontró su cadáver en la playa de Waikiki, descompuesto y desfigurado, y sin los 1.400 dólares que se había ganado días antes toreando en la Feria de Chota, donde había logrado cortar dos orejas. Una actuación tan buena que le había valido un nuevo contrato en Trujillo que ya no pudo cumplir porque lo habían matado unos “chorizos” peruanos.
La muerte de este torero en esta “plaza de la vida” me afectó bastante, tanto... que he reflexionado mucho sobre la situación que atraviesan muchos toreros jóvenes que acuden a Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, México... o a Pernambuco, en busca de ese hueco en la profesión que le niegan unos cuantos en su propio país. Me vienen a la cabeza nombres como el de Mari Paz Vega, que es un ídolo de la afición hispanoamericana mientras que en su país a penas si ha podido torear aún… por ser mujer. O el caso del cordobés Juan de Dios de la Rosa que se fue andando desde Córdoba a Madrid para pedir una oportunidad porque no tenía ni quien lo apoderara. A mí me consta que ese torero, Reina Rincón, tenía madera para haber triunfado, si hubiera tenido un poco mas de ayuda de instituciones, empresarios y sectores taurinos de su propia comunidad manchega.
Estos jóvenes toreros están tirados. Ya no les dejan ni siquiera las migajas de las ferias de los pueblos, pues esas también son para los “figurones” de las otras grandes ferias. Mucha culpa de lo que esta ocurriendo con estos toreros de los últimos puestos del escalafón, la tenemos los propios aficionados, que solo queremos ver a El Juli, a Morante, a Tomás, Ponce y demás figuras que colman los primeros puestos del escalafón taurino, cuando esos toreros modestos cumplen casi siempre delante del toro incluso mejor que los primeros figuras de cartel. Por eso pienso que deben de ser las instituciones (Ayuntamientos, Peñas y Clubes Taurinos) los que deben de cuidar a los jóvenes valores locales, para que a la hora de organizar impongan siempre a sus toreros frente a los “figurones” de fuera. Se trata de una apuesta por el futuro.
La muerte de Reina Rincón debería de haber servido al menos, para sacudir las conciencias de esos empresarios desaprensivos y usureros, que cobran por torear a los chavales que no tienen nombre encima de que se juegan la vida. Empresarios que sólo piensan en el dinero y en la taquilla y que no apuestan por un futuro digno para la Fiesta. En realidad a muchos de ellos las Fiesta en sí les importa un pito. ¡Ay!... que mal repartido esta el mundo. Unos con tanto y otros con tan poco... y para colmo de males, a Reina Rincón le robaron lo poco que había ganado y lo más valioso para cualquiera: le robaron su propia vida.
Verdaderamente una pena, después de luchar y luchar por llegar a ser, bueno primero intentar ser algo en esa fiesta, recibir cornadas sin toro, llegan unos desalmados y siegan la vida a sangre fría sin pensar el dolor, la rabia contenida de la familia y de todos aquellos que son o somos gente de bien.
ResponderEliminarD E P el joven espada, donde este seguirá con el capote y la muleta en mano.
Besos