Luis Miguel Vázquez se estrelló ante un lote sin posibilidades, al igual que el resto de la terna. Ni una oreja cortaron los espadas. Frascuelo firmó las verónicas más bonitas y añejas.
Tarde de expectación, tarde de decepción. Los refranes suelen funcionar y este es uno de los que más gala hace de lo que sucede una tarde de toros. Eso es lo que sucedió el domingo en Las Ventas. El ganado de Charro de Llen dio al traste con las expectativas de los toreros. Un cartel muy interesante el que había preparado la empresa para ese día, pero al final ni una oreja se pudo cortar debido a la condición de los astados.
La ganadería salmantina de Charro de Llen iba a tomar antigüedad en Las Ventas pero no se pudieron lidiar los seis astados y fue remendada con un toro de Navalrosal que le correspondió a Frascuelo en primer lugar.
Tras deshacerse el paseíllo el aficionado hizo salir a Carlos Escolar a recoger la cariñosa ovación que le estaban tributando. Nada pudo hacer ante su primero, pero el delirio con el capote llegó en el cuarto. Unas verónicas con sabor añejo que marcaron la tarde, al igual que la media que dejó tras el quite. Ese ejemplar fue el más potable de todo el festejo.
El coraje de robleño
Fernando Robleño estuvo muy voluntarioso toda la tarde, no le quedaba otra después de su gran tarde en San Isidro, pero en esta ocasión los toros no tenían la misma condición. Su primero rehuyó la pelea en cuanto le mostró su poderosa muleta, y tuvo que irse hasta las tablas a realizar la faena. En el quinto, idem de lo mismo. De nuevo Robleño se tuvo que enfrentar a un ejemplar manso que cuando vio que su enemigo era más poderoso que él se rajaba. Aún así el aficionado vio las ganas de este joven torero.
Luis Miguel Vázquez
Lo mismo le pasó a Luis Miguel Vázquez. No tuvo suerte con el lote que le correspondió, dos ejemplares a cual peor, que en la menor oportunidad buscaban el cuerpo del torero. Un torero con unas ganas inmensas de triunfo y de dejar en el coso venteño su sello personal. Aunque con el capote no pudo lucirse, pero los comienzos de faena los realizó con su sello personal del arte. Pero de que le servía ante un toro que se quedaba corto y presentaba gran peligro. No obstante quedó patente la valentía de Vázquez ante ejemplares de tales características.
Si malo era el tercero, que decir queda la prenda que salió por toriles en sexto lugar. Un toro que no presentó posibilidades ni con el capote ni con la muleta, por mucho que lo sometiera por bajo el torero no respondía. Ante esto poco pudo hacer Vázquez, que iba con todas las ilusiones y confianza de que pasara algo importante.
No pudo ser por ello no hay que perder las esperanzas.
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