El cielo amenazaba lluvia y a poco estuvo de suspenderse el festival en Alcolea. Al final se celebró con éxito puesto que los toreros derrocharon su arte en el ruedo que tuvo que ser dos veces rastrillado por una furgoneta.
A un paso de que dé comienzo la feria de Ciudad Real el aficionado está deseando ver toros, y por ello muchos de los habituales en el coso capitalino se trasladaron hasta Alcolea de Calatrava para ver el festival en el que toreaban los toreros de la tierra. Tanto Aníbal Ruiz como Luis Miguel Vázquez estaban anunciados, al igual que el rejoneador Miguel Ángel Martín, que fue baja a última hora puesto que el sábado entrenando se lesionó. Eso le impidió estar en el ruedo, pero no en el tendido viendo a sus compañeros. Aparte de Martín había muchas caras conocidas del mundo del toro y sobre todo los jóvenes novilleros de la provincia.
Abría cartel el rejoneador Francisco Benito que no dudó ni un momento en calentar al público con su estilo personal de torear a caballo. Al principio el novillo se resistía a seguir la cabalgadura de Benito, pero poco a poco consiguió encelarlo. Tan sólo clavó un rejón de castigo puesto que las fuerzas no eran muchas. Con tres banderillas largas continúo su toreo. Y otras tres cortas con las que el respetable vibró en el tendido. Un rejón de muerte en un buen sitio hizo que el novillo cayera sin puntilla, con lo cual cortó las primeras orejas de la tarde.
Aníbal Ruiz no tuvo mucha suerte con su primer novillo, que andaba justito de fuerzas, pero no por ello el de Alcázar de San Juan se rindió. Con el capote salió con ganas Ruiz, recibiéndolo con dos largas cambiadas en el tercio para continuar con verónicas con enjundia y una revolera. Muy consentido y con mucho temple inició la faena de muleta, dándole las ventajas al novillo para que no doblara. Los mejores muletazos llegaron por el pitón derecho al final de la faena. Pinchó y mató de estocada. El público lo ovacionó por el trabajo que había hecho con un animal sin posibilidades.
Sin embargo la suerte cambió en el cuarto, un ejemplar de una extraordinaria calidad al que Aníbal Ruiz le ofreció su mejor toreo. Mucho temple en los primeros lances, estampa de toreo antiguo fue la que reflejó en el ruedo. Con la franela mostró su gran serenidad, la que lleva cosechando todo el año, una faena a un gran novillo en la que tanto toro y torero se complementaron. Por ambas manos brillaron los muletazos rematando con un trincherazo de gran sabor. Estocada y los máximos trofeos para el diestro y la vuelta al ruedo para el animal.
Luis Miguel Vázquez demostró que a pesar de lo poco que se le está permitiendo torear este año no pasa día en el que su toreo suba de calidad. Parece que el de Daimiel no hubiera dejado de torear, y no es así. A su primero lo recibió con unas verónicas de cartel de toro, lanceando con el compás abierto, con ese sabor y enjundia que le imprime Vázquez a su toreo. Al igual pasó con la muleta, el duende apareció en sus muñecas la mala suerte que no acertó con la espada a la primera, pinchó en dos ocasiones para dejar al final una estocada. Una oreja como triunfo.
En el quinto enmendó el error de la espada y mató a la primera, por ello consiguió los máximos trofeos, pero no sólo fue la espada la que permitió que el presidente le otorgara lo que el respetable demandaba, sino su buen toreo, de nuevo salió el duende que lleva Vázquez en sus grandes tardes. Con gran sabor lanceó dejando un ramillete de bellas verónicas. Con la franela su estilo volvió a resurgir en el ruedo por ambos pitones, haciendo las cosas muy despacito, llevando la embestida del novillo.
Cerraba cartel un joven novillero desconocido para la afición manchega, José Núñez que sorprendió por su forma de tomar tanto capote como muleta. Aunque arriesgó mucho y al final se llevó un revolcón, el público supo ver su estilo personal de torear, su firmeza y sus ganas de torear. Mató de estocada.
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