Román permanecerá en el recuerdo de todos los que le conocieron. Allá donde haya tardes de toros, y además toreé su gran amigo Luis Miguel Vázquez su alma estará presente, y si es necesario le echará un capote, como hiciera en Daimiel.
Román Honrado, tal vez este nombre no diga nada al aficionado que está leyendo este reportaje. Es lo más probable. Quizás si hablamos que era uno de los fieles seguidores de Luis Miguel Vázquez, la cosa va cambiando. Y más aún si les recuerdo el brindis que hizo este año el torero en su plaza dirigido al cielo. Sí efectivamente hablamos de Román el que tenía la empresa Rotraman en Daimiel, y tal vez lo recuerdan porque muchos de los calendarios con la imagen del Luis Miguel Vázquez los patrocinaba él, año tras año.
Desgraciadamente no pudo estar presente en la plaza en el mes de septiembre viendo a su gran amigo y además torero Luismi, como lo llaman sus amigos, pero sí tenía su entrada sacada. Allí en su barreda del tendido 3, que todos los años ocupada junto a su amigo Pedro. Y allí estaba el hueco vacío, pero presente en la corrida por muchos motivos. Por el recuerdo de sus amigos, y en especial del torero y por el capote que le echó a su gran amigo cuando quedó a merced del astado. Ese último quite, en el cual salió de su burladero del cielo para ponerse delante del toro y que no tocara a su amigo. Por él lo daría todo, como lo ha demostrado en vida.
Sí esa entrada estaba sacada desde que se pusieron a la venta las localidades, pero el destino que es tan traicionero, en algunas ocasiones, le jugó una mala pasada. La peor de su vida. Lo reclamaron en el cielo, en ese burladero que tantos aficionados y toreros ocupan. Desde allí estuvo observando como se dio la tarde. Y conociendo a Román, seguro que en más de una ocasión se levantó de su burladero para quejarse de los toros, y ver que era imposible el triunfo de su gran amigo, a pesar de que le había hecho el brindis más bonito que se puede esperar.
El poeta inglés William E. Henley afirmó: “Yo soy dueño de mi destino; yo soy el capitán de mi alma”. Román fue dueño de su destino hasta cierto punto, puesto que seguro que él hubiera preferido vivir algunos años más, pero su corazón no aguantó, tras haber superado momentos críticos en los que estuvo en la UVI ingresado por un accidente. Sin embargo sí es dueño de su alma. Y su alma estará siempre presente en todas las tardes en las que Luis Miguel Vázquez toreé. Allí notarán todos la presencia de este gran aficionado.
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