Se abría el abono de la feria en honor a la Virgen del Prado con una novillada sin caballos seria y bien presentada. El tendido lucía hermoso, como hacía años no se veía. Los novilleros expectantes y saboreando el momento, cada instante, cada mirada, cada olé, y por supuesto su toreo.
Matices importantes en una tarde en donde los quites han recordado a siglos pasados, donde se ha visto la rivalidad entre los novilleros. Destacar sobre todo a Emilio Bresó que ha toreado con una quietud propia del mismo Manolete. Su corte torero recuerda al gran maestro cordobés.
Muy decidido salió Emilio Bresó, ya había dejado constancia de ello en el quite que realizó al primero de la tarde. Su novillo no fue fácil, había que estar muy preparado para hacerle las cosas muy bien, y así lo entendió el de Almadenejos. Con la mano derecha era más violento, el pitón bueno era el izquierdo, que no dudó en dejar unos naturales de gran sabor y calado en el tendido. Cerró con manoletinas ajustadas, la pena que la espada entrara atravesada, tan sólo un trofeo paseó por el albero, aunque hubo fuerte petición de la segunda, que el presidente no creyó conveniente darla.
En el quinto, Bresó se fue hasta la puerta de toriles, y allí en el tercio con los pies juntos le dio un farol. Ya en los medios lo toreó por ta falleras, verónicas y gaoneras, de nuevo la quietud de este novillero sorprendió. El tercio de banderillas fue muy accidentado, primero con la cogida de Pablo Fernández y después con la de Rafael Figuerola. En los medios comienza la faena con los pies juntos con ayudados por alto. Continua la faena bajando la mano con la diestra, una faena importante. Con la izquierda al principio el novillo entraba muy violento, pero al final Bresó ha conseguido meterlo en la bamba de su muleta. Valor no le falta a este novillero, puesto que el novillo en mitad de un muletazo se le ha parado y ha sabido aguantar muy bien. Lástima que la espada no entrara a la primera puesto que esta faena tenía premio gordo. Dos pinchazos y una estocada mal colocada terminaron con este quinto ejemplar.
Otro novillero que dejó constancia de temple y quietud fue Diego Gutiérrez. A la verónica recibió a su primero, muy relajado y haciéndole las cosas muy despacito y bien. Templando la embestida del novillo. Lo más destacado de su faena vino por el pitón izquierdo, un toreo al natural a cámara lenta, donde se gustó el de Porzuna y sobre todo, gustó al respetable que se arrancó diciendo bien torero. El novillo era muy flojito pero la constancia hizo que al final se entregara a la muleta de Gutiérrez. Dos pinchazos, aviso y de nuevo un pinchazo hondo, con cuatro descabellos más otro aviso, truncaron el trofeo.
En el cuarto salió a por todas, con una larga afarolada, y verónicas sueltas, sin acoplarse el novillo. Hubo un momento en el primer tercio, tras el quite de Bresó, cuando Diego se disponía a replicar, que el novillo se desentendió y fue avanto por la plaza. Sentado en el estribo dio los primeros muletazos, para continuar con la mano derecha. Casi toda la faena la realizó con la mano izquierda. Terminó con manoletinas, escuchando antes un aviso. Pincha y el novillo se tumba, puesto que alargó mucho la faena, tuvieron que apuntillarlo en el ruedo.
Alberto Romero era el que cerraba cartel. Un novillero aún muy nuevo, se le notaba que estaba poco placeado. Aunque supo resolver la papeleta con los enemigos que le tocaron en suerte. Dejó algunos pases buenos al natural. Lo peor de todo la espada, su talón de Aquiles.
En el que cerraba plaza, un novillo avanto de primeras, intentó realizar una faena que llegara al tendido, pero muchos de los aficionados fueron abandonando el coso. Esta vez no se demoró con los aceros, pinchazo hondo y descabello.
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