Un largo camino de sinsabores es el que ha atravesado el ganadero Javier Gallego desde que el día 6 de agosto por la noche se le rompiera la aorta abdominal a nivel renal. Una incertidumbre para él y para su familia en la que han salido indemnes debido a la gran fuerza de voluntad de este ganadero, que supo ganarle a pulso este envite a la vida. Aunque pocas han sido las veces que se ha puesto delante de los animales que cría, este toro ha sido el más complicado de su vida. Le queda la gran satisfacción que le ha realizado una buena lidia, de mano muy baja, embraguetándose con él, cimbreando la cintura para ir acompañando esa embestida de este gran toro.
El día 6 de agosto era un día normal en la vida de Javier Gallego y su hija Macarena. Ese día se encontraban en la finca, la mañana había transcurrido con normalidad, dando de comer al ganado y haciendo las faenas típicas. Por la noche, ya relajados comentaban en el sofá como había toreado Iván Fandiño, gran amigo de la familia, puesto que la preparación de este año la ha pasado en la finca Pulido, propiedad de la familia Gallego. Fue en el sofá donde a Javier le dio un fuerte dolor en la espada, según comenta “como si me hubiesen dado tres puñaladas”, después del dolor se quedó inconsciente. Su hija ante esa situación no se lo pensó dos veces y llamó a urgencias que no tardaron en llegar para trasladar al enfermo al hospital de Puertollano, fue allí donde le diagnosticaron la rotura de aorta, hasta que no se estabilizó no lo pudieron trasladar al Hospital General de Ciudad Real para operarlo.
Según su hija Macarena, que fue la que salvó la vida a su padre junto a los médicos, “fue una operación muy complicada con mal pronóstico” pero las ganas de vivir de Javier Gallego pudieron con ese pésimo pronóstico.
El camino ha sido arduo puesto que Javier ha permanecido durante dos meses en la UCI necesitando diálisis, y casi otros dos meses en planta, ya sin la diálisis. Hoy es un día importante para toda la familia puesto que reciben el alta hospitalaria, por supuesto tiene que ir a rehabilitación todos los días y a determinadas consultas, pero su recuperación será en su finca de Pulido situada en el término municipal de Brazatortas, junto a los suyos y viendo su ganada, como nacen los becerros y como van creciendo, respirando el aire puro y pensando en la próxima temporada en lo que van a lidiar. Dos son los hierros que posee en estos momentos Javier Gallego, uno con su propio nombre, y otro más reciente que es el de Toros el Ojailén. El primero cuenta con vacas de Veragua y de El Quintanar, dos sangres distintas que el ganadero no ha mezclado ni piensa hacerlo. Por su parte, los astados del otro hierro son vacas de Ramón Carreño que compró hace poco.
Muchas han sido las muestras de apoyo que ha recibido la familia en estos meses de gente del mundo del toro que ha estado pendiente en todo momento de la evolución de este afable ganadero que ha sabido ganarse en estos cinco años que lleva por tierras manchegas el cariño y respeto de todos los taurinos de la tierra. Uno de los toreros que más pendientes ha estado de su evolución durante su temporada española como ahora que está haciendo la americana es Iván Fandiño por la gran amistad que le une a toda la familia, y con la que ha compartido momentos inolvidables, puesto que cuando se convive con alguien son muchas las horas que se comparten.
Desde este medio la familia quiere dar las gracias: “Al equipo médico de Puertollano por el rápido diagnóstico. Al equipo médico de la UCI y de planta junto a todo el personal del Hospital General de Ciudad Real. También a todas las personas que han mostrado su apoyo en estos meses tan complicados”.
Dar la enhorabuena a este singular ganadero por su coraje ante esta cornada que le ha dado la vida, su poder de superación y sus ganas de vivir.
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