Félix Jesús Rodríguez consiguió los máximos trofeos el día
de su alternativa y despedida
Versaba El Quijote de las hazañas de un ingenioso hidalgo,
comenzando el libro: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en
astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor…”. Ni soy Miguel de
Cervantes, ni por asomo quiero parecerme a él, puesto que disto bastante de
llegar a ser como don Miguel. Si me permiten, quiero hacer alusión en esta
crónica al comienzo del famoso libro quijotesco. Ya que, quijotesco, como
adjetivo, suele emplearse para calificar actuaciones épicas, que quedan en la
historia por la dificultad que representa.
En este caso, esta corrida pasará a la historia, puesto que,
el caballero Félix Jesús Rodríguez ha logrado el sueño de su vida, y máxime
cuando no se encuentra en su mejor momento profesional, al estar con problemas
de espalda. Aun así, se ha enfrentado a esos gigantes, en esta ocasión
convertidos en astados, que en lugar de aspas tenían astas.
Tarde emotiva donde las haya, por más de un recuerdo y por
el acontecimiento en sí. Recuerdo en el ruedo de las cuatro almas que desde el
cielo estaban en su burladero de honor. Esas almas estaban representadas por
cuatro rosas en el centro del albero. Una blanca, por la dama, y tres rojas,
por los caballleros, donde se podían leer los nombres de Milagros, Lucilo,
Teodoro y Balbino.
Tras romperse el paseíllo, la ovación rota por la gesta del
hidalgo Félix Jesús Rodríguez, y una placa de la gente de Almadenejos para
recordar tan señalado día. Desde el chiquero se esperaba la salida del primer
gigante, burraco, de nombre ‘Benjumea’, herrado con el número 118 de la
ganadería de Benjumea. Han coincidido en nombres, para no olvidarlo. Félix
Jesús lo recibe a la verónica con los vuelos de su capote, un toro que desde el
principio se ha negado a formar parte de esta bella historia, muy rajaíto y sin
terminar de entregarse. Aun así, las muñecas del torero hicieron que no se le
rajara. Las banderillas las puso el propio matador, un par al quiebro, de gran
emoción y riesgo, al dejarle la salida al astado y el irse por las tablas.
Tras el protocolario intercambio de trastos, después de las
palabras del padrino de ceremonia (Luis Miguel Vázquez), y el abrazo del
testigo (Emilio Bresó), brindis a su Dulcinea, que desde el balcón (tendido),
observa a su Quijote en tan importante día. Con los pies juntos y sin moverse
del sitio comienza la faena, para continúa con la mano diestra. El toro le
presenta dificultades al calamochear y quedarse corto enseguida. Con la
izquierda de nuevo la entrega del recién alternativado, y la misma respuesta
del toro. Algún pase con enjundia. Lo más bonito fue la rúbrica con la espada
que le sirvió para pasear la primera oreja de la tarde.
Una oreja no era suficiente para que el día fuera perfecto.
Y por ello, con el que salió en quinto lugar Félix Jesús dejó constancia del
torero que ha sido, fue y será, aunque el mismo día que toma la alternativa se
retire. Sentado en el estribo espera a su gigante donde lancea a la verónica
con un gusto exquisito. Pero claro, no iba a quedar ahí la cosa. En banderillas
llegó qumlaudem, puesto que hasta hubo un par sentado en la silla de gran
ejecución. Brindis al cielo, a ese burladero especial, donde estaban sus amigos
y su madre. Y con la muleta dejó un buen sabor, toreando con cadencia una vez
que el animal se adaptó a la muleta que le enseñaba el camino que debía tomar,
puesto que al principio se resistía a tomarla. Buena estocada que le sirvió el
corte de los máximos trofeos. Dos orejas y rabo.
Buen recuerdo se lleva Félix Jesús Rodríguez del día de su
alternativa, puesto que estaba rodeado de su gente, allí estaban los toreros
con los que ha ido, como Espartaco, José Luis Moreno, Antón Cortés, Aníbal Ruiz
y David Mora.
El padrino de alternativa, Luis Miguel Vázquez, no tuvo
suerte a la hora de salir por la puerta grande, la espada de privó de tal
privilegio. Media estocada y dos descabellos fueron los culpables de no tocar
pelo. Vuelta al ruedo, que no cuenta a la hora de abrir el cerrojo de la tan
ansiada puerta grande. Verónicas a compás de largo trazo fueron dibujadas en el
albero por este otro Quijote, rematadas con una media. Tras el brindis a Félix
Rodríguez, comenzó la faena por bajo, pero el toro no lo admitía. Tuvo que ir
haciéndolo para conseguir, en mitad de la faena, bajarle la mano y torear como
le gusta. Remata con unos pases con sabor.
En el cuarto, lanceando a la verónica lo saca a los medios.
Brindis al Félix Jesús Rodríguez. Flexionado comienza la faena, que va de más a
menos, puesto que en los últimos compases el toro va bajando el diapasón. La
entrega y el buen hacer con la muleta, tras matar de pinchazo y estocado,
lograron el corte de una oreja.
Emilio Bresó venía motivado puesto tenía doble
responsabilidad esta tarde, aparte de su debut con caballos, era el testigo de
alternativa de su apoderado. Y se enfrentaba a dos matadores de toros y no
podía quedarse atrás. Su saludo capotero fue a la verónica para después ponerse
de rodillas y rematar con un farol. Quite por tafalleras. Brinda al recién
doctorado en tauromaquia, Félix Jesús Rodríguez. Muy quieto realiza su toreo,
demostrando firmeza en todo momento, faena que va a más, sintiendo lo que le
hace al novillo. Estocada un pelín delantera que le otorga el corte de dos
orejas.
El que cerraba plaza, no fue un dechado de virtudes, puesto
que le faltaba motor, aun así, Emilio Bresó supo sacarle y exprimirle todo el
juego que llevaba. Lo recibió a la verónica de rodilla. Faena por ambos pitones,
entregándose y mandando sobre el burel. Mató de estocada que no fue suficiente
para que el novillo cayera, tuvo que descabellar, le sonó un aviso, y volvió a
descabellar en dos ocasiones más. Un oreja.
Y como el ingenioso hidalgo Don Quijote, este hidalgo
llamado Félix Jesús Rodríguez, ha conseguido su sueño, ahora le espera su
Dulcinea para presentarle a su princesa Jimena.
Ficha técnica
Con más de media plaza se han lidiado cuatro toros de
Benjumea, nobles y manejables, y dos novillos de la misma ganadería, nobles.
Luis Miguel Vázquez, vuelta al ruedo y oreja.
Félix Jesús Rodríguez, oreja en el de su alternativa, y dos
orejas y rabo.
Emilio Bresó, dos orejas y oreja.
Destacar el quite a la verónica que realizó Enrique Martínez
‘Chapurras’ en el quinto que actuaba como sobresaliente.
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