Mirar con los ojos cerrados para
percibir la grandeza de la magia del teatro. Eso era lo que proponía Raquel
Araujo, directora de ‘El divino Narciso’. Para poder disfrutar de la magnífica
obra que trajeron al Corral de Comedias no sólo había que percibirlo con los
ojos, sino con los sentidos. Muchas veces lo esencial es invisible a los ojos,
como dijera ‘El Principito’. Música, baile, buen recital poético componían el
conjunto de la obra.
El baile y el canto al Dios de
las Semillas, el señor Huitzilopochtli, al comienzo de la obra logra mantener
expectante al espectador, todo el conjunto es un compendio de un trabajo bien
hecho y logrado. Una obra que ha tenido que ser adaptada a las dimensiones del
Corral de Comedias, un juego con los espejos y una crítica de la conquista de
América y Occidente.
Seis mujeres son las encargadas
de dar forma a los personajes: Nara Pech, Liliana HeSant, Nicté Valdés, Gina
Martínez, Sasil Sánchez y Patricia Pérez, que entretienen durante dos horas al
público asistente. Ofreciéndoles una forma de hacer teatro en la que muestran
la inteligencia e ingenio de Sor Juana. En ella se revela el arte de la
métrica, ritmo y palabra con la simetría de los espejos en la que emerge la
vigencia de sus textos.
Tras el primer acto la directora,
Raquel Araujo, salió a hablar con el respetable y mostrarle la forma en la que
deben ver la obra, con los ojos cerrados, con el alma abierta a ser
sorprendidos por los textos de Sor Juana, ya que ella es Eco y Narciso. Aunque
es Narciso al que siempre estamos buscando cada uno de nosotros. También quiso
dedicar la obra a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa que aún sus familias
siguen sufriendo por ellos. Mientras la directora hablaba el elenco de actrices
ofrecía un chupito de Mezcal, la bebida típica de México que es muy parecida al
Tequila.
Una obra rica en contenidos y con
unos textos muy amplios, en algunas ocasiones, llegaron a hacerse pesados, bien
por el calor sofocante o bien por la profundidad de los mismos. Aunque en el
conjunto cabe destacar el gran trabajo de dirección y actoral. Donde el juego
con los espejos hace ver el juego áurea que esta obra quiere reflejar.
Tras los aplausos las actrices
junto con la directora ofrecieron a los presentes semillas de amaranto, la
semilla de la felicidad para terminar la jornada con un buen sabor de boca.
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