Triunfo absoluto en su estreno el de ‘La Baltasara’. Los aplausos y
ovaciones no cesaron en varios minutos. Llegó de nuevo al Corral de Comedias
para triunfar a lo grande y poner de manifiesto que las mujeres somos libres de
elegir lo que queramos hacer. Obra con un mensaje impreso para concienciar.
No podían haber cogido mejor
lugar para el estreno de la obra ‘La Baltasara’ que en el Corral de Comedias de
Almagro. En los Corrales era donde triunfaba Ana Martínez, más conocida por La
Baltasara, hasta que un día se bajó del escenario en mitad de una función y
salió de ese Corral de la Olivera. Pero no del de Almagro, donde Pepa Zaragoza
nos sumerge en la vida de esta actriz barroca que pasó a Santa Anacoreta.
El nombre elegido para sus
espectáculos lo eligió al haber nacido el día de Reyes y sonar mucho mejor
Baltasara que el de los otros magos de Oriente. A través del patio del Corral
empieza su narración. Para continuar sobre las tablas su intenso periplo a lo
largo de su vida, desde sus éxitos hasta su retirada en el monte, donde se
convierte en ermitaña. Esta obra es un claro manifiesto de las injusticias que
se cometían con las mujeres en aquella época, donde ser libre estaba más que
criticado.
El texto de Inma Chacón y la
dirección de Chani Martín llega al espectador para cautivarlo. Un texto ágil en
el que Pepa Zaragoza y Nacho Vera imprimen agilidad a la escena. A pesar de que
la historia no tiene nada de cómico, arranca las risas del espectador por su
manera de hacer fácil el verso, con un lenguaje que entendemos todos. Puesto
que las injusticias, da igual los siglos que pasen están a la orden del día. En
el caso de Ana Martínez fue la censura de la iglesia y la sociedad la que le
hizo abandonar su carrera en el momento más álgido.
La música es parte fundamental
del espectáculo, en donde Nacho Vera acompaña en escena a La Baltasara en su
relato. El cual hace de músico, marido, padre, obispo y cura, según el momento
de la narración de Ana Martínez. La escenografía de Fernando Sánchez-Cabezuelo
llama la atención al tratarse de un confesionario que simula el camerino de la
actriz. Es una construcción de madera que gira según el momento de la escena
que necesite, tan pronto es el camerino, como es la cueva, como la ermita. Y lo
que más llama la atención es el caballito de los parques infantiles que con
monedas se mueve simulando la cabalgadura del caballo original de la artista.
A pesar de la media hora de
retraso con la que empezó la función, el público se involucró desde el primer
momento con esta obra que nos vuelve a mostrar una vez más que las mujeres
tenemos voz y voto, que somos valientes y libres. Que ni la iglesia ni la
sociedad nos debe cortar nuestros logros ni triunfos. Aunque para más de uno la
huída de la Baltasara fuera una victoria para ellos, nada más lejos de la
realidad, la victoria fue para ella.
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