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23 julio 2018

Los versos de Calderón recitados por cuatro muñecos y Moscatel

Con una apuesta un tanto peculiar Producciones Esquivas estrenaron “No hay burlas con el Amor” en el Teatro Municipal. Muñecos divertidos caracterizados como los protagonistas de la novela de Calderón que eran dirigidos por cuatro de los actores. El único que estaba exento de la caracterización de su personaje era Moscatel, el gracioso de la obra según el dramaturgo del Siglo de Oro.

El amor, quién es capaz de jugar con él o burlarse. Por mucho que se intente, nunca se vence algo tan fuerte que nace de dentro. Es imposible derribarlo por muchas barreras que se interponga. Eso es lo que intenta decir Calderón, si realmente somos dueños de quién nos enamoradas. En esta comedia tan divertida, el amor no es burlado, el amor es correspondido y todos acaban consiguiendo su objetivo.

La trama comienza en casa de Don Alonso de Luna cuando su amigo Don Juan de Mendoza acude a pedirle ayuda puesto que está enamorado de Doña Leonor de Enríquez, claro que con el pensamiento que existía en aquella época, el honor de una hija era lo primero para un padre y sobre todo, quien debía casarte antes era la primogénita. Por ello Don Juan le pide a Don Alonso que enamore a Doña Beatriz de Enríquez. Si ya de por sí en la obra se ve el humor de Calderón si además se adereza con unos muñecos muy característicos y peculiares, la risa y la atención están garantizadas. Máxime cuando aparece en acción un personaje tan serio como es Don Pedro Enríquez con ese cuello que parece un acordeón cuando lo estira en sus inmensos cabreos. Y el acento de Inés o el simpático Moscatel. Todos ellos crean una puesta en escena con un ritmo muy ágil y fácil de seguir con tanto enredo amoroso en el que al final Don Juan consigue a Doña Leonor, Don Alonso a Doña Beatriz y Moscatel a Inés.

Riqueza visual en cuanto a los decorados y los muñecos, que hacen atractivo el conjunto de la obra. Una escenografía de Javier Mateo en el cual según la casa en la que estén muestra un salón muy hogareño en la de Don Alonso, con dos retratos suyos, interesantes y curiosos si se fijan puesto que recuerdan a pinturas de artistas El Greco con su famoso “Manco de Lepanto” o Caravaggio con “Baco”. Mientras que la casa de la familia Enríquez es más sencilla y con una alacena que le sirve para esconderse a Don Alonso y Moscatel en una ocasión. Y si curiosos y bonitos son estos decorados, la calle por la que pasean Don Luis y Don Diego es típica de la época, empedrada y con fachadas regias.

El vestuario va acorde con el de los muñecos para no desentonar. Muñecos que son guiados por las manos de los actores que gesticulan la boca con una, mientras que con la otra es utilizada como parte del cuerpo del propio muñeco. Muy bien sincronizado. Cada uno de los actores tiene doble personaje que a veces salen enfrentados en una misma escena, diferenciando las voces con una dicción perfecta. Antonio Ponce encarna a Don Alonso de Luna y a Inés, la criada de las Enríquez. Por su parte, Enrique Meléndez es Don Juan de Mendoza y Don Pedro Enríquez. Doña Leonor es Claudia Salas y Doña Beatriz es Susana Martíns. Las chicas también hacen de Don Luis y Don Diego respectivamente. El único personaje que es de carne y hueso es Moscatel interpretado por un dinámico Alberto Arcos.


Para que todo este conjunto visual se dé hay un responsable que no es otro que el director. Juan Polanco ha hecho un trabajo encomiable junto al elenco de actores y los muñecos de Mónica Florensa. Sin olvidar a Karmele Aranburu en la dirección del verso. La música de Jaume Carresas. Un estreno en el que han dado el do de pecho.