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07 diciembre 2006

"En mi tierra me han estimulado mucho, me han querido"

Teodoro Muñoz que vio truncado su futuro el 18 de julio de 1956 en Almagro cuando un toro de la ganadería sevillana de Doña Amelia y Alberto Marqués le propinó una cornada en el muslo derecho.



Teodoro Muñoz nació en Almadén. Empezó a interesarse por el mundo de los toros cuando tenía siete años puesto que su padre lo llevaba a ver los festejos de su tierra, en esa bella plaza como es la plaza hexagonal de Almadén. En la guerra tuvo que emigrar a Barcelona para hacer realidad su sueño, convertirse en torero. Allí se apuntó a la escuela taurina y comenzó su aprendizaje de la mano del maestro Pedro Bascures “Pedrucho” llegando a convertirse en el alumno número dos de la misma. En todos los festejos que montaban para los alumnos estaba nuestro paisano y ya demostraba sus dotes como torero. Por toda la zona de Barcelona lo conocían, incluso en las plazas de Mallorca y parte de Francia. Tal era la necesidad de sus paisanos por verlo torear que consiguieron que abandonara Barcelona para volver a Almadén. Teodoro Muñoz nos cuenta con añoranza cuando fue su debut con picadores. “El 14 de junio de 1954 debuté en Daimiel, en el cartel me acompañaban Mario Carrión y Juanito Coello con toros de Frías. Fue un éxito muy grande esa tarde”.

—¿Qué recuerdos guarda de ese día?
—Tenía en Almadén una peña de amigos que me apoyaban, casi todo el pueblo fue a verme. En mi primer novillo corté una oreja y las dos y el rabo en el segundo. También vinieron los de la peña taurina Ciudad Rodrigo de Salamanca junto a mis seguidores del Club Taurino Mario Cabré.
—¿Y ya en su tierra cuántas tardes ha toreado en esta bella plaza?
—Han sido 23 tardes las que he toreado en Almadén. Me viene en el año 53 dos antes que “El Zorro”.
—¿Cómo es el sabor de esta plaza?
—Tiene un sabor especial. ¿Tú sabes lo que es venir a tu pueblo a esta plaza tan antigua? Para mí era asombroso torear esas 23 tardes.
—23 tardes y 23 éxitos.
—Unas veces he tenido éxitos y otras no tanto, pero en general bien. A mí me ha querido mucho la afición y me siguen queriendo.
—¿De las 23 tardes cuál recuerda con más sabor?
—La de más sabor cuando vino “El Zorro”, que era hijo de Almadén. Él también estaba en la Escuela de Barcelona. Lo traje yo por la competencia que existía. Había cierto pique entre nosotros pero eran más los públicos que a veces son peores que los toreros. A mí me respetaba mucho Rafael, él era un gran torero, todo lo que te diga de él es poco. Lo bonito era como los públicos nos defendían.
—¿Qué otros éxitos nos puede relatar de su trayectoria?
—Puedo comentaros mis dos tardes en Ciudad Real. Las dos tardes salí a hombros. Qué más quiere un torero que torear en su capital y triunfar. Prueba de ello es que a mí en la tierra me han estimulado mucho, me han querido. Quizás haya sido por ser un torero agradable con la gente. En ningún momento he sido un torero presumido. He sido correcto y por eso me querían y me siguen queriendo.
—Le siguen queriendo como bien dice porque todavía sigue aportando su granito de arena en la Fiesta Nacional.
—La verdad es que sí. El año pasado se organizó una clase en el ruedo donde enseñamos a los chavales. Luego cada uno toreaba a su manera, aquello resultó muy bonito. Este año también se iba a hacer pero al final no se porque se hizo. También suelo aconsejar al concejal José Tejero. Tenemos un concejal que es una ayuda muy buena para los toro. Si se fuera la cosa sería diferente. Lo mismo que el empresario Paco Romero que trae muy buenos carteles.
—¿Durante su corta carrera habrá dado trofeos?
—Pues la verdad es que sí. La Federación Taurina Manchega con Diego del Moral a la cabeza me entregaron una medalla. El Ayuntamiento de Ciudad Real hizo un festival con los toreros en activo y me entregaron una placa. Recientemente los miembros del Ateneo Taurino Manchego me dieron un homenaje. Todo esto lo conservo con mucho cariño. También tengo un capote de paseo que me lo regalaron mis seguidores de la club taurino Mario Cabré.
—¿En aquella época con cuantas tardes podría un torero terminar la temporada?
—Pues dependía de la categoría y la fuerza que tuviera el torero. Nosotros en la provincia los que teníamos fuerza éramos Juanito Coello, Rafael Martínez “El Zorro” y yo.
—¿Realmente los toreros de antes eran diferentes a los de ahora?
—Mucho. Hoy los toreros son más creídos. Y tienen que tener claro que aquí quien manda es el toro. Con arreglo a lo que dicta el toro es a lo que te tienes que acoplar. Es así de claro y bonito.


Una carrera que se vio truncada por un toro de la ganadería de Doña Amelia y Alberto Marqués. Aquel fatídico 18 de julio de 1956 “Ojinegro” marcado con el número 68 quiso que Teodoro Muñoz dejara que su sueño no terminara de realizarse. Le propinó una cornada en el muslo derecho que lo partió la femoral y safena. Pero pudo más la fuerza de este joven para que su vida siguiera adelante. Hasta que lo atendieron pasaron muchas horas en las cuales su vida podía haber tomado otros derroteros. Lo único que le falta son los dedos de los pies por no llegarle bien el riego sanguíneo. Por lo demás puede dar gracias a Dios que a sus 78 años está contándonos su experiencia.

—¿Cuéntenos como fue esta fatídica tarde?
—Mi segundo novillo me propino una cornada en el muslo derecho que me partió la femoral y la safena. Sangré mucho y estuve a punto de perder la pierna. En Almagro me hicieron un torniquete y me trajeron a Ciudad Real. Se avisó al médico para que me recibiera, pero cuando el doctor Chamorro vio como era la herida no quiso operar y tuvieron que buscar al de guardia que se encontraba en una finca en Piedrabuena. Hasta las cuatro de la mañana no me pudieron operar. Todo ese tiempo que se perdió desde las seis de la tarde que el toro me dio la cornada hasta la intervención provocó que el riego sanguíneo no llegara a los dedos de los pies, por eso los perdí. A los tres días me trasladaron al sanatorio de toreros donde Luis Jiménez Guinea, el médico de Manolete me trató. Si hubiera seguido en Ciudad Real me hubieran cortado la pierna. Cuando llegué a Madrid me la pusieron en alto y la movían para que no hubiera problemas.
—Volviendo a sus momentos de torero, ¿con qué era más poderoso Teodoro Muñoz?
—A mí me gustaba más el capote. Los toros eran muy distintos a los de ahora, antes hacíamos quites, con la gran variedad que existe con el capote. Ahora no se ve nada de eso. Al toro le han quitado mucha raza que es con lo que se mantiene, por eso no aguantan los toros ahora.
—¿Le hubiera gustado dirigir una escuela taurina?
—Pues sí. A mí hacer12 años me lo propuso un concejal de Ciudad Real, pero yo no vivía allí. Pero si me hubiera pillado más joven la hubiese montado yo. Muchos han sido los festejos que he organizado con chavales de la tierra.
—¿Cómo ve ahora el toreo?
—Se ha perdido mucho. Hoy se torea tal vez más quietos, pero no todo en el toreo significa quietud. En el toreo hay que tener mucha cabeza, saber lidiar y poder a los toros. Hay toreros que no pueden, les faltan facultades y cerebro.
Muchas gracias por todo y aquí estamos para ayudar a que la fiesta de los toros siga adelante.