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27 enero 2007

Recuerdos toreros de un pasado no muy lejado



La Escuela Taurina de Ciudad Real ha comenzado el año volviendo a sus tradicionales Jueves Taurinos, en esta ocasión el diestro invitado para dar consejos a los alumnos fue el madrileño Fernando Cruz.

A pesar de las malas condiciones atmosféricas, los alumnos de la Escuela Taurina de Ciudad Real no se quedaron sin ver al diestro madrileño Fernando Cruz y escuchar sus consejos.
Era la primera vez que Fernando Cruz pisaba el albero de la Plaza de Toros de Ciudad Real, y le gustó mucho ver el coso. También le vinieron a la memoria los recuerdos de cuando él empezaba en la Escuela de Madrid y posteriormente en la de El Espinar, dirigida por el maestro Sánchez Puerto. Unos recuerdos no muy lejanos los de este joven diestro para el que el año 2006 marcó un paso decisivo en su carrera. El jugarse la vida es sinónimo de que las empresas apuesten por tí. Y eso es lo que lleva haciendo en su corta carrera Cruz. Por fin sus esfuerzos se están viendo recompensados.
Seguro que esta temporada todos los triunfos del año pasado le sirven para que las empresas cuenten con él.

Humildad
Después de posar todos la foto de familia tanto los alumnos como los profesores y junta directiva se desplazaron con el protagonista hasta los salones de Unicaja, donde comenzó la primera de las charlas de este año. Aunque poco público asistió debido a la hora de la misma, el que fue se llevó una grata impresión sobre la persona de este joven torero. Un dato curioso que cataloga la gran persona que es, fue que en un momento de la charla habló de los alumnos como compañeros, tratándolos por igual. Eso le honra y se ve la humildad que este torero tiene.
Acompañando a Fernando Cruz en la mesa estaba el presidente de la Escuela, Vicente de Gregorio. También estuvo el director artístico de la misma José Ruiz “Calatraveño” y el alumnos Cristian Sánchez.
Tras una amena charla los asistentes pudieron saciar su curiosidad con preguntas al diestro que gustoso contestó hablando en primera persona de todo lo que le había ocurrido en su corta carrera.
También hubo consejos para los pupilos de Calatraveño, el más importante de todos es que nunca tiren la toalla. Él empezó cuando contaba con 10 años, se tuvo que buscar la vida en capeas para poder torear pero aún así como la afición era tan grande no desistió nunca. Tuvo la suerte de ir a Francia y que allí las cosas le rodarán.