Juan Serrano “Finito de Córdoba” lleva dieciséis años de matador de toros. Muchos han sido los indultos que lleva a lo largo de su carrera pero uno de los más importantes, sin duda ha sido el de Almagro. El año pasado con “Sabueso” vivió una tarde inolvidable, lo mismo que el resto de aficionados que se dieron cita.
La madurez es algo que se adquiere con los años. Pero el disfrutar de una tarde en la que se cuaja un toro y para más inri se indulta es de los placeres más grandes que vive un torero. El 25 de agosto en el coso de Almagro Finito de Córdoba disfrutó de una gran tarde. “Sabueso” le dio ese placer con su bravura y nobleza. El de Fuente Ymbro fue indultado y pasó a la historia del coso con la gran faena que hizo el de Córdoba.
—Lo primero darle la enhorabuena por los trofeos obtenidos en Almagro, ¿qué han significado para su carrera?
—Muchas gracias. Una satisfacción muy grande porque ya son cuatro los trofeos que tengo. Y la ciudad de Almagro está siendo talismán para mí. Llevo muchos años yendo y la suerte de encontrarme con toros embistiendo y hacer disfrutar. Eso que es un marco incomparable, quizás sin duda el de La Mancha donde los toreros nos sentimos más a gusto y vamos a disfrutar.
—¿Cuándo empezó a estar anunciado en Almagro?
—No sé decirte, como seguidos han sido muchos. El año pasado, no, el anterior falté por lo de la lesión del tobillo, pero llevaba como cinco consecutivos anunciado en los carteles. Creo que he ido durante 8 años seguidos.
—¿Es importante el reconocimiento de una afición para un torero?
—Sí, está claro. Hay sitios donde uno va más a gusto que a otros. Eso no quita para que uno, lógicamente, una vez que cuajes un toro pues tengas la suerte. Siempre digo que el arte a todo el mundo le gusta, incluso al que no entiende. Sí es verdad que buena gente hay en los distintos públicos con mucha sensibilidad. En este caso el de Almagro es uno de ellos.
—Aunque lo haya hecho en diversas ocasiones, al lector de El Día Taurino le gustaría leer de sus propias palabras ¿cómo fue la faena a “Sabueso”? ¿cómo la vivió?
—Fue muy emotiva y bonita desde el principio. Recuerdo el toro que tenía una gran condición desde el principio. Lo único que tuve que hacer es afianzarlo, darle confianza para que él se asentase. Veía que el toro iba a mucho más. Sobre todo la virtud que tuvo, una gran nobleza. Tuvo mucho recorrido, mucha transmisión, siempre humillado. Y principalmente la duración. El toro tuvo el mismo ritmo de principio a fin. Fueron mucho los muletazos. Lo recuerdo especialmente emotivo porque son muchos los indultos a lo largo de mi trayectoria. Pero este fue muy especial por todo lo que aconteció en ese momento, por como estaba la plaza, no había nadie en contra, todo el mundo de acuerdo, muy a favor. Incluso la presidenta tuvo una gran sensibilidad, porque en ningún momento estuvo dura, sino todo lo contrario. Fue solicitar el indulto y lo concedió. Es decir, que eso se había transmitido. Era una obra de arte que se había realizado allí y la gente la había captado. Nadie estuvo en desacuerdo y eso fue lo más bonito.
—¿Cuáles fueron las sensaciones que tuvo después del indulto?
—De un torero roto. Un torero que se vació mucho. La verdad es que me vacié en mi toreo. Recuerdo que iba para Almería con una sensación extraordinaria. Uno siempre acepta que en el mes de agosto hay tanto contrato, anda con tanto estrés. Yo llegué y me costaba dormirme, pensando en la faena. Ya son muchos años, muchos toros matados, pero cuando cuajo un toro así y luego se disfruta de tal manera, es algo distinto. Algo que la gente sigue llenando. Estaba deseando volver a vestirme de torero. Sabía que era imposible volver a estar a la misma altura pero de verdad que fui a Almería con una ilusión tremenda.
—¿Usted es de los toreros que piensan que da igual la categoría de la plaza para indultar a un toro?
—Sí porque me han demostrado que plazas de tercera categoría he sido capaz de oxigenarme en momentos difíciles. No hay que menospreciar a una plaza de tercera, porque en cualquier sitio, en cualquier plaza es capaz de devolverte el sitio y la felicidad que un torero necesita. Cuando realmente uno llega en buen momento es todo lo contrario. No necesitas ese oxígeno pero sí necesitas disfrutar. En este caso en sitios como Almagro poder disfrutar y encontrarte una corrida en hechuras y en tipo de embestir, y para hacer un toreo bonito.
—El año pasado indultó a tres toros, uno en Morón, Mora y Almagro, ¿con cuál de ellos se queda?
—Con el de Almagro. Si mal no recuerdo son dieciséis o diecisiete en mi carrera. Todos han tenido cosas muy positivas. Pero especiales, pocos. Recuerdo el indulto de “Tabernero”, fue emotivo. Luego el de “Zafiro” en Barcelona. De “Bondadoso”, la tarde de seis toros en Córdoba. Son dos plazas de primera. Pero luego otros muchos. El de Almagro ha sido uno de los especiales. Si he indultado 16 ó 17 toros, la palabra indulto siempre despierta una polémica, pero han sido 5 ó 6 que todos han estado de acuerdo. Bueno muy contento. El de Morón fue importante también, pero no tuvo nada que ver con el de Almagro. El de Mora no tanto. Dentro de su condición para llegarlo a indultar tuvo duración, pero no tuvo tanta virtud.
—En el año 2006 toreó cuatro tardes en la provincia de Ciudad Real. Si no recuerdo mal en Socuéllamos estuvo a punto de indultar a uno de sus enemigos, ¿cuéntenos que pasó?
—Ahí lo intenté, pero al final el animal se vino abajo y empezó a aburrirse un poquito. Pero aguantó un ritmo excepcional. El toro tenía trapío suficiente para haber padreado. La verdad es que tuvo una condición muy buena. Me encantó el toro. La gente lo estaba pidiendo pero se dieron cuenta al final que no pudo ser.
Después de haber recordado lo vivido en Almagro y en el resto de la provincia en la temporada pasada nos sumergimos en el futuro. En lo que va a ser este año.
—¿Su preparación durante el invierno suele ser muy intensa?
—Bueno según, porque quién mejor que uno que sabe si está en buen momento o no. O si necesita más entrenamiento o no. Sobre todo ahora, me gusta tener una preparación intensa, tanto física como psicológicamente. Estar preparado físicamente es fundamental porque luego llegan las grandes ferias y a principio de temporada cuesta mucho. Te sale el toro grande. He ido a América a Venezuela para ir haciendo el cuerpo al toro. Porque toreó en Fallas el 17 y es toro de plaza de primera. Una plaza exigente, un público bueno pero exigente a la vez pero hay que estar preparado. Aparte de eso tengo festivales y mato toros a puerta cerrada.
—¿Con los compañeros suele haber pique entre vosotros?
—Bueno a estas alturas. Siempre, lógicamente, uno tiene su orgullo siempre gusta quedar por encima. Ya no por encima, sino cuajar un toro. Siempre digo lo mismo, a mí que me embistan los toros y lo demás ya lo pongo yo. Lo que hagan los compañeros me trae sin cuidado. Lo miro desde otro punto de vista. Lo miro desde el punto de vista de aficionado. Si un compañero triunfa y esta conmigo en el cartel lo que hago es disfrutarlo.
—¿Aparte de a Fallas a que plazas de primera va a ir?
—Madrid no me gustaría. Madrid tuve cinco o seis años buenos donde disfruté mucho. Cuajé toros e hice disfrutar a la vez. Luego me han demostrado que ya no disfrutan y yo tampoco. Pues no me merece la pena por lo que significa para mí psicológicamente. Pienso que uno debe ir a un sitio a gusto. No desde que uno esta haciendo el paseíllo se están metiendo. Es la tristeza. He sido capaz de en un momento dado decirlo públicamente, pero hay compañeros que no lo dicen y los tratan igual. Es el gran defecto de Madrid, porque si sólo se metiesen conmigo, pues dice uno, seré yo, me he metido con ellos y me lo he ganado. Pero no es el caso. Porque hay compañeros que no dicen nada, que sienten lo mismo y que los tratan igual o peor.
—¿Considera que está en un gran momento de madurez artística?
—Sí, por supuesto. Porque cuando ha salido el toro que he podido cuajarlo lo he hecho a placer. Como siempre, no como siempre sino mucho mejor porque son años de alternativa y lo he visto claro. Considero que estoy en un momento de plenitud y disfrutando mucho de la profesión. No es lo mismo cuando no sale el toro bueno. Cuando sale el toro complicado. Te plantea problemas, lógicamente la situación actual es diferente a la cuando empezaba, y los esfuerzos no son lo mismo. Es verdad que has ganado en cuanto a técnica, colocación y sabiduría.
—¿Cómo definiría su estilo de torear, aunque a estas alturas todos los aficionados lo saben de sobra?
—A mí me gusta el toreo con profundidad. El toreo que se engancha alante, llevándolo atrás cuando te lo permite y cuando no, más en rectitud. El muletazo con trazo largo y la muleta muy baja. Sobre todo que tenga ritmo y buena sincronización. El toreo acompasado con la cintura.
—¿Con qué se siente mejor con el capote o con la muleta?
—Tengo la fortuna que tanto con el capote como con la muleta sentirme muy a gusto. Cuando un toro me ha dejado cuajarlo con el capote, lo he hecho a placer y lo he sabido disfrutar también. Siempre es más fácil cuajar un toro con la muleta. No todos te dejan torear con el capote. La mayoría te facilitan el toreo con la muleta. Aunque a veces no alcance uno lo que te estoy definiendo como entiendo el toreo. A vece es imposible. Te pasa por ahí 50 veces pero no te deja expresarte ni sentir lo que realmente llevas dentro.
—¿Para sobrevivir dentro del escalafón de matadores que es lo que hace falta?
—No sé. Afición sobre todo. Y luego suerte, lógicamente. Que los toros te respeten y que las empresas y los compañeros también te puedan respetar. Estamos atravesando un momento raro en el toreo. Y los compañeros que dan la cara y que triunfen en sitios grandes a lo mejor no tienen la temporada planificada. Eso siempre ha sucedido. Afortunadamente me considero un privilegiado en ese sentido. Porque siempre he tenido un gran respeto por los compañeros y por las empresas.
—¿En que cree que es mejor Finito de Córdoba ahora que cuando tomó la alternativa?
—Es distinto porque cuando uno empieza tiene la indicción de abrirse camino, es un tanto egoísta en ese sentido, porque sólo quiere torear y pegar pases. Todos los toros los ves parecidos, ves menos defectos, quizás, no es mi caso porque siempre he seguido una línea, he sido precavido en ese sentido. Cuando he tenido que apostar, dar la cara y hacer un esfuerzo con un toro lo he hecho, pero siempre sabiendo donde me he tenido que colocar y sabiendo que hay que estar con todos los sentidos puestos. Desde el principio lo he mantenido así. Ahora muchísimo más. Cuando empezabas eras más inconsciente te ponías ahí y pareces que apostabas y hoy por hoy te sorprendes a tí mismo. Afortunadamente los toros están respetando y que lo sigan haciendo por mucho tiempo.
—¿Cree que es importante saber combinar cabeza, valor y técnica o hace falta algo más?
—Por supuesto esas son las prioridades que yo creo. El valor dentro de que hay que tenerlo es necesario para estar delante y aguantar. La técnica es fundamental y la cabeza por supuesto es una de las virtudes grandes que hay que tener. Saber en todo momento las cosas positivas y negativas del toro que tienes delante, los terrenos que hay que darle, la colocación, el trazo que debe de llevar. Muchas cosas que hay que conjugar en breves segundos. Por eso es la grandeza del toreo. Por encima de todo es la profundidad y el arte.
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