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31 mayo 2007

El maestro de la aguja plasma su arte en los vestidos de torear

Puntada a puntada se va elaborando el vestido de torear. Un vestido que según los bordados que lleve encarecen más su precio. Bordados especiales para los que le quieren dar un toque especial, a lo que Justo Algaba está encantado en darles ese toque.

Los vestidos que lucen los toreros en cada festejo taurino, tiene detrás de ellos una gran labor, grandes horas de trabajo y miles de puntadas que se ven gratificadas el día del estreno. Justo Algaba es uno de los sastres más famosos dentro del panorama taurino. La mayoría de los toreros acuden a él para pedirle consejo e incluso para que le diseñe sus vestidos de torear. Esos vestidos que hacen de la Fiesta una belleza, puesto que su colorido y bordado enriquecen el albero.
Frente a su máquina de coser y terminando un trabajo que tiene que entregar con urgencia, atiende Justo Algaba, sastre de toreros, a El Día Taurino.
Allá por el año 66 Justo Algaba decidió abandonar su pueblo natal, Albaladejo, para irse a Madrid, a forjarse su futuro. Quería ser pilotos de aviones. Pero el destino es fortuito. Como vio que los volar no era lo suyo, lo dejó. Al ir buscando trabajo se encontró con su futuro. El destino le llevó hacia un sastrería de toreros. Sitio donde aprendió su oficio, en el cual hoy está consagrado. Él quería pertenecer al mundo del toro y al final lo consiguió.

sus primeras creaciones
Siempre queda en la memoria de uno las primeras cosas que se hacen, y no iba a ser menos Justo Algaba. Recuerda perfectamente que la primera ropa que hizo fue a un banderillero; Jesús Murciano “El Suso”. Al primer torero al que le hizo un vestido de torear fue a Eladio Peralbo, un diestro madrileño que se fue a México. Después el sastre de toreros siguió su mercado en México, creando sus obras en aquellas tierras, al otro lado del charco. Su inmersión en España surgió del boca a boca. Puesto que Justo Algaba era un sastre novedoso y aportaba grandes ideas en los trajes de luces. Está revolución llegó en los años 75 ó 77.
Estas innovaciones eran según nos informó Justo Algaba: “unos diseños que estilizaban muchísimo más la figura. Eran diseños de estilo romano, grecas eclesiásticas, es decir, era todo un diseño que poco se había visto en ese momento”. Prosiguió contando que: “ fue muy bien acogida en todos los torero. En definitiva era estilizar mucho la figura sin perder la tradición de lo que era la ropa de torear”.
Y desde que comenzó hasta nuestros días ha conseguido hacerse un hueco y un nombre dentro del panorama taurino. Pero no todo fue tan fácil como parece. A Justo Algaba le costó mucho. Sobre todo trabajar muchas horas, incluso a deshoras, para conseguir una de las cosas más difíciles que existen en el mundo, y eso no es otra cosa que la credibilidad. El sastre de toreros aseguró que: “ya no es que seas ni mejor ni menos bueno, es que tienes que dar credibilidad. Cuando un torero te llama, tienes que tener tres cosas apunto, que son: la puntualidad, la calidad y la verdad.”

La consagración definitiva
En el año 92, con motivo de la Expo de Sevilla, le llegó a Justo Algaba la prueba definitiva y con ello su consagración. En aquel entonces se pudo jugar su prestigio, incluso la piel, ya que la responsabilidad era grandísima. Debía hacer el vestidos de la terna completa y de sus respectivas cuadrillas. Llegar a tiempo en uno de los días más importantes y siendo televisada esa corrida para todo el mundo. Difícil le resultó a nuestro protagonista narrarnos lo que sintió cuando durante toda la tarde vio sus creaciones.
Pero lo que no podrá olvidar es el estrés que le ocasionó aquel día, donde se ganó el prestigio de todos los taurinos y su consagración como sastre de toreros.
Buenos consejos
Muchos son los toreros que pasan por su tienda, ubicada en Las Rozas, e inaugurada hace apenas un año, para que le diseñe sus vestidos de torear. Además de dejar en manos de este profesional de la aguja sus diseños le piden consejo para crear un vestido más adaptado a sus gustos. Porque no a todos se les pueden hacer los mismos dibujos ni colores.
Entre los trajes raros que haya podido crear está el que el año pasado luciera Juan José Padilla. Un vestido muy original para el ciclón de Jerez. El propio artistas habla de su creación “en este vestido me ayudó mi amigo Antonio Cabello. Lo vimos de la siguiente manera Como es el ciclón de Jerez lo que hicimos fue crear un ciclón. Y en ese ciclón teníamos que hacerlo de una manera como él estuviese viendo a su propio ciclón. Hicimos una fotografía a los ojos de él y los pusimos en pequeños ciclones. Mirando a los ciclones grandes. Quizás sino se explica se puede pensar que es una locura lo que ha hecho. Creo que todo tiene su encanto y más cuando se explica. Es un diseño muy original y muy para él”.
Pero este no ha sido el único diseño original que han creado las manos de Justo Algaba. Un torero mejicano que se llama Cruz Flores le pidió que pusiera su nombre en el traje de luces, y eso fue lo que hizo el sastre. Crearle un traje con cruces y flores, pero el diestro no supo interpretarlo y al no ver su nombre escrito en el vestido se pensó que lo había engañado. Pero una vez que le llegaron las explicaciones todo quedó en una bonita anécdota.
Otro de los vestidos originales que ha creado ha sido uno con un firmamento para un torero de los años 70, Alfredo Peñalver. A Paco Ojeda le hizo un vestido de pensamientos, puesto que para Justo Algaba es un gran pensador, y así lo quiso reflejar en su creación. También le hizo otro en el que había una estrella con un círculo alrededor y 5500 hojas de laurel, que son el símbolo del triunfo. Ahora este vestido lo tiene la mujer del ex-alcalde de París.

Un mes y medio es el tiempo estipulado para la creación de un traje de luces. Es algo tan laborioso que se tarda mucho tiempo.
Son cientos de miles y millones de puntadas las que puede precisar un traje de luces. Tan sólo en el mes de diciembre se para de elaborar vestidos de torear.

“No soy dueño de las ideas”

Ningún artista es dueño de sus ideas. Estas no llegan cuando las necesitan. Las ideas surgen de la manera más fortuita. Justo Algaba para ello busca el momento para encontrarse con ellas. Se va al campo o se queda en las noches solos. En el momento que le surgen las ideas las va matizando.