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04 mayo 2007

Huele a torero de antes: Antonio Sánchez Puerto

Antonio Sánchez Puerto se enfundó el traje de luces para salir al ruedo dispuesto a demostrar lo del año pasado. Las ilusiones y las esperanzas se conjugaron, pero el toro lo descompuso todo. No le permitió hacer su toreo de arte.
El terno verde botella y oro espera en su silla para adaptarse al cuerpo de Antonio Sánchez Puerto. Su primera corrida de la temporada y con las mismas ilusiones de siempre. Con esas ilusiones que van creciendo en el alma. Un alma que no deja de engrandecerse con el arte de este torero de Cabezarrubias del Puerto.
A las cinco en punto comienza el ritual. La soledad de una habitación, en la que el maestro y su mozo de espadas con pocas palabras se entienden. Son varios años en los que Antonio Sánchez Puerto y José Luis Fernández comparten esta soledad. Varios años en el que el ritual es el mismo. Una tradición de antaño. El maestro sumergido en sus pensamientos mientras que el mozo de espadas lo viste. Se tiene que sentir a gusto y no estar preocupado de nada, tan sólo del toro.
Primero los leotardos, después las medias rosas. Continuan con la taleguilla y las zapatillas. Hay que poner la castañeta para que la montera quede bien. “Aprieta un poco más, está un poco floja”; esa es la voz de Sánchez Puerto. A lo cual José Luis Fernández le replica “¿Así está bien o aprieto un poco más?”. “No así está bien” contesta el diestro. Otro largo silencio hasta que se aprietan los machos. En ese momento se vuelve a escuchar el diálogo entre el matador y su mozo de espadas. No deben estar ni muy prietos ni muy sueltos. La coordinación entre ambos es perfecta. Una vez que los machos están abrochados se pasa a la camisa y los tirantes, para continuar con el corbatín y la faja. El chaleco y la chaquetilla son las últimas prendas del vestido de torear. Durante esta media hora de ritual se conjuga la tradición, los sentimientos, las supersticiones, las emociones, los gustos personales, los miedos, los recuerdos... Todos arremolinados y a la espera de lo que suceda en el ruedo.

Las ilusiones y esperanzas
Cuando se abre la puerta de la habitación y encontramos a Sánchez Puerto con la taleguilla puesta el olor que desprende el lugar es de torero del caro, torero de antes. Templanza en todo momento, los nervios a punto. Con tranquilidad se viste. Sus ilusiones y esperanzas se entremezclan como las del resto de aficionados que esperan ver a este torero, que a pesar de los años sigue manteniendo su poso.
Ahora es cuando disfruta del toreo. Recordando suertes que hizo antaño. Ese toreo añejo que cuesta tanto volver a ver. Sentado en una silla recibió a su primero en la faena muleteril. Una suerte muy bonita y en desuso por las figuras por el riesgo que conlleva. Pero Sánchez Puerto es valiente y quiso poner ese punto de romanticismo en su toreo.