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22 agosto 2007

Dos toreros diferentes que se enfrentan en el albero


EL DÍA ha puesto cara a cara a dos diestros de la tierra. En una experiencia que ha resultado muy fructífera Aníbal Ruiz y Luis Miguel Vázquez mantuvieron una amena charla en la que ambos han mostrado su cara más privada para llegar al lector y al aficionado.

Una idea que nos venía rondando desde hace tiempo y por fin la hemos podido llevar a cabo. En esta ocasión el proyecto se ha realizado con dos toreros locales: Aníbal Ruiz y Luis Miguel Vázquez. Dos amidos fuera dela plaza pero enemigos en el albero. Su mirada seria delante del toro lo dice todo. La entrevista da comienzo deseando que les guste. Se alternarán preguntas y respuestas.

Luis Miguel Vázquez. —¿Eres profeta en tu tierra?
Aníbal Ruiz. —Eso lo tiene que decidir la gente. Lo que sí puedo decir es que me siento muy querido. Aunque no a todos le guste mi toreo, porque no tiene porque gustarle a toda la gente. Ahora si soy profeta o no lo tiene que decir el público. Vamos que no tengo queja.
A.R.—¿Cuál ha sido el momento en el que más a gusto te has sentido delante de un toro?
L.M.V.—Diría que el momento más a gusto fue en la corrida del Conde de la Corte, que estaba recién alternativado y pude cuajar el segundo toro. Era un toro muy serio y muy grande. Además con esa faena fui declarado triunfador de la feria.
L.M.V.—¿Y a ti cuál ha sido el éxito que más te ha llenado personalmente?
A.R.—Cuando agarré la oreja el año pasado en Madrid al toro de Sorando. Aunque este año lo he pasado muy mal también porque creí que iba a tener una repercusión, pero no me han vuelto a poner de momento. Esa oreja ha significado la recompensa a toda la lucha que he tenido. Espero que cuando me repitan puedan ser dos orejas.
A.R.—¿El color de tu vestido torero?
L.M.V.—Tengo un especial cariño a los verdes. Porque mi primer vestido fue verde botella. El color de mi alternativa fue verde espuma de mar. Y el de mi confirmación y mi primera cornada fue verde esmeralda y oro. A los verdes les tengo especial cariño.
L.M.V.—¿Y el éxito que más te ha favorecido?
A.R.—Cuando, también, corté una oreja a un novillo de Peñajara en Madrid, que toree en todas las ferias de España. La novillada la retransmitieron por Canal Plus.
A.R.—¿Por qué decidiste ser torero?
L.M.V.—Es una cosa que desde que nací lo tenía en el subcosciente. Ya recuerdo que de niño quería ser torero. Hubo un momento en el que empecé a plantearmelo más en serio. Fue el año boom que tantas corridas se televisaron en Antena 3 y Telecinco de El Cordobés y de Litri. Potenciado por el boom televisivo fue cuando empecé; yo tenía 11 años.
L.M.V.—¿Tu sueño de torero?
A.R.—Ser reconocido por todos los aficionados como un buen torero.
A.R.—¿Qué es para tí la Fiesta Nacional?
L.M.V.—En primer lugar y lo más importante es mi forma de vida. El hecho de ser torero implica una serie de aspectos en tu vida que no tienen nada que ver a la vida de cualquier otro profesional. Me siento privilegiado de ser torero porque te sientes admirado por mucha gente. Eso es para mí la fiesta de los toros.
L.M.V.—¿Tu plaza favorita?
A.R.—Me siento muy bien en Ciudad Real igual que en Alcázar que es mi plaza talismán.
A.R—¿Cuál es el encaste con que más a gusto te sientes?
L.M.V.—El encaste que va un poco más con mi toreo y con el que mayores triunfos he obtenido ha sido con el Domecq. Hay otro tipo de encaste que también me gusta, siempre y cuando el toro embista, como el Murube o hay ganaderías de Santa Coloma con las que también he cuajado toros importantes.
L.M.V.—¿Qué toro y dónde te gustaría cuajarlo?
A.R.—El toro el que sea, pero fundamentalmente que sea muy bravo. ¿Dónde? Ahora mismo cuanto antes.
A.R.—Si te dieran a escoger fecha, plaza, cartel y ganadería, ¿cuál sería?
L.M.V.—Plaza la de Sevilla, una espina que tengo pendiente porque no fui de novillero. El día que pueda debutar en esa plaza será algo especial para mí porque me siento muy identificado con la escuela sevillana. La ganadería con la que esté embistiendo en ese momento, porque las ganaderías cambian. Si tuviera que embestir una en ese momento o bien Zalduendo o Núñez del Cuvillo. En el cartel uno sueña con verse anunciado con las figuras del momento. La fecha si es la semana de farolillos sería mejor.
L.M.V.—¿Qué dirías a tus partidarios?
A.R.—Darles las gracias por el apoyo. Porque no es fácil seguir confiando en un torero cuando no está en todas las ferias. Ellos, la verdad, me costa que lo hacen. Incluso en momentos que he tenido un poco más bajos. Se ve de verdad las personas que tienen confianza en ti.
A.R.—¿El toro más noble que te has puesto delante?
L.M.V.—El toro más noble que me he puesto delante fue un toro de Alcurrucén que se llamaba “Bargueño”. Tuve la suerte también de perdonarle la vida. Fue en Villarrubia de los Ojos. No con el que más me he abandonado pero sí un toro que me transmitía nobleza. Me hubiese dado mucha pena por esa circunstancia matar ese toro, pero al final no lo tuve que hacer.
L.M.V.—Aníbal dime algo, ¿cuándo confiarán los empresarios en nosotros?
A.R.—Cuando se le corten dos orejas a un toro en Madrid y en Sevilla. Que estemos en las ferias y se llenen las plazas. Entonces confiarán en nosotros. Pero si no hay color no confían.
A.R.—¿A qué torero admiras más?
L.M.V.—A la hora de ver las virtudes de los toreros no tengo ningún tipo de prejuicio hacia ninguno. Pero hay toreros que te marcan en tu vida por algo especial porque los has conocido más de cerca. No sé por multitud de cuestiones. En estos momentos a Paco Alcalde. Torero al que he podido tener a mi lado y con el que me he sentido muy a gusto y muy seguro. Como torero es de arte y como persona una bellísima persona.