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16 noviembre 2007

“Trato de hacer las cosas con mucha pureza”



Cuando termina la temporada llega la hora de que el torero haga balance. El diestro daimieleño Luis Miguel Vázquez tiene pocas tardes que repasar, su balance es corto, pero no desmoralizante, al contrario lo entiende como un balón de oxígeno para el próximo año.

Tan sólo seis tardes se ha enfundado el vestido de torear. Dicen que el número seis es el símbolo de la perfección, los seis día de la creación. Pero en esta ocasión seis contratos son insuficientes para un torero. Aunque ha sido la temporada más corta desde que se doctorara, ha sido intensa porque a partir de mañana empieza a recoger los trofeos por sus actuaciones. Trofeo a la faena más artística otorgado por el jurado de Casa Pepe con respecto a la feria de Ciudad Real. Premio a la mejor faena en Almodóvar del Campo y triunfador de la feria en Daimiel.



—A partir de mañana comienza a recoger los frutos de su cosecha. Enhorabuena.
—Pues sí, afortunadamente a partir de mañana empiezo. Más que los frutos de la cosecha, creo que la cosecha queda ahí. Las faenas importantes siempre quedan en los aficionados. Pero a los toreros también nos gusta que nos la reconozcan con este tipo de premios, que en la mayoría de los casos son premios de mucha importancia que luego tienen su repercusión.
—Triunfo rotundo en cuanto a trofeos obtenidos pero ante festejos poca cantidad, ¿por qué?
—Realmente, yo tampoco me lo llego a explicar. Lo que sí es cierto que casi todas las ferias en Ciudad Real comienzan a cerrar los carteles muy pronto. En la de Ciudad Real que empiezan las ferias a mediados del mes de agosto es mucho más difícil con un triunfo entrar en otras plazas y otras ferias. Pero lo que no cabe duda es que sí que ha habido algunas sustituciones importantes, no han contado conmigo y no sé porqué razón.
—¿Piensa que a los empresarios les falta más creer en Luis Miguel Vázquez?
—Creo que los empresarios lo que pretenden es ganar dinero y contentar al espectador. Realmente no son cosas de empresarios, son más bien de otro tipo de entorno. Otra política que hay dentro del mundo del toro por la que no acabo de entrar en todas las plazas que quisiera.
—¿Tal vez esas políticas vienen relacionadas con ayuntamientos?
—Sí, puede ser que haya alcaldes o taurinos a los que no les caíga excesivamente bien porque sino en muchas zonas estaría. Soy un torero que aunque no tengo mucho nombre, sí llevo un número importante a las plazas. Y luego indudablemente no cobro lo mismo que una figura del toreo.
—¿Alguna vez perdió la confianza en usted? Porque es muy duro temporada tras temporada empezar de cero.
—Nunca he perdido la confianza y además con la fe de que todas las temporadas aunque toreo poco, hasta el momento siempre cuajo algún toro o varios importantes que me dan un balón de oxígeno para la temporada siguiente.
—El parón una vez terminada la temporada y hasta que llega la próxima, ¿qué supone para usted?
—Siempre lo acuso bastante. Sobre todo en la primera corrida. Hay toreros que tienen ocasión de matar toros a puerta cerrada, esos quizás lo noten menos. Pero en mi caso sí que lo noto. Procuro entrenar mucho, preparar bien el invierno y las corridas. Con eso trato de solventarlo. Que duda cabe de que sí no toreas no es igual.
—¿Es importante el papel de un apoderado para un torero?
—El papel del apoderado es clave. Un torero puede tener muchos argumentos en la plaza pero si luego no te lo defiende la persona adecuada casi que no transcienden los triunfos.
—¿Qué cualidades debe tener ese apoderado?
—Creo que la más importante sería que tenga fe en mí y confianza en mis posibilidades. Y como cualquier promotor de cualquier otra cosa que trate de lanzar su producto a todos los sitios y a todos los niveles.
—¿Quién le gustaría que fuera ese apoderado?
—No te voy a dar ningún nombre en concreto, pero me gustaría que tuviera las cualidades que te he dicho antes. Una persona que confíe en mí. Que trate de defender mis interéses y mi dignidad por encima de todo. Y de colocarme en el mayor número de plazas posibles.
—¿Usted sería partidario de Luis Miguel Vázquez?
—Yo sí. Lo he sido siempre y lo sigo siendo. Soy una persona, y no es modestia o falsa modestia, que soy consciente de mis posibilidades y de mis limitaciones. Trabajo sobre eso. Las limitaciones que pueda tener es donde centro a lo mejor el trabajo, pero luego las posibilidades y mis cualidades también las conozco y las exploto siempre que pueda.
—¿Qué le ve a este chico que pueda llegar a la afición?
—Creo que sobre todo personalidad, que trata de hacer las cosas con mucha pureza. Es un estilo de toreo que está muy cotizado hoy en día. Los toreros que tratan de hacer las cosas puras. Y luego eso, que tengo una personalidad muy mía. Muy propia.
—¿En que cree que es bueno de verdad?
—No sabría decirte algo en particular. La verdad es que cuando cuajo un toro con el capote, lo cuajo muy bien. Cuando cuajo un toro con la muleta, también muy bien. Cuando los mato, hay veces que también lo hago bien. Te puedo decir en lo que soy realmente malo que es en banderillas, que no lo he hecho nunca. Y cuando lo he hecho no me ha salido nunca bien. En los otros tercios cuando lo interpreto a mi manera me sale en cualquiera de ellos.



—¿Por qué eligió ser torero?
—Pues no lo sé, fue algo innato. Desde que tengo uso de razón fue una cosa que me llamaba mucho la atención aún sin tener antecedentes taurinos. Seguí manteniendo esa ilusión hasta que tuve una determinada edad que decidir hacerlo profesional y luchar por un sueño.
—¿Qué le pide a un toro cuando sale por chiqueros?
—No le pido mucho, no creas. Que humille, pero sobre todo que aguante y que tenga transmisión.Que aguante, porque soy un torero que para llegar al público tengo que estar a gusto. Para estar a gusto, me gusta hacer el toreo muy por abajo, entonces necesito un toro que tenga un poco más de fuelle, de motor. Y luego que transmita también. Es lo importante porque los toreros que no hacemos gestos de cara a la galería pues necesitamos que un toro transmita al público la emoción, eso es importante también.
—¿Cree que es celoso el toro y requiere de todo su tiempo, que no le permita hacer otras cosas?
—No, para nada. De hecho estoy con muchos profesionales y toreros amigos, hacemos todos una vida normal que puede hacer cualquier otra persona. Nos tenemos que cuidar especialmente, hacer un entrenamiento de casi un deportista de élite, pero para nada nos limita a la hora de hacer otras cosas.
—¿Dónde se ha visto este año al mejor Luis Miguel Vázquez?
—De las seis corridas que he toreado ha habido tres que han sido claves: Ciudad Real, Daimiel y Almodóvar. Quizás la más redonda diría Ciudad Real, porque cuajé los dos toros con el capote. Luego el primer toro fue una faena muy intensa. La pena no haber matado ese toro porque se me fue la espada un poco baja. Al segundo, sí que lo maté bien. Luego en Daimiel también estuve a una altura muy buena con un toro de Victorino. Y la faena de Almodóvar fue muy buena también. Te digo Ciudad Real por decirte alguna pero yo estoy satisfecho con esas tres, creo que estuve en un nivel muy aceptable, y volveremos a seguir en esa línea.
—Podríamos hacer balance de la temporada diciendo que ha sido corta pero intensa.
—Sí, el otro día a un compañero tuyo me preguntaba algo parecido, pero en concreto le dije, corta en cuanto a festejos pero en cuanto a sentido artístico, la temporada ha sido impecable. Ha sido muy buena en ese sentido por eso. Aunque no he toreado mucho el resultado artístico ha sido impecable.
—¿Qué me dice de sus muñecas y cintura, han jugado un papel fundamental en su toreo?
—Siempre desde que empecé ha sido un poco lo que me distingue de los demás. El hecho de que cuando me abandono, logro abandonar todo el cuerpo e interpretar el toreo de esa manera tan peculiar.
—¿Le ha faltado alguna vez ambición?
—Quizás haya momentos que sí o que pueda dar esa sensación que me falta ambición. Pero puede dar esa sensación por eso, por no encontrarme a gusto y no entregarme al cien por cien con el toro.
—¿Qué opina de la suerte, cree que se busca o que se encuentra?
—La suerte se encuentra, pero a la suerte siempre hay que ayudarla, no puede pretender uno que el ochenta por cien de las cosas sean por suerte, no. Que duda cabe que todos los toros no embisten, pero sí estas preparado y mentalizado, siempre se ha dicho que un toro regular depende del momento que estes, te sirve o no te sirve. La suerte es un factor clave, no se busca, se encuentra pero también tiene que estar uno preparado para cuando llegue.
—¿Qué no haría nunca antes de torear?
—Un montón de cosas, multitud, desde pegarme una fiesta quince días antes, que es una cosa que no va muy conmigo. El hecho de tener un compromiso para mí me cambia hasta el carácter. Trato de encerrarme en el campo durante una temporada y dedicar el máximo tiempo posible a ese compromiso. Empezando por eso, a otro tipo de cosas un poco maniáticas. Tampoco tengo muchas manías, pero dejar la montera encima de la cama o empezar un paseíllo con el pie izquierdo. Cosas así.
—¿Qué es para usted el miedo?
—El miedo es una cosa que está ahí; es necesario muchas veces tener miedo, porque es el que hace que el peso de la responsabilidad lo tengas encima y lo tengas en cuenta. Pero luego es una cosa que sí uno está preparado, está fuerte y mentalizado, se puede superar. Sabemos que es necesario, porque es lo que nos hace capaces de hacer cosas que uno cualquiera no lo haría.
—¿Cuál diría que fue el día que pasó más miedo?
—Lo recuerdo perfectamente. Un día en una novillada sin caballos en Soria. Me cogió un novillo muy fuerte y en el suelo sentí como respiraba. En el momento que me quiso herir, como contuvo la respiración y apretó con el pitón. Me asusté, estaba debajo, no veía nada y no entendía nada. Aparte de eso me hizo daño. Luego sentí debajo las patas del toro y sentí miedo.
—¿Y que me cuenta del temple?
—Es algo fundamental. Ha habido temporadas en las que no he estado muy fino por eso, en el momento que no puedo bajarle la mano a un toro pierdo un poco de sensibilidad. Influye también el temple pero yo procuro torear muy despacio.
—Defíname entonces la palabra arte con respecto a su toreo.
—Arte tiene muchos conceptos pero te lo voy a aplicar un poco a lo que es el toreo. Diría que es realizar una actividad, en este caso el toreo, con la máxima plasticidad posible.
—¿Es importante la regularidad en un torero?
—Sí, es importante. Porque hay momentos que tienes una serie de seguidores que son fieles y son claves. Saben que hay baches que se pasan, porque a todos nos pasa. Cuando te pilla un bache y tienes un número importante de seguidores y han visto que un par de corridas no has estado a la altura, pues la gente empieza a cambiar un poco de bando. Eso no debe dejar uno que pase nunca.
—¿Puede estar reñida la regularidad con el arte?
—No necesariamente, porque hay toreros de arte que están ahí arriba que habrán estado en mi misma situación cuando empezaban, que habrán necesitado de esa regularidad para estar ahí. Creo que influye un poco la suerte, lo que hablábamos antes de la suerte.
—Y por último, ¿el año que viene que nos deparará?
—Espero que sea una gran temporada para mí. Ojalá que pueda actuar en plazas de responsabilidad y pueda refrendar los triunfos del año pasado.


—Miedo—
Es una cosa que está ahí, es necesaria,es el que lleva el peso de la responsabilidad

—Temple—
Es esencial para un torero, templar es torear muy despacito a un toro

—Arte—
Es la realización de una actividad con la mayor plasticidad posible para que llegue a gustar

—Regularidad—
todas las tardes deben ser exitosas para que los aficionados crean en el torero

—Pureza—
Luis Miguel vázquez interpreta un toreo muy puro pero necesita enemigo para realizarlo