ir arriba

20 diciembre 2007

«Me considero un torero de mucho valor y poca técnica»



Fue el pasado 14 de octubre cuando Adolfo Suárez Illana se retiró como aficionado práctico. Se retiró de los festivales con el indulto a un ejemplar de la ganadería de su suegro, Samuel Flores. “Escribano” le permitió realizar su toreo, ese toreo de calidad que atesora un gran aficionado como es él. De su padre, el ex presidente del Gobierno, es de donde le viene la afición a este mágico mundo de los toros. Aunque no será la última vez que se vista de corto, porque es casi seguro que en la despedida de Juan José Padilla, vuelva a hacerlo. Aunque no nos quiso decir con quien adquirió ese compromiso de estar el uno en la despedida del otro, por las pistas que nos dio intuimos que se trata del diestro jerezano. Tras la entrega el reconocimiento que tuvo la peña taurina “Aníbal Ruiz” con su persona, habló para El Día Taurino.

—Mi enhorabuena por la placa recibida, ¿qué supone para usted?
—Para mí es un orgullo que se me dé un premio por cualquier cosa. Y casi más todavía, por algo que tenga que ver con el mundo de los toros. El ser torero es una bendición que te manda Dios. Es un lujo el poder ponerte delante de un toro y hacer disfrutar a la gente, y disfrutar tú mismo. Es un baile que está restringuido a muy poquita gente. Puedo decir que Dios me ha dado esa oportunidad y la he aprovechado. Me siento tremendamente orgulloso por ello.
—¿Cuándo comenzó a torear?
—Debuté en serio hace ya siete años en Albacete. Aunque la primera cornada me la llevé con 13 años corriendo toros por encierros, por capeas, haciendo locuras. Bueno me sigo manteniendo y como digo es mi pasión.
—¿Este año ha sido el de su despedida de los ruedos, por lo tanto se ha retirado?
—No, no. Me he retirado, he dicho siempre que tengo un compromiso pendiente, que pienso honrar, y lo voy honrar. O sea que me vestiré por lo menos una vez más para ir a una plaza. Bueno no sé si haré caso o no al maestro Antoñete, que el otro día me decía que para que la gente se enterase de que me he retirado, tendría que hacerlo siete u ocho veces como hizo él. Pero en principio me he retirado, no de los toros, sino de la primera línea de estar en activo. Pero pienso seguir alrededor de la ganadería, alrededor de mis amigos y compañeros los toreros, intentando empujarlos y ayudarles. Y por supuesto, estar detrás del espectáculo de los toros apoyándolo.
—Este año se le ha visto mucho en las distintas plazas con un amigo suyo como es Aníbal Ruiz, otras temporadas no se le ha visto tanto, ¿por qué ha sido?
—Lo que pasa es que este año ha coincidido que la temporada mía me lo ha permitido. Hemos entrenado juntos en casa de mi suegro. Y las corridas suyas y mis festivales estaban cerquita pero no coincidían, con lo cual podíamos ir el uno al otro. Y también este año hemos tenido ocasión de torear juntos también y de salir a hombros de una plaza, en Membrilla, el día 20 de agosto. El año pasado se cayó él del cartel porque le salió la corrida de Ciudad Real, y este año sí ha podido hacer el paseíllo. Y llegamos hasta banderillear juntos, se me ocurrió y estuvimos ahí los dos.
—¿Qué le ve usted a Aníbal Ruiz?
—Yo a Aníbal le veo muchísimo tesón, una gran capacidad. Es un hombre que es capaz de entender a los toros, de sobreponerse a las dificultades y sacarle partido a casi todos los toros.
—¿Cree que han sido justos con él?
—Creo que un torero que corta una oreja en Madrid se ha ganado el derecho. Ese derecho no escrito de volver a aquella plaza, como Madrid, en la que se ha cortado una oreja. Bueno son injusticias, el toreo y la vida en sí te deparan muchas injusticias. Hay que ser también capaz de sobreponerse a estas injusticias y seguir demostrando lo que vales. Creo que como decía un compañero suyo, Aníbal Ruiz no es un torero de promesas, es un torero de hechos consumados pero con pocas oportunidades que sabe aprovecharlas. Lo que espero es que la próxima vez que se le presenten esas oportunidades, espero que sea este año, que le corte las dos orejas y que pueda estar ese día allí como lo estuve el otro día.
—¿Lo volveremos a ver el año que viene en el festival de Membrilla?
—Seguramente me vean, no en el albero, pero en el ruedo, en el callejón, en cualquier lado estaré.
—¿Cómo nos ha dicho, aún le queda una corrida pendiente, para cuando la fecha?
—No depende de mí. Es un compromiso que adquirí con un torero que está en activo. Los dos en una tarde mágica nos comprometimos a estar el uno en la despedida del otro. Él ha estado en la mía, ya doy muchas pistas, y yo estaré en la suya.
—Y su toreo, ¿cómo lo definiría?
—No sé. Soy un torero de mucho valor y poca técnica. No he conseguido desarrollar una gran técnica, ya que la técnica la hace la experiencia, el entrenamiento. Muchas veces he salido del despacho, me he vestido y me he puesto delante del toro. Pero con mucha afición, con un concepto muy claro del toreo que a mí me gusta. Es un toreo muy clásico, muy vertical, muy de cercanía, sin aspavientos. Lo he intentado interpretar tal y como lo siento, en algunas ocasiones ha salido, en otras pues no, pero bueno... Ocurre siempre.
—El toro lo suele descomponer muchas veces.
—No, pero al toro hay que componerlo. Es fundamental. Es decir, que un toro te coja es algo muy sencillo. Cualquiera puede hacerlo, se pone en la plaza y es cuestión de esperar un poquito, y te va a coger seguro. Lo difícil es que no te coja. Que seas capaz de mandarle, de dominarle sin violentarle... Se trata de los toreros, no hay que poner excusas ante el toro.
—¿Qué tarde recuerda como más especial, en la que se sintió muy a gusto?
—A Dios gracias he tenido tardes muy bonitas. Recuerdo una, por lo emotivo, en la que le pude brindar un toro a mi padre, en Alcaraz. La verdad es que me sentí pletórico aquel día. Luego he tenido dos tardes muy muy importantes para mí, digámoslo así, en mi carrera taurina, que han sido en Sanlúcar de Barrameda hace dos años, con un toro de mi suegro y con El Cid, que estaba también allí. Conseguí cortar un rabo en Sanlúcar. Y luego la del otro día, el de la despedida, con un cinqueño de mi suegro. Un toro imponente, realmente muy importante, y que conseguí indultarlo.
—¿Eso es lo máximo a lo que aspiran los toreros, indultar un toro?
—Sí cuando consigues no sólo lucir tú, sino hacer lucir a un toro tan extraordinario, un animal tan noble y conseguir transmitirle a la plaza que ese toro merece salvar su vida, es lo más maravilloso.
—¿Qué opina de tanto antitaurino que parece que está más revuelto que nunca?
—El otro día, decía Albert Boadella, que a los antitaurinos sino los hubiese habría que inventarlos. Creo que son parte de la fiesta, ese contrapunto, es la discrepancia. Lo único que se le puede pedir a la discrepancia, es que sean tolerantes. Creo que son. Acepto que haya gente que no comparta nuestra pasión, nuestra intensidad con el espectáculo de los toros. Lo respeto. Le pido ese mismo respeto para nosotros.
—Y por último, ¿qué le desea al 2008?
—Al 2008 le pido para todos felicidad y poco más. La verdad es que cuando uno es capaz de ser y hacer felices a los demás, el resto es menos importante. Que venga como venga pero que seamos de hacernos felices los unos a los otros.

—Concepto—
“El toreo que a mi me gusta es muy clásico, vertical, de cercanía, sin aspavientos”

—Valor—
A Adolfo Súarez illana le sobra valor para pasarse los toros muy cerca de la calzona

—Técnica—
Aunque no tenga mucha técnica debido al poco tiempo que lleva, tiene mucha afición

—Despedida—
El día de su despedida indultó a un toro cinqueño de la ganadería de su suegro