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28 enero 2008

“Yo no he apoderado nunca a toreros malos”

Decidió ponerse El Camborio en homenaje a Lorca porque era uno de sus poetas preferidos, tal vez porque aunque a él le recordara que hablaba de un torero, lo describía en el verso: “Moreno de verde luna, anda despacio y garboso”. Así es Miguel Flores, un apoderado que tiene cierto don para descubrir a toreros.

M iguel Flores es uno de los taurinos más conocido dentro de esta piel del toro que es España. Se pueden estar horas escuchando a este hombre de verso fácil que el tiempo parece que se detiene. Muchos son los capítulos que puede contar, desde sus inicios como novillero hasta descubridor de figuras como es el caso de Morante de la Puebla. En la actualidad apodera al novillero malagueño Juan Carlos Cabello, con el que ha firmado un contrato de por vida.

—Casi obligado es hablar de esa firma de contrato con el novillero Juan Carlos Cabello, que se ha efectuado recientemente.
—El año pasado le ayudé desinteresadamente, hizo 18 festejos, debutó con caballos. Y este año después de pensarlo y razonarlo, hemos decidido coger la carrera en serio. Mediante un contrato apoderarle de forma definitiva.
—¿Cómo descubrió a Juan Carlos Cabello? y ¿cuándo?
—Le vi en Vistalegre, que vino a las novilladas que se han celebrado para las escuelas. Vino con la Escuela de Málaga. Le vi sus formas y sus cosas que se salían un poco de la vulgaridad que existe hoy en la fiesta. Hoy todos los chavales saben torear, pero son tan iguales que cuesta trabajo. Total, que vi algo. Luego coincidió, que es malagueño, igual que yo, pues también me hablaron de Málaga que había toreado por allí, y que había estado muy bien. En fin, que seguí viéndolo. Lo vi varias veces y por eso le he ayudado. Y ahora he confirmado el apoderarlo.
—¿Vio que este chaval tenía algo diferente a los toreros de su generación?
—Sí, sí. No te voy a decir, lo lógico que digan los apoderados, que es el mejor, pero es distinto. Y ya es bastante. Porque ya te digo que yo entiendo que hoy, si algún pecado tiene la fiesta es la monotonía, la igualdad, lo iguales que son casi todos los toreros, que ves uno y los has visto a todos o casi todos. Por lo menos estos chavales que yo he visto ahora, que he visto dieciocho, aquí en Vistalegre, todos saben torear, pero son tan iguales, tan iguales, que dicen poco, la verdad. Has visto a uno y ya casi los has visto a todos.
—¿Quizás cree que esta culpa de que todos los toreros salgan iguales las tienen las escuelas taurinas?
—Parte. Las escuelas humanamente han sido extraordinarias. Porque lo que pasáramos nosotros, no lo pasan estos chicos. Pero claro por otra parte, se lo ponen tan cómodo, que el chaval prefiere antes de que lo lleven al instituto a estudiar matemáticas, prefieren que lo lleven en coche a la Casa de Campo a torear de salón, y pedirá que lo mimen. Se lo ponen fácil.
—Y no sólo ha descubierto a Cabello, sino que por sus manos han pasado matadores de gran talla.
—Todos gracias a Dios. Yo no he apoderado toreros malos. A ver si me entiendes, porque como siempre lo he hecho por vocación, porque el profesional tiene que apoderar a toreros que toreen porque vive de su comisión. Pero no es mi caso. Yo vivo de otro tema. Cuando apodero es porque tiene algo importante, algo especial. Por eso he apoderado a Julio Aparicio, Salvador Vega, Morante de la Puebla, Chavalo, que el primero, un torero de Valencia que tenía una personalidad asombrosa, se parecía a Manolete en aquella época. En fin, toreros todos de clase.
—¿Qué pasa con esos toreros que empiezan a funcionar y parecen que se olvidan de quienes les ayudaron desde un principio?
—Bueno, eso pasa lo que ha pasado toda la vida. No son los matrimonios y se divorcian, se separan. Esto es igual, estos los llevas un año, dos. Y después cada uno sigue su ritmo. Yo no me quejo de nada de eso. Lo que pasa es que, sí otros toreros que llegan a toreros vulgares pues esos no tienen peligro de que se vayan, porque no les salen novios. Pero los que yo he elegido y he hecho, como han sido distintos como te digo, pues a esos sí les salen muchos novios. Y en un momento dado allá ellos.
—¿Cuál ha sido el que más le ha dolido que se vaya de su lado?
—Si te digo la verdad, posiblemente Salvador Vega. Por la circunstancia que es paisano. Eso me arrastraba mucho a ir por Málaga, donde tengo la familia. En fin nada más empezar cambió de aire el hombre. Tal vez ese fue el que más me hiciera un poquito de daño, moralmente.
—¿Y con Andrés Palacios que pasó?
—Pues eso habría que preguntárselo a él. Al hombre le contarían cuentas e historias porque a mí me dejó, vamos no quiso ir a Barcelona cuando le tenía una corrida hecha. No quiso repetir en Albacete, que toreó dos y me daban una sustitución. Decía que tres eran muchas. Total que le vi en una situación que le dije, lo mejor que vamos a hacer es dejarlo, y tú te buscas la vida, porque si yo te busco contratos y no los vas a cumplir no llegamos a ningún sitio. Y así quedó la cosa.
—¿Un buen apoderado es el que sabe vender bien a sus poderdantes?
—Tiene que saber vender. Lógicamente porque sino no hay contratos. Para tener contratos hay que hacerlos. Para hacerlos hay que conquistar a la empresa. Y para conquistar a la empresa te tiene que ayudar el torero.
—En una ocasión hizo usted mismo de su apoderado.
—Sí, sí (risas). El primer torero que apoderé fui yo, El Camborio.
—¿Por qué ese nombre?
—Porque coincidió que era el centenario del nacimiento de García Lorca. Como tú sabes yo tengo reminiscencias poéticas. Aunque sea modesto, pero escribo desde siempre, he escrito cosas. Por tanto, Lorca para mí es un semi-Dios, dijésemos. Coincidió esa época en que yo pensé volver con este centenario que te digo, y leyendo lo bonito que ponía a El Camborio, hablaba de él tan bonito, tan bonito, que dije, este está soñando un torero. Entonces ese torero ya lo tengo yo aquí. Estaba encajado y de ahí salió el romance de El Camborio, toreamos dos o tres. En fin ya era tarde.
—¿Por qué no llegó a tomar la alternativa?
—Pues precisamente por eso. Porque entonces teníamos más vergüenza. Ahora toma la alternativa cualquiera, en un pueblo, sin venir a cuento. En aquella época, se llevaban los novilleros más años de novillero. Y el que lograba triunfar en Madrid, Sevilla, Valencia, Barcelona y Bilbao, pues es el que tomaba la alternativa. Los demás no, porque para tomarla y quedarse en su casa. Lo que ha pasado ahora, que torean en su pueblo. Entonces era importante eso para ir a las ferias. Por ese motivo, yo no la tomé. Sin embargo, en esta reaparición de El Camborio, sí la tenía previsto para haberla tomado en Málaga, pero hubo un jaleo que se presentó, porque llegamos a Medina del Campo a una novillada. Teníamos hechas siete u ocho que son las que me dijo la empresa de Málaga que toreara para la alternativa. Resulta que toreaba un tal “El Otro”, tú eres muy joven y no te acordarás, era un imitador de El Cordobés, se parecía mucho. Resulta que se vendieron todos los billetes. El apoderado en lugar de presentarse al sorteo, llama a la empresa, y le dice, que o le pagaban treinta mil duros, en aquella época, un novillero ganaba diez o doce mil pesetas. Y que le pagaban eso o no iba. Total, la empresa nos reunió a los dos de la terna que no era él, era yo y otro chico de Alicante, y a la Guardia Civil. Firmamos un contrato que lo toreábamos mano a mano. Se puso un cartel en la puerta como es reglamentario diciendo que el que no estuviera de acuerdo que devolviera la entrada. No se devolvió ni una. Todo el mundo callado. La plaza a tope, empezó el festejo y salió incluso el primer novillo. Hicimos el paseo, todo perfecto. En ese momento se tiró uno del tendido enseñando la entrada. Si en ese momento algún policía lo coge y se lo lleva, no pasa nada. Como lo dejó se tiró otro y otro, se tuvo que suspender. La empresa que me tenía firmada esas siete novilladas se rajó, porque aquello fue un desastre. Ahí acabó El Camborio.
—¿Con qué figuras de su época compartió cartel?
—Toreé con El Viti en el campo, sin caballos, con caballos, incluso festivales. Con José Luis Garcés que fue un torero muy bueno, el torero de aquí de Madrid. Con el Pinto. Con un tal Do Santos, que no era portugués, era de aquí de Madrid. Manuel Blazquéz, que sé yo, con muchos, en los años 58-59 que es la época que más toreé. Luego en festivales he toreado con todas las figuras. Ahora mismo te leo carteles de Jaime Ostos, Chamacho, Camino, Andrés Vázquez. Otro cartel Antoñete, Miguelín, Diego Puerta, Paco Camino, Miguel Flores. Ya retirado, en festivales, he toreado con casi todas las figuras.
—¿Y alguno que le marcara, porque siempre cuando se es torero hay alguien en quien se fija?
—Para mí cuando era torero, y cuando dejé de serlo y ahora mismo, el torero del siglo XX, para mí, ha sido Antonio Ordóñez. Era un torero muy completo. Que no descubrió nada. No trajo ninguna novedad, ni la pedresina, ni lo otro. Pero lo perfeccionó todo tan bien, que lo llevo a un grado superior al término general.
—¿Cree que se toreaba mejor en su época?
—No, no, no porque todo evoluciona. Los toros también embisten de otra forma que te permiten torear. Claro los ganaderos igual que los toreros se van perfeccionando porque el ganadero va perfeccionando la selección, y todo es mejor y con más facilidad. Lo que pasa es que a los toreros antiguos les molesta mucho que se diga que hoy se torea mejor que nunca. Porque en el fondo no es cierto. Porque aquel toro había que torearlo de otra forma. Pero hoy los toros te dan una facilidad, que cualquier chaval que empieza pega una cantidad de pases limpios y buenos, que a lo mejor no los pegaban las figuras de hace veinte años. Pero es como todo, no es que sean mejor o peor sino que ha ido evolucionando todo.
—¿Quizás si ahora le dieran la oportunidad y tuviera la edad que tenía cuando lo dejó, sería figura?
—Bueno eso nos creemos casi todos. Cuando Dios lo ha hecho así por algo sería. A mí de todas formas se me ocurrió ser torero muy tarde. Con la edad que yo empecé, algunos estaban ricos ya. Pero en fin, no me arrepiento, porque lo pasé muy bien. Y he hecho una cantidad de amistades importantes, he viajado a toda España, Francia, América. Todo eso sino hubiera sido por el toro, no lo hubiera conocido, ni tendría amigos como tengo en todo el mundo.
—¿Cuál podría decirse que fue su sello personal?
—Pues no lo sé, hablar de uno es difícil. Además uno no se ve. Creo que tenía valor. Pero la gente decía que lo que tenía era arte. Lo que sé es que tenía poco oficio. En mi conciencia es que me faltaba oficio para haber roto de otra forma. Otras cosas sí tenía. Valor tenía porque me he visto las tripas echando humo y me he puesto otra vez. Según la gente, la prensa, yo no me permito decirlo, decía que tenía cierto aire andaluz bonito.
—A colación con las amistades que ha comentado antes, podemos decir que le une una gran amistad con los ganaderos de Víctor y Marín.
—Pues sí, donde tú me conociste en Víctor y Marín, eso es casi de la familia. Esos son casos records casi. No creo que haya ninguna figura del toreo que durante veinticinco años seguidos haya ido al mismo tentadero ha hacerlo. Yo fui allí el año 60 con El Cordobés que era novillero. Hice tal amistad que luego cuando me casé fui con mi mujer como si fuera de la familia. Estuve durante veinticinco años seguidos yendo al tentadero. Luego ha habido interrupciones pero ahora he vuelto tres o cuatro veces más.
—Otra de sus cualidades, como me ha dicho antes es escribir poesía, ¿cuántos libros ha escrito?
—Libros uno, “Como los ángeles... quisieran torear”. Lo que pasa es que tuvo tal éxito que al año salió otra edición. En esa edición ya viene más ampliado, es casi un segundo libro. Aparte de corregir algunas cosas, se amplió con más prosa, más poesía. En el fondo yo creo que dos.
—Y por último, ¿hace poco le dieron un homenaje en Velez-Málaga, que significó para usted?
—Fue muy bonito, porque Velez-Málaga es mi pueblo, por eso me lo dieron. Porque el mejor torero de Velez soy yo, porque no hay otro. Siempre es agradable que te lo den, porque yo trabajé allí por los años 50, 55, 56, 58, 59, todos esos años. Desde entonces han pasado más de 50 años y se han acordado de mí. Fue un homenaje muy bonito, estuvieron todas las autoridades. El teatro estuvo lleno. Los homenajes así los puedes disfrutar que si los hacen cuando has muerto no te enteras.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Que arte tiene Don Miguel

10:51  

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