El joven matador de toros de Alcázar de San Juan, Aníbal Ruiz, ha llegado a un grado de madurez el cual se ve reflejado en su toreo. Son diez años desde que tomara la alternativa y esa ilusión del primer día la sigue manteniendo, a pesar de las cornadas que se ha ido llevando por el camino.
Luchador incansable y con un afán de superación se muestra Aníbal Ruiz en su décimo año como matador de toros. Este año con la gran ilusión de mostrar su pureza y templanza en el toreo. Aunque ya lleva tres temporadas apuntando este cambia. Con esa ilusión de un chaval que estrena algo afronta esta nueva temporada. El entrenamiento es la base del toreo y así lo hace cada día en la Atalaya.
—Ha comenzado muy bien la temporada, su primera actuación dentro del certamen Puerta Grande fue extraordinaria, ¿va a seguir con esa tónica el 2008?
—Es lo que quiero. Ya sabes que cuando hablamos antes, te dije que lo que esperaba del Certamen en la entrevista que me hiciste, encontrarme y sobre todo era gustarme a mí principalmente. Gustándome a mí sabía que le iba a gustar a los profesionales del toro que es lo que busco. Ya son diez años de alternativa y quiero redondear de una vez por todas. Y con la primera actuación sí que estoy contento, no satisfecho. Porque siempre hay que mejorar todas las cosas. Pero estoy muy contento.
—Ese día del que estamos hablando salieron dos toros diferentes. A uno lo toreó a cámara lenta y el otro con su etilo personal, ¿cuál le recomendaría a un aficionado neófito para que lo siguiera?
—El que vaya por primera vez a los toros, indudablemente el primer toro. El toreo de más belleza también acompañado con el temple. Creo que hubo momentos muy buenos. Sobre todo eso de temple, de empaque. Yo disfruté mucho. Con el otro tuve más problemas, pero creo que lo leí muy bien al toro, lo que pedía de hacerle. Era un toro con complicaciones, que humillaba menos, tenía la querencia siempre hacía chiqueros. Lo saqué de allí y lo toreé donde quería para que me aguantase, porque siempre con los capotes se rajaba. Creo que fue una faena importante y bien rubricada con la espada.
—¿Por qué cree que no pasó a la final?
—Porque en la semifinal sin estar mal no estuve al mismo nivel. También los toreros le echamos la culpa a los toros, pero la corrida no fue la más fácil. Pero sí tuvo toda la corrida momentos buenos. Lo que pasa, yo hablo por mí, no estuve a la misma altura. Si hubiera matado al segundo hubiera cortado otra oreja. De todos modos estoy contento.
—Este año se cumplen diez años de su alternativa, ¿en qué momento se encuentra?
—En un momento de una gran madurez, como son diez años. Tengo 27 años y un momento de muchas ansias de triunfo. Tengo muchas ansias porque lo llevo persiguiendo mucho tiempo. Lo que me he mentalizado es de disfrutar todos los días. Al disfrutar también hacer esfuerzos, que hay que hacerlos en el toreo, porque sino no consigues nada. Que venga lo que tenga que venir. Porque no me he puesto otra meta como otros años que he dicho pues este año va a ser. Lo que quiero es estar bien todas las tardes, en los tentaderos hasta entrenando. Creo que esa es la única manera de que llegue la cosa a buen puerto. Y sobre todo recuperar el interés del aficionado, que sé que me está costando muchísimo trabajo. Poco a poco, estoy contento, porque profesionales muy importantes están creyendo en mí. Y eso es muy importante. Soy consciente de que no tengo todavía el respaldo del aficionado, aunque sí se está consiguiendo mucho. Es lo que más me preocupa.
—¿Cree que se nota la mano de Luciano Núñez o todavía es pronto?
—Bueno, yo llevo diez años de matador de toros, y sin duda cuando un torero está bien, a ver como te explico. Yo sí la noto porque sus consejos son de un profesional y de un grandioso torero, porque es así. Me habla mucho. Es un apoyo muy importante y me ha venido, creo, en un momento muy bueno. Que es lo que decía antes, que un profesional de la talla del maestro Luciano, confíe en mí y quiera apoderarme el décimo año de matador de toros, cuando casi nadie cree en tí. Aquí vamos a ser claros. Creo que es muy de agradecer. Y también me llena a mí de responsabilidad, la cual me gusta para yo responderle. Creo que no es fácil cuando un torero está. Él me vio en una corrida en Tomelloso y ya se decidió para apoderarme. También pienso, algo habrá visto.
—¿Cuál ha sido el consejo que más hondo te ha calado?
—El que más me ha calado, fijate, porque a mí me han apoderado mucha gente, estoy muy agradecido. Pues el que más me ha calado es que él me deja ser yo mismo, dentro de unas formas y unas normas que hay en el toreo, que él me las recuerda. Lo cual me ayuda mucho. Dentro de la torería, la despaciosidad, hacerlo todo, sobre todo con pureza. Él me está imprimiendo mucha pureza. Y sin darme ventaja yo, darle bastante ventaja al toro también. Ser un poquito honesto con el toro. Son muchas cosas, y sobre todo hablamos mucho de toros. Creo que me está viniendo muy bien para estar centrado en mi carrera. No es que antes no, porque siempre he estado centrado en mi carrera. Sobre todo, a lo mejor, estos cinco años último de alternativa es cuanto más estoy, pero siempre te hace falta esa persona ideal. Y ahora mismo creo que he dado con ella.
—Esa hondura que me ha comentado que le imprime Luciano Núñez se pudo ver al final de la faena del primer toro de Illescas con esas trincherillas que dio.
—Pues sí, seguramente, porque yo no había dado nunca trincherillas. Y tú lo sabes que me conoces y has seguido mi carrera, nunca me había atrevido a dar trincherillas ni trincherazos, ni de salón casi. Bueno pues con las vacas hemos probado y creo que me salen muy bien. Yo lo sentí y ahí están las pruebas. Él lo que me dice que nunca olvide quien soy. Que si a mí me apetece espatarrarme con un toro y bajarle la mano, que es lo que a mí más me gusta, dentro de la despaciosidad, el hacerlo despacio. Porque las cosas cuando se hacen despacio y puras, todas gustan. Me dice que sea como yo soy. Eso pues me gusta. No quiere decir que ahora me apodera Luciano y quiera torear como el maestro Manzanares, porque no puede ser, ni quiero. A mí me gusta ver al maestro en video, pero yo soy yo. Me acuerdo que llegué a Madrid con 16 años y salí por la Puerta Grande. En el 97, en San Isidro, sino pincho una faena hubiese repetido. Y era con mi toreo espatarrado y bajando la mano. Que luego dejé de hacerlo, pues se empezaron a recortar un poquito los contratos. Entonces quiero decir que cuando hago lo mío puro, también llega. Lo que pasa que a todo hay que ayudarle. Ahora el oficio lógicamente, si hago eso rodeado de oficio, de hacerlo despacio, creo que puede ser una cosa importante. Pero sobre todo quiero recuperar la confianza del aficionado de España y de la prensa en general.
—¿Qué objetivos hay para esta temporada en cuanto a contratos se refiere?
—Pues está la cosa muy dura. Porque a mí no me gusta engañarme. Tú sabes, soy demasiado claro y me castigo mucho yo mismo. Pero con mucha ilusión. Lo de Puerta Grande lo he cogido con muchas ganas. Me ha servido mucho torear dos corridas a principio de temporada. Y ahora mismo con la vista puesta, sobre todo, a ver si me repiten en Madrid, después de la oreja que corté hace dos años. Creo que es muy duro que un torero corte una oreja y al año siguiente no te pongan. Y ahora tener que estar esperando otra vez. La vida es lo que te toca. Yo estoy aguantando todo lo que me está tocando. La vista está puesta en Madrid. Si me pusieran me haría mucha ilusión. La verdad es que es mucha responsabilidad torear en esa plaza, pero estoy loco por torear allí. Vamos en Madrid y en todas las plazas. Lo que uno quiere enseguida es poder relanzar tu carrera más cuando te ves preparado.
—Imaginemos que le llaman para hacer una sustitución ahora en San Isidro, esa tarde corta las orejas y repite el éxito de cuanto tenía 16 años, ¿eso podría ser el aldabonazo de su carrera?
—Ojalá, Dios quiera que pase así. Lo que pasa es que hay que ser conscientes de cuando uno está en esta situación, en la que yo me encuentro, hay más toreros por desgracia. Tienes que ir a Madrid y triunfar. No triunfar una vez solo, sino triunfar para que te repitan. Triunfar la segunda vez y triunfar otra tercera para que vean que no es casualidad y te puedas poner a competir un poquito en la Feria. Pero que todo se hace poco a poco. Que en un día no pasan las cosas. Yo soy de los que piensan que con afición, sacrificio y con mucho esfuerzo se puede cambiar tu vida en un momento. Lo que hay que estar es preparado y muy consciente.
—¿La madurez es un grado?
—Bueno sí es un grado y más cuando va al lado de ganas, ilusión y todas esas cosas. Porque si la madurez te da por todo lo contrario, por desilusión, por pasar, que también puede ser, pues juega en tu contra. Pero yo llevo diez años de matador de toros, tengo muchas ganas y sobre todo necesidad de triunfo, personal.
—Se podría decir que un sinónimo de Aníbal Ruiz es la ilusión.
—Pues sí, bueno ilusión y la necesidad de triunfo porque lo necesita mi cuerpo.
—Esta temporada hay toreros que están apretando fuerte, ¿cree que esa condición hace que los demás también os mentalicéis y tiréis del carro?
—Claro, por supuesto. Sobre todo cuando ves como las figuras del toreo se están arrimando. Pues tú dices, yo que no soy nada que tengo que hacer. Hay que hacer mucho, hay que mentalizarse, y es una profesión, que no nos tenemos que olvidar. A los toreros no nos gustan que nos digan que nos tenemos que arrimar, que cruzar. Los aficionados que son más exigentes te lo dicen. Pero muchas veces llevan toda la razón, porque el toreo es una cosa muy seria y hay que darle los respetos. Se lo tenemos que dar nosotros, porque cuando te pones ahí te tienes que poner de verdad o para que pase o si te tiene que coger pues que te coja. Porque es así. Porque para tener oficio para matarlo, mucha gente que le guste se puede preparar, no quiero decir que cualquiera se puede poner delante de un toro, porque es muy difícil. Pero hay que estar para hacer algo importante, que sobre todo que la gente vea que es de verdad. Cuando la gente lo ve, se entrega.
—¿Cuál cree que es el punto que le falta a la afición para creer de lleno en usted?
—En Ciudad Real estoy muy agradecido y no me canso, porque son los que me han mantenido vivo. Sobre todo cuando peor estaba, porque he pasado momentos muy malos, y cuando siguen apoyándote. No es que ahora esté en un momento de rosas, pero por dentro me veo mejor. Sé que es por mi culpa, años atrás se me ha atacado de torero bullidor, animoso, todos esos adjetivos que los que estamos dentro del toreo no son de buen torero. Un buen torero no te quiero decir que sea uno que pegue buenos trincherazos que meta los riñones, porque te puedo mencionar buenos toreros, el mejor ha sido Dámaso González, para mí, por su temple, colocación, poder. Por todo. O como Domingo Ortega que me gusta ver videos suyos. Por mi culpa de desviar el camino tiré por otro camino más fácil, de enseguida rodillazos y sembré, claro lo que recogí luego. Porque esto es así. No te puedes engañar. Entonces cuando quieres cambiar la gente les cuesta un poco ver, porque siempre se acuerdan de lo otro. También hay muchos aficionados y profesionales que se acuerdan de cuando novillero.
—La clave es la madurez.
—Pues sí y saber lo que uno quiere y lo que le gusta a la gente.Hacer el toreo serio y hondo. No quiere decir que lo otro no sea serio.
—Por último, un cartel en el que soñaría estar anunciado.
—me gustaría anunciarme con Dámaso y Paco Ojeda, con toros de Samuel Flores, en Ciudad Real.
—Pureza—
Este año se verá la pureza que está adquiriendo el toreo de Aníbal Ruiz
—Ilusión—
LA TEMPORADA 2008 LLEGA CARGADA DE ILUSIÓN PARA EL DIESTRO DE ALCÁZAR DE SAN JUAN
—Necesidad—
El triunfo es vital para cualquier torero pero aníbal ruiz lo necesita, se lo pide el cuerpo
—Despaciosidad—
El toreo despacio es el que gusta a los buenos aficionados así tratará de hacerlo
—Temple—
La templanza es la base para que una faena tenga repercusión en el tendido
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