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06 marzo 2009

Réquiem por la madre de los toreros de Llanomojao

Una flor se ha ido al cielo para iluminar ese balcón privilegiado donde seguirá los pasos de todos los que la querían. Milagros dijo adiós para siempre el pasado sábado, 28 de febrero.

Muchas veces nos enfrentamos a un papel en blanco, sin saber cómo expresar nuestros sentimientos. Se nos hace difícil poder decir o interpretar con palabras aquello que queremos transmitir. Y más duro cuando sientes la necesidad imperiosa de que tiene que ser algo nacido desde el sentimiento, que logre plasmar lo que deseas.
Aparte de divagaciones, vamos a la cuestión en sí. La vida se compone de alegrías y tristezas. Todas hay que saber afrontarlas, aunque el sufrimiento nos cueste más asumirlo. Me encantaría no estar escribiendo en estos momentos estas páginas, y que ustedes no las estuvieran leyendo. También me hubiera gustado no haber escuchado, el sábado, el mensaje que me dejaron en el buzón de voz. Ante el destino no podemos luchar. Nos tenemos que enfrentar a él y saber sobrellevarlo lo mejor que podamos.
Por eso me cuesta tanto escribir estas líneas, ya que no siempre logramos expresar lo que sentimos para que los demás lo interpreten de la misma manera como lo hemos reflejado. En esta ocasión quiero rendirle un pequeño homenaje a una grandísima mujer. Ejemplo a seguir por muchos de nosotros. En concreto estás páginas van dedicadas a Milagros, madre del banderillero Félix Jesús Rodríguez. La cual supo querer y dejarse querer por todos los que la conocimos.

adiós para siempre
El 28 de febrero se tornó un día duro para todos nosotros, pero muy especialmente para toda su familia. Milagros supo hacer siempre las cosas muy bien, dar gusto a todos, hasta el último instante de su vida, supo vivirlo con intensidad, rodeada de los suyos, que no eran otros que su marido, sus hijos (tanto carnales como políticos), y su nieto. Rodeada del cariño de los suyos dijo adiós para siempre, en la sobre mesa de ese fatídico sábado. La finca Llanomojao fue testigo de la última voluntad de Milagros, esa reunión familiar que tanto le gustaba disfrutar, unas veces en su casita y otra en el campo. Sentía gran pasión por las cosas sencillas de la vida. Y en realidad no se necesita mucho para sentir la satisfacción de querer y ser querido.
Milagros era una persona de una gran sencillez y humanidad, cualidades que le servían de trampolín para rodearse de gente. Rara era la vez que estuviera sola. Por ello su perdida ha sido tan grande para todos los que la conocíamos, puesto que en nuestros corazones se había hecho un hueco, y ahora ese vacío será difícil llenarlo. Pero su recuerdo servirá para seguir alimentando esa pasión que nos demostraba cada día.
Una mujer con un gran corazón que se desvivía por todos los huéspedes que tenía en su casa, ya fuera su familia, como los toreros u otras personas. Para todos mostraba su lado más humano, y nos hacía sentir como en nuestra casa, comportándose como nuestra madre. Por ello, cuesta tanto escribir sobre ella. Puesto que era una gran persona. El cuarto califa árabe, Ali Ben Abu Thaleb dijo en su día: Se conoce el corazón del hombre por lo que hace, y su sabiduría, por lo que dice. El cuarto califa no conocía a Milagros, pero ha calcado en esta frase cómo era esta mujer, de gran corazón y sabiduría.
Una de las debilidades de Milagros, aparte de su familia, eran los toreros que pasaban por Llanomojao. A todos los trataba como si fueran sus hijos. Los adoraba y que nadie hablara mal de ellos en su presencia que salía a defenderlos. Al igual que a ellos a todas las personas que quería. Por ello, el día que dejó este mundo todos sus toreros estuvieron con ella acompañándola. No cesaban las llegadas a la casa de Milagros. Daba igual la hora y la distancia que hubiera que recorrer para acompañar a la familia y darle el último adiós a la gran persona que fue Milagros. Un corazón tan grande que dejó de latir porque ya no podía derrochar tanto amor, ya se había gastado. Lo había ido entregando en dosis pequeñitas para que todos tuvieran una parte de su cariño, prendido en sus corazones, para que jamás se olvidarán de ella. Y es que va a ser muy difícil lograr olvidarnos de una mujer tan entrañable como Milagros.

Un recuerdo especial
Alamillo enteró lloró su pérdida, al igual que la familia del toro. Seguro que desde un rincón privilegiado estuvo contemplando cómo todos la acompañaron en su ascensión a ese palco en el que a partir de ahora contemplará las tardes de toros de sus toreros. A los cuales les seguirá echando una mano allá donde vayan. Aunque a los que les tiene que echar esa mano en estos momentos es a su marido Félix, que la está echando mucho de menos. Al igual que sus hijos Santiago, Elvira y Félix Jesús, que sentía gran pasión por su madre.
Este sencillo reportaje va por ti, aunque no lo puedes leer te llegará el eco de mis palabras, que resonarán en el aire cada vez que alguien las lea. Sabía que seguías El Día Taurino por ello es justo dedicar unas páginas a una de mis lectoras más fieles. Que allá donde te encuentres sigas transmitiéndonos esa fuerza y vitalidad que derrochabas en tu vida. Nadie sabía de dónde manaba esa energía que prodigabas, sin quejarte de nada, después de los duros golpes que te presentó la vida. Por todo ello eres un claro ejemplo a imitar por todos nosotros. Aunque las lágrimas broten de nuestra alma rota debemos sonreír ante tu recuerdo eterno, que no se esfumará fácilmente, sino que cada primavera reverdecerá como las flores de tu jardín privado.


Un pilar fundamental en Llanomojao era Milagros para todos los toreros que allí se iban a preparar. A todos los quería como si fueran sus hijos, al igual que a todos los que hasta allí nos acercábamos para compartir un día o varios con esta familia excepcional.


Pasión, entrega, arte y valentía de una mujer con temple: Milagros

Podemos decir, utilizando el argot taurino, que Milagros era una mujer con mucho arte; pues tenía ese don natural, que la ha caracterizado durante toda su vida, de agradar a todas las personas que la han conocido.
Desde muy joven tuvo el temple especial que la ayudó a manejar las duras embestidas que la vida le puso por delante, como fue la temprana muerte de su hermana.
Puso pasión y entrega en todo lo que hacía, sino vean ese encantador patio de su casa, donde ella pasaba largas horas del día leyendo, que nada tiene que envidiar a los patios cordobeses, y que es fiel reflejo de su gusto por las cosas sencillas.
O como los excelentes guisos que preparaba en Llanomojao. Era una mujer valiente y curtida en mil batallas, que siempre ha dado la cara por los suyos, y siempre ha estado ahí cuando cualquier vecino o persona la ha necesitado, ya fuese de la condición que fuese.
Destacar que era una excelente aficionada, que seguía con mucho interés lo que acontecía en el mundo taurino, y sobre todo lo concerniente a sus toreros de Llanomojao. Recorrió y siguió hasta la extenuación a sus toreros por las plazas donde estos toreaban, los cuales le procesaban un profundo y sincero cariño.


José Luis Moreno


“Ella ha hecho del amor y la entrega su forma de vida”

“De todas las personas que me he encontrado en mi vida, es una de las que ha desprendido un amor y una generosidad fuera de lo normal. Es el legado más importante que puede dejar a los suyos. Ella ha hecho del amor y la entrega su forma de vida”.

Aníbal Ruiz

“En su casa he tenido el mismo trato que sus hijos”

“Milagros conmigo se ha portado muy bien. En su casa he tenido el mismo trato que sus hijos. Aunque parezca un tópico, sólo tengo palabras de agradecimiento. Me han pasado muchas cosas con ella, le tenía un gran aprecio y no se me va a olvidar”.

Carnicerito de Úbeda

“Nos ha tratado siempre como si fuéramos de la familia”

“Ha sido una mujer que nos ha tratado siempre como si fuéramos de la familia.Se desvivía por nosotros. Luego nos tenía como algo suyo, cuando toreábamos y triunfábamos se alegraba mucho. Cuando no salían las cosas bien, también lo sufría”.

Luis Miguel Vázquez

“Milagros era un gran ejemplo de mujer coraje”

“A mí siempre me trató como una madre cuando pasaba largas temporadas en Llanomojao. He sentido mucho su pérdida tan repentina e inesperada. La tendré siempre en mis recuerdos puesto que era una mujer excepcional. Era un gran ejemplo de mujer coraje”.

David Mora


“Todos la recordaremos con ese calor y cariño de una persona especial”

“Para mí Milagros ha sido una madre durante todo el tiempo que he estado en Alamillo. A todos los toreros nos ha dado un calor de madre, sobre todo en los momentos duros de preparación nos ha cuidado. Es una pérdida importante”