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04 abril 2009

Los toreros y la Semana Santa

Artículo escrito por un buen aficionado PABLO GALÁN, que alguno han osado plagiar en su programa de radio, omitiendo que el resumen del artículo lo había sacado de este mismo publicado en El Día Taurino.

A lo largo del tiempo, muchos han sido los matadores de toros que llevados por la gran devoción que sentían por las distintas imágenes que presidían muchas de las parroquias a las que pertenecían, han estado vinculados a estas de manera muy directa, como es el caso de Lagartijo, Manolete o Joselito el Gallo, ejemplos muy significativos, aunque no los únicos.

LA COFRADÍA DE LOS TOREROS
Así era como se conocía popularmente a la venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído y Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad, una de las más antiguas de la ciudad de Córdoba- su fundación arranca a mediados del siglo XVII- , erigida canónicamente en el convento de San Cayetano y perteneciente a la feligresía de la parroquia de Santa Marina de Aguas Santas, porque allí se bautizaron los más famosos diestros del típico y popular barrio de la Merced, desde “Panchón” pasando por “Guerrita” hasta casi nuestros días, pero principalmente porque el cargo de Hermano Mayor ha recaído en varias ocasiones en figuras máximas de la torería de diferentes épocas. El primero en ostentar tal cargo fue José Rodríguez “Pepete”, precisamente tío abuelo de Manolete, y que murió víctima de la grave cornada que le asestó el miureño “Jocinero” en la plaza de Madrid.
Pero cuando mayor auge alcanzó la cofradía, según explica el gran escritor y periodista José Luis de Córdoba en su obra “Tauromaquia Cordobesa”, fue durante el mandato del primer “Califa” cordobés Rafael Molina “Lagartijo”, donde gracias a la esplendidez y el rumbo que caracterizaron a este torero pronto se reflejó en grandes reformas, como lo demuestra la rica túnica de terciopelo bordada en oro que mandó construir en Barcelona para la imagen titular en agradecimiento por los servicios prestados tras encomendarse a este en ocasión de una muy grave cornada en 1884, que vino luciendo el Nazareno en la procesión del Jueves Santo mientras recorría las calles de Córdoba entre fervorosos rezos y sentidas saetas.
Continuando la tradición de la cofradía, una vez fallecido Rafael Molina, siguieron perteneciendo a dicha hermandad, los lidiadores cordobeses, hasta que en el año 1939 acordaron nombrar para el cargo al famoso espada y cuarto “Califa” cordobés Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” que acogió con suma complacencia la designación.
Tal fue la implicación de Manolete como Hermano Mayor, que en Octubre del año 1941 organizó un festival en el desaparecido coso de Los Tejares para recaudar fondos para la cofradía, en el que participaron el propio “Manolete”, Marcial Lalanda, “Gitanillo de Triana”, Pepe Luis Vázquez, Paquito Casado y el novillero Miguel Antonio Roldán con reses de Calderón (Veragua).
Obligado por sus constantes compromisos profesionales, cedió el cargo de Hermano Mayor, pero lo ostentó de forma honoraria.

JOSELITO EL GALLO Y LA MACARENA
Y de Córdoba a Sevilla; si hubo un torero estrechamente vinculado a una hermandad de Semana Santa y más concretamente a su imagen titular, ese no fue otro que el menor de los Gallo, el gran Joselito, a La Macarena, la Señora de Sevilla, una de las más queridas por los cofrades sevillanos, por la que sentía y profesaba una gran devoción, y de la que José fue teniente Hermano Mayor, involucrándose de manera muy activa, asistiendo a las juntas de la Hermandad y procesionando cada Viernes Santo de madrugada junto a su Virgen Macarena. No conforme con eso, el torero donó numerosos vestidos de torear, que aún pueden ser admirados en una de las dependencias de la Basílica y contribuyó económicamente, siempre que lo estimó oportuno, para el crecimiento de esta hermandad. Julio Domínguez Arjona, prestigiado estudioso de temas sevillanos, relata una anécdota curiosa, y es que estando reunidos los miembros de la hermandad en Junta extraordinaria, unos meses antes de su muerte, José pregunto a un compañero si unos varales de oro para el palio de la Virgen saldrían muy caros, “tela, José, tela” fue la respuesta de su interlocutor, lo que nos hace pensar que seguramente si la vida del torero no se hubiera visto truncada por el toro “Bailaor” en la plaza de Talavera, hubiéramos visto procesionar la imagen de La Macarena bajo un palio sujetado por varales de oro. Tampoco nos podemos olvidar de las esmeraldas en forma de flor que La Macarena luce prendidas en su pecho, también regalo exclusivo de José, que las trajo de su último y único viaje a tierras americanas. Tan vinculado estaba a la Virgen Macarena, que a esta la vistieron de luto con motivo de la prematura muerte del joven torero.
A esta hermandad han pertenecido innumerables espadas a lo largo del tiempo, como Ignacio Sánchez Mejías, cuñado de Joselito, que portó la Cruz Guía durante muchos años, pero también legendarios ganaderos, como es el caso de los Miura o los Pablo Romero como algunos de los ejemplos más señalados.

OTRAS HERMANDADES
Otra hermandad que ha destacado siempre por contar entre sus hermanos con grandes maestros de la torería es la de la Esperanza de Triana que a tenido entre sus filas a espadas de la talla de Antonio Ordóñez, el llorado Paquirri y ahora sus hijos, que dan continuidad a la devoción de sus antecesores. Otro “embajador” devoto que lleva a gala pertenecer a esta hermandad es el trianero Emilio Muñoz.
Una hermandad muy ligada a los toreros es la del Baratillo, también en Sevilla, por tener su capilla en el barrio del Arenal, en la calle Adriano a pocos metros de la Real Maestranza y a la que perteneció el ilustre lidiador Pepe-Hillo, el cual regaló una talla de San José a dicha cofradía.
O sin salirnos de Sevilla, otra muy torera por excelencia, es la de San Bernardo, en la que han procesionado entre otros, toda la saga de los Vázquez (el gran Pepe Luis y sus hijos y su ya difunto y recordado hermano Manolo), o el admirado Diego Puerta. Sin olvidarnos del legendario Tato, que tuvo el honor de ostentar el cargo de Hermano Mayor en el siglo XIX.
Pero no solo en Sevilla; el fervor religioso que sienten muchos toreros por las imágenes de su devoción no es exclusividad de la capital hispalense, a lo largo y ancho de la geografía española encontramos otros muchos casos, como el del murciano Pepín Liria en su tierra donde también procesiona Pepín Jiménez; o el joven matador alicantino José Mari Manzanares en el Barrio de Santa Cruz, de donde procede su familia paterna, donde es costalero de la Hermandad de la Santa Cruz; en Zaragoza el diestro retirado el Tato, sin olvidarnos del diestro madrileño pero ciudadrealeño de adopción Víctor Puerto que acompaña al Stmo. Cristo de la Piedad por las calles de Ciudad Real.
Hay muchos más, tantos, que faltaría tiempo y papel para poder hablar de todos ellos, pero como muestra, un botón, lo anteriormente escrito da buena fe del vínculo tan estrecho que une y ha unido siempre dos hechos tan enraizados en la cultura española como son el arte de torear y el fervor religioso a través de la Semana Santa.