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17 agosto 2013

¿Cuál es el criterio de la presidencia? Ventura y Martín a hombros, Cartagena a pie

Los extremos nunca son buenos. No vale, ni el mucho de ayer, ni el poco de hoy. Hay que seguir un criterio e ir en la misma línea. Por qué ayer se concedieron dos orejas, a la par, sin transcurrir mucho tiempo de una a otra, y hoy se le ha denegado un justo trofeo a Andy Cartagena. ¿Con qué vara mide usted, señor presidente? ¿Cuál es el listón que se fija en cada corrida?  

Comenzaba la tarde con retraso, en lugar de iniciarse el paseíllo a las siete y media, lo hacía diez minutos más tarde.

Abría cartel Andy Cartagena que se topó con el mejor astado de todo el encierro. Lástima que fallara con el rejón de castigo y el triunfo se le esfumara. Muy predispuesto llegó Cartagena a Ciudad Real, con ganas de darlo todo, de dejar en la retina de los aficionados el toreo que siente con sus caballos. Un toreo que cala enseguida en el tendido, puesto que tiene ese don natural de llegar. De arrancar la ovación cuando sabe que ha clavado un buen rejón de castigo o unas buenas banderillas. Arriesgando y entregándose. Así pasó en su primer ejemplar. Destacando los pares al quiebro, donde citó en las distancias cortas. La pena el rejón de muerte que no terminaba de entrar, con tantas banderillas que llevaba el de Pallares en los lomos. El público agradeció su labor ovacionándolo. El toro fue aplaudido en el arrastre.

El cuarto, con el hierro de Benítez Cubero, tuvo que ser devuelto a los chiqueros tras el rejón de castigo, puesto que se quedó sin fuelle. Incomprensible también la tardanza de la presidencia en sacar el pañuelo verde, cuando lo que estaba en el ruedo era un toro inválido. Con el cuarto bis, del hierro de Pallares, Cartagena se tuvo que inventar la faena, hacer el esfuerzo de arrancarle las embestidas al toro, puesto que a pesar de salir con mucho gas, enseguida lo perdió. Andy Cartagena se acercó hasta la banda para pedir el pasodoble Paquito el Chocolatero y animar, de un modo, su actuación, acercarse a los sones de la música para arrancar al toro y así clavar las banderillas. Una faena que entusiasmó al respetable, pero parece ser que al señor presidente no le cuajó. Puesto que tras el rejón de muerte un poco trasero, se negó a conceder el segundo trofeo tan demandado por la afición. Una afición volcada en todo momento con el rejoneador, por el espectáculo que ofreció y el esfuerzo realizado. Incomprensible la actitud del usía, ya que si intenta ser estricto en unas cosas, en otras también lo debe ser. Por ejemplo, en cumplir el reglamento adecuadamente, ya que mucho de los astados se fueron al desolladero con más de seis pares de banderillas. Aparte de los permisos que brillaron por su ausencia en algunos pares de banderillas cortas y en la rosa. Con razón se llevó la bronca correspondiente. Una monumental bronca al arrastre del toro, otra al final de las dos vueltas al ruedo que dio Cartagena, y otra al finalizar la corrida. Tres broncas innecesarias, desde mi punto de vista y que afean la Fiesta. Cartagena no quiso recoger la oreja concedida y dio una vuelta al ruedo con su caballo y otra a pie.

El caballero Diego Ventura fue el triunfador numérico del festejo. Al igual que lo fue del toreo a caballo. Dio verdaderos muletazos delante de la cara del toro con sus equinos. Al quiebro puso la gran mayoría de banderillas en su primero, clavando al estribo. Aguantando mucho al toro, en una ocasión se le arrancó antes de lo esperado, sabiendo resolver la papeleta a la perfección. Dos orejas tras una brillante actuación.

Con su segundo volvió a templar al toro, con una elegancia y una clase. Arriesgando mucho con sus caballos, puesto que sabe con el material que trabaja. Unos caballos que pegan verdaderos muletazos delante de la cara del toro, les aguantan mucho y cuando el astado se acerca, le dan un quiebro que permite a Diego Ventura dejar un par en todo lo alto. Uno y todos los que puso. Muy trasero dejó el rejón de muerte, tan sólo paseó una oreja.

Miguel Ángel Martín volvía al coso capitalino, y en su feria grande, después de varios años de ausencia. Lo hacía con gran aceptación en el tendido, y puesto que sabía de la gran responsabilidad que tenía, por un lado torear con dos grandes y por otro en la plaza que tanto ha soñado volver, no podía perder la oportunidad. Y no la perdió, estuvo a la altura de la misma. Tal vez al principio le pesó la presión, puesto que se le notó el nerviosismo mezclado con la ilusión, pero en el que cerraba plaza supo templar los nervios y dejar una bella actuación, también estaba a lomos de su caballo estrella, Lagartijo, que templa como nadie a los toros, y los torea con gran clase.

Una oreja paseó Martín en su primero, un toro parado de salida, que despertó tras clavarle el rejón de castigo. No faltaron los pares a dos manos y al violín que le costaron por las dificultades que presentó el de Pallares al quedarse pronto parado.

En el que cerraba plaza se vio a un Miguel Ángel Martín más confiado y relajado, más entusiasmado y con ganas de salir por la puerta grande. Por ello a lomos de Lagartijo dejó lo mejor de su actuación. Oreja al esportón y puerta grande.