Leonardo Hernández, ovación y dos orejas.
Aníbal Ruiz, ovación y silencio.
Javier Castaño, dos orejas y dos orejas.
Cuadrillas: Se desmonteran en el tercero David Adalid, Marco Galán y Fernando Sánchez, en el quinto Óscar Castellanos y Miguel Ángel Ramírez. Y en el sexto, donde el público pidió un cuarto par, lo hacen David Adalid y Fernando Sánchez.
Qué gusto da ver a los tendidos emocionados, pero más gusto aún, si cabe, ver que los jóvenes se animan a ir a los toros, y es que con los precios que puso el empresario de la plaza de Alcázar de San Juan, Niño de Belén, quién se podía resistir a la tentación de ver un festejo de gran nivel.
Y el festejo tuvo el nivel que merece dicho coso. Un nivel que fue subiendo el voltaje por momentos. El único pero, que este año Aníbal Ruiz tuvo que abandonar el coso a pie por el mal uso con la espada. Y el punto negativo, al respetable, que muy respetuoso durante todo el festejo, pero mal al final, por la pitada sin motivos que le tributaron a Aníbal Ruiz tras abandonar el albero.
Estar anunciado Javier Castaño en cualquier cartel es garantizar el espectáculo. Y más aún desde que su cuadrilla diera la vuelta al ruedo en la primera plaza del mundo. En Alcázar no iba a ser menos, y el público sabía de los éxitos cosechados por el plantel de toreros que están a las órdenes de Castaño.
Salió el tercero de la tarde, un toro encastado al que Javier Castaño recibió a la verónica. Quitó Aníbal a la verónica, dejando una chicuelina muy ceñida. Tras desmonterarse la cuadrilla, Javier citó al toro en los medios, donde se le arrancó a su muleta. Un toro al que le bajó la mano y lo enganchó de muy adelante para llevarlo largo. Una tanda de magníficos naturales donde destacó la profundidad. Finaliza la faena por el pitón derecho y con la rodilla en tierra. Se cuadra para entrar a matar y al encuentro deja una estocada, un pelín desprendida, que le otorga pasear las dos primeras orejas de la tarde.
Al sexto lo recibe a la verónica. El público tras el espectáculo anterior en banderillas, donde Marco Galán brega, David Adalid y Fernando Sánchez son los encargados de poner banderillas, el público reclama un cuarto par, donde son los propios banderilleros los que se colocan el toro y se hacen los quites. Espectáculo en estado puro. Tras la ovación y el correspondiente saludo. Javier Castaño comienza su faena. Una faena donde prima la lentitud, puesto que la embestida del de Samuel es muy lenta. Eso le permite al torero arrimarse y ceñirse al animal. Toreo de calidad, de templanza y de sabor añejo, ya que toreó con la montera calada. Un gesto muy torero. Pinchazo y estocada tendida. Dos orejas y premio con la vuelta al ruedo al de Samuel Flores.
Leonardo Hernández acompañó en la salida a Javier Castaño, cortando dos orejas a su segundo enemigo. Con su primero falló con el rejón de castigo. A ambos ejemplares, de salida, les clavó dos rejones de castigo, para intentar arrancar la embestida de unos toros que para rejones no sirven. Se quedaban muy parados, desentendiéndose del caballo. Le costó a Hernández fijarlos a la grupa de sus cabalgaduras. En su primero puso banderillas al quiebro, citando desde las tablas para en los medios llegar al encuentro. Dos banderillas más a la grupa y las cortas al violín. Falla con el rejón de castigo en dos ocasiones, y tiene que descabellar otras dos veces.
En el cuarto estuvo más acertado. Tras clavar los dos rejones de castigo, volvió a clavar un par al quiebro. En círculo y con la cola de su caballo intentó encelar a un astado, que no prestaba mucha atención a lo que había a su alrededor. Al final consiguió clavar otras dos más. De nuevo cortas al violín y rejón de muerte en todo lo alto. Dos orejas.
Aníbal Ruiz no tuvo su tarde. El segundo de la tarde fue un toro avanto, que tardó en fijarse en el capote que le ofrecía el alcazareño. Quitó Castaño por tafalleras. Comenzó la faena en los medios con la diestra, llevando la embestida, embebiéndolo en la muleta. Por el pitón izquierdo el de Samuel iba peor y tuvo que cambiar pronto de mano. Pinchazo y estocada atravesada que hace guardia. Ovación.
En el quinto, parecía que Aníbal Ruiz iba a salvar la tarde, pero de nuevo el fallo con la espada le privó de abrir la puerta grande. Con el capote no se entregó el de Samuel Flores, fue con la muleta donde dejó constancia de la raza que llevaba. Doblándose con él comenzó Aníbal Ruiz la faena. Una faena de entrega en la que destacó una tanda por la derecha con profundidad. Pero el esfuerzo se vio malogrado a la hora de entrar a matar, que no hubo manera de acertar a la primera. Silencio.
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