Con media hora de retraso puesto que la uvi móvil no había llegado, daba comienzo el festival a beneficio del Cáncer que contaba con presencia de toreros jienenses. Un festival que tuvo una gran calidad artística, se vivieron momentos de gran toreo, de faenas que en ferias importantes tendrían una gran repercusión. El toro bueno sale donde menos te lo esperas y por ello hay que aprovechar todas las oportunidades.
Abría cartel Juan de Félix un torero con pintuería. De esa forma tan pinturera plasmó su toreo en el ruedo, dejando pinceladas con aroma que calaron en sus más fieles seguidores. Le tocó en suerte un ejemplar de Los Rodeos al que se le otorgó la vuelta al ruedo por su nobleza. Nobleza que le permitió pulsear al animal a gusto, templando los naturales. Más de media estocada dieron muerte al primer novillo. Dos orejas como premio.
Curro Díaz impregnó el tercio con un ramillete de verónicas con esencia de toreo de manos bajas, mentón en el pecho y de sentimiento puro. La inspiración siguió con la franela puesto que cuajó a un ejemplar de Los Rodeos que se dejó mecer en la bamba de la muleta del de Linares. Terminó con trincheras de gusto exquisito y torería. Y como el mejor escribano echa un borrón, Díaz lo echó con la espada, dejando después una estocada que le otorgó los dos apéndices.
Enrique Martínez "Chapurras" a pesar de no estar anunciado en los carteles, como a él le gustaría, estuvo a la altura de las circunstancias. Supo sujetar al novillo que al principio di muestrar de no querer saber nada del capote que le ofrecía Chapurras, al final entró en él. Con la muleta templó una faena que fue a más. Asentado en todo momento y metiendo al burel en las faldas de la franela. Mató de estocada que sirvió para cortar dos orejas.
David Valiente actuaba en casa y por ello desde el primer momento fue a darle a su público lo que esperaban que ofreciera, todo el espectáculo. Recibió con una larga cambiada para seguir lanceando a la verónica. Galleó por chicuelinas. Con un toreo más popular del resto de compañeros, más de llegar al tendido consiguió los máximos trofeos de la tarde, con un ejemplar que fue premiado con la vuelta al ruedo.
Quien bailó con la más fea fue Alberto Lamelas. Un novillo de hechuras muy distintas a sus hermanos de camada, con el que Lamelas lanceó con gran temple a la verónica. En los comienzos el novillo se dejó, quitó por gaoneras y también aceptó el capote, pero con la muleta se lo puso complicado. De primeras le costó al diestro meterlo en el canasto, pero los buenos toreros saben como conseguir que un toro que no ofrece posibilidades para el triunfo, puede ofrecerlo a base de pundonor y torería. Mató de estocada que quedó un pelín tendida y tuvo que utilizar en varias ocasiones el descabello llegando a sonar un aviso. Dos orejas paseó por el albero.
El novillero Francisco Castro tan sólo paseo un trofeo, estuvo firme durante toda su actuación. Un joven poco placeado que estuvo a la altura de las dificultades que presentó el novillo, dejando detalles de su forma de torear y su personalidad. Con la espada no tuvo su tarde. Le sonó un aviso antes de descabellar. Oreja.
Por su parte, Juan Ortega parecía que iba a cuajar una faena de los más deseada por el respetable, pero el novillo no quiso hacer de anfitrión. Muy templado lo saludó de capa. Cuando aparecieron los picadores en el ruedo el novillo cambio de forma radical, no quiso verlos, y ya con la muleta le costó a Ortega torearlo, tuvo que hacerlo donde el animal quiso, pegado a tablas y sin entregarse. Dos orejas.
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