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19 julio 2016

‘Los misterios del Quijote’ desvelan el grial en la palabra

La palabra es el grial concluye El Brujo en ‘Los misterios del Quijote’. Tantos años buscando el grial y resulta que el Quijote revela que la palabra es siempre un grial que hace poderoso al hombre. Pero no solo esa palabra lo hace poderoso sino la misericordia que encierra, y para rematar la luz que se encierra en la rosa que forma parte del montaje escénico.

Descubrir ahora a Rafael Álvarez ‘El Brujo’ no es un misterio, ya que todo el mundo sabe quién es éste actor de gran calado en el panorama teatral español. Lo que sí es un misterio es la obra que ha traído este año a la Antigua Universidad Renacentista de Almagro, una obra en la que la risa está garantiza, ya que este juglar de la palabra sabe sacarla del público. Desde el momento uno, se mete al espectador en el bolsillo, con simplemente pedir el aplauso en su salida. Un genio de la palabra que, como tal, seduce con sus misterios, no del Quijote, sino del propio Brujo.

Rafael Álvarez es un clásico en el Festival de Teatro Clásico de Almagro, este año no podía faltar, y mucho menos en el 400 aniversario de la muerte de Cervantes. Si ya por el año 2005 trajera ‘El ingenioso caballero de la palabra’ en esa ocasión, en el claustro de los Dominicos, con una función en la que hubo intermedio incluido, de lo extensa de la obra, puesto que trataba de la primera parte de El Quijote. No podía quedarse atrás en un año tan especial y no traer a escena la segunda parte de este ejemplar libro que nos presentó por entonces. 

De nuevo volvió a recordar a su padre cuando contaba las historias del Quijote, de quien escuchaba atento como cada noche que volvía de trabajar contaba una aventura. Pero no toda la obra se centró en lo que es la segunda parte en sí, como buen juglar supo entrelazar actualidad con contemporaneidad, embobando a un público que estaba entregado a todo lo que sucediera en el escenario, desde el vuelo de una paloma espontánea hasta el bonito tapiz que mostró en el ecuador de la representación de un don Quijote y Sancho Panza en árabe.

Una rosa blanca formó parte de la escenografía de la función, ella simbolizaba el centro de la luz, esa luz que nos muestra muchas veces el camino de la misericordia. Esa rosa envolvía parte de los misterios de este Quijote que nos trae El Brujo hasta las tablas del AUREA. Un Brujo en estado puro de efervescencia en el que mezclaba la actualidad del país con la de antaño, siglos atrás. Recordando como el año anterior ese mal entendimiento entre Rajoy y Montoro en cuanto al IVA en cultura.


Con un escenario, como el propio artista calificó de, minimalista, se desarrolla el monólogo de este genio de la palabra, que envuelve con cada sílaba al respetable, arrancando la carcajada más sincera. Entre palabras, música y baile muy del estilo de El Brujo transcurren los minutos sin perder de vista la puesta en escena que envuelve todos los rincones del AUREA. Durante tres días ha puesto el cartel de no hay billetes, lleno absoluto. Era difícil conseguir una entrada para ver a un actor que en cada representación embruja al respetable. Y el secreto no es otro que estar enamorado del público, es un amor correspondido, puesto que el espectador está enamorado de su talento.