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17 julio 2017

El juego áureo mexicano resplandeció en los rincones del Corral de Comedias

SEMILLAS DE LA FELICIDAD PARA TODOS LOS ESPECTADORES AL FINALIZAR LA OBRA

Mirar con los ojos cerrados para percibir la grandeza de la magia del teatro. Eso era lo que proponía Raquel Araujo, directora de ‘El divino Narciso’. Para poder disfrutar de la magnífica obra que trajeron al Corral de Comedias no sólo había que percibirlo con los ojos, sino con los sentidos. Muchas veces lo esencial es invisible a los ojos, como dijera ‘El Principito’. Música, baile, buen recital poético componían el conjunto de la obra.

El baile y el canto al Dios de las Semillas, el señor Huitzilopochtli, al comienzo de la obra logra mantener expectante al espectador, todo el conjunto es un compendio de un trabajo bien hecho y logrado. Una obra que ha tenido que ser adaptada a las dimensiones del Corral de Comedias, un juego con los espejos y una crítica de la conquista de América y Occidente.

Seis mujeres son las encargadas de dar forma a los personajes: Nara Pech, Liliana HeSant, Nicté Valdés, Gina Martínez, Sasil Sánchez y Patricia Pérez, que entretienen durante dos horas al público asistente. Ofreciéndoles una forma de hacer teatro en la que muestran la inteligencia e ingenio de Sor Juana. En ella se revela el arte de la métrica, ritmo y palabra con la simetría de los espejos en la que emerge la vigencia de sus textos.

Tras el primer acto la directora, Raquel Araujo, salió a hablar con el respetable y mostrarle la forma en la que deben ver la obra, con los ojos cerrados, con el alma abierta a ser sorprendidos por los textos de Sor Juana, ya que ella es Eco y Narciso. Aunque es Narciso al que siempre estamos buscando cada uno de nosotros. También quiso dedicar la obra a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa que aún sus familias siguen sufriendo por ellos. Mientras la directora hablaba el elenco de actrices ofrecía un chupito de Mezcal, la bebida típica de México que es muy parecida al Tequila.

Una obra rica en contenidos y con unos textos muy amplios, en algunas ocasiones, llegaron a hacerse pesados, bien por el calor sofocante o bien por la profundidad de los mismos. Aunque en el conjunto cabe destacar el gran trabajo de dirección y actoral. Donde el juego con los espejos hace ver el juego áurea que esta obra quiere reflejar.


Tras los aplausos las actrices junto con la directora ofrecieron a los presentes semillas de amaranto, la semilla de la felicidad para terminar la jornada con un buen sabor de boca.