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22 julio 2017

La argucia inteligente de Tristán para que triunfe el amor entre las distintas clases sociales

LA CONDESA DE BELFLOR Y TEODORO, SU SECRETARIO, PROTAGONIZAN UN FINAL PASIONAL

Cuando el prejuicio de las clases sociales está por encima de los sentimientos del ser humano, se desvirtúa el amor. El ingenio se agudiza siempre en las escalas inferiores para intentar aspirar a más. Y los de arriba caen en el engaño con tal de conseguir su objetivo. Este es el trasfondo que la obra de Lope, ‘El perro del hortelano’, se dibujó en las tablas del Hospital de San Juan. Una versión con una delicadeza sublime y una fuerza pasional.

Muchas versiones se han interpretado de ‘El perro del hortelano’ de Lope de Vega. Aunque la versión de Álvaro Tato nos sumerge en el Nápoles de la corte, con una delicadeza extrema conjugada con una fuerza tremenda en cada uno de los protagonistas. Todo viene marcado por la mano de Helena Pimenta que le imprime un carácter relevante a la hora de desarrollarse la trama.

Abrir una obra con música al compás de la coreografía de los actores es el sello de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, para romper con la acción que se va a desarrollar. La fuerza con la que irrumpe en escena Diana, quiebra la imagen de la dama indefensa. Cuando aparece con una espada al descubrir que hay intrusos en sus aposentos que no son otros que su secretario Teodoro y su fiel criado Tristán. Una obra envolvente que va tomando cariz y sumando la intriga a cada minuto que pasa.

El querer y no poder, el amar a un hombre que no está dentro de su estatus social, la de enamorarse y no dejar que su amado pueda disfrutar de las virtudes del amor a manos de otra. Como el popular dicho que ni come ni deja comer. Eso es lo que se desarrolla sobre las tablas. En la que destaca el juego escenográfico en la que a través de un cubo con puertas secretas se van sucediendo la aparición de los personajes.

Cabe destacar la magnífica interpretación de Marta Poveda, Rafael Castejón y Joaquín Notario, sin olvidarnos de la veteranía y serenidad que le confiere Fernando Conde. Son el eje y el motor de la obra. En la que giran el resto de los personajes. Esta comedia atrapa al espectador desde el primer momento, puesto que transmite hermosura, ternura, diversión, luz, oscuridad, es brutal y vibrante a la vez, a la par que triste y alegre, mezclando aristocracia con popularidad.

Claro cuando Teodoro se enamora de Diana se topa con el estigma social, para ello tiene a Tristán que urde un plan magnífico para conseguir que su amo sea conde, para ello habla con el Conde Ludovico, que da la casualidad que abandonó a un hijo y lo acoge sin ningún reparo. De este modo los dos pretendientes de la condesa de Belflor pierden su oportunidad. Al igual que la doncella Marcela que al final termina con Fabio.

Final feliz al son de Ti amo para recoger la clamorosa ovación que le tributó el público que acudió en la fresca noche almagreña a disfrutar de dicho espectáculo. Es más asistir a ver la Compañía Nacional de Teatro Clásico es sinónimo de opiniones conjuntas, de aprobar lo que se goza en una noche mágica.