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07 julio 2017

La espada poética de Cyrano cautivó el Narros

NOCHE DE LA NARIZ MÁS IMPORTANTE DE LA LITERATURA

Un soberbio José Luis Gil en el papel de Cyrano de Bergerac, no sólo, conquistó el corazón de Ana Ruiz como Roxana, sino que encandiló al público que llenó ayer el Espacio Miguel Narros. Esta versión dirigida por Alberto Castrillo-Ferrer nos acerca a un hombre que a pesar de esconderse detrás de una máscara humana, en esta ocasión Christian, interpretado por Álex Gadea, lo hace de una forma más cómica.

La fluidez del verso hizo que desde el primer momento el espectador entrara en la obra. Ser cómplice de una función es algo difícil de conseguir en estos tiempos que corren. Ese guiño que necesita el actor para fluir sobre las tablas es lo que el espectador regaló, en la noche de ayer, tras el incidente que ocurrió durante la representación del primer acto, en el que una persona sufrió un mareo. En escasos minutos se solventó, tras esos breves instantes de incertidumbre, se volvió a coger el ritmo de la escena.

Ritmo que duró en el transcurso de las algo más de dos horas que se escenificó la obra. Expectación que se iba creando en el devenir de la excelsa interpretación. Con un escenario movible los actores iban configurándolo en función de las necesidades de escena. Entre versos y cantos los minutos transcurren enamorándote, un poco más, si cabe, de un personaje con los complejos que pueda sentir cada ser humano, en un momento determinado de su vida. Esas inseguridades y miedos Cyrano las solventa con la fluidez de su pluma. Aún así, no tiene la seguridad de poder vencer esa barrera que su nariz le impone. 

Barrera que no es tal a la vista de su amada, puesto que el físico no es todo en la vida. Los sentimientos que fluyen del alma es lo que hace que un corazón crezca henchido de amor. A pesar del desenlace final tan triste, el humor que imprime el elenco de actores en cada acto, le da ese toque diferente a las anteriores interpretaciones de Cyrano que se hayan podido hacer a lo largo de los años, desde que Edmond Rostand lo escribiera. Y con el aval interpretativo de un genuino Gerard Depardieu, que pesa en la memoria de todos.

La música es una de los elementos característicos de esta obra. Cabe destacar la voz de Ana Ruiz que ella sola llena la escena. La obra se complementa con imágenes de antaño del propio Cyrano luchando contra cien enemigos. Y otras que nos sitúan en distintos años, como la que acontece tras la guerra, en el que transcurren 15 años, en los que todos reflejan el paso del tiempo en sus caras.

En esta versión, Cyrano le hace un guiño al Quijote, emulando al caballero de la triste figura en el final de sus días, donde su locura es más grande que su cordura. También destaca la obra que parte del verso que ha escrito Cyrano se lo haya robado Molière para escribir una obra.


En resumidas cuentas, una obra muy apetecible para degustar en una noche de verano en Almagro. En la que la diversión está asegurada a pesar del trasfondo de la obra. Y que gracias al gran elenco de actores que la componen hacen que el disfrute sea máximo. José Luis Gil está arropado en todo momento por Álex Gadea, Nacho Rubio, Joaquín Murillo, Rocío Calvo y Ricardo Joven, sin olvidarnos de Ana Ruiz como actriz protagonista. Todo ello llega de la mano del buen trabajo de su director Alberto Castrillo-Ferrer.