Un soberbio José Luis Gil en el
papel de Cyrano de Bergerac, no sólo, conquistó el corazón de Ana Ruiz como
Roxana, sino que encandiló al público que llenó ayer el Espacio Miguel Narros.
Esta versión dirigida por Alberto Castrillo-Ferrer nos acerca a un hombre que a
pesar de esconderse detrás de una máscara humana, en esta ocasión Christian,
interpretado por Álex Gadea, lo hace de una forma más cómica.
La fluidez del verso hizo que
desde el primer momento el espectador entrara en la obra. Ser cómplice de una
función es algo difícil de conseguir en estos tiempos que corren. Ese guiño que
necesita el actor para fluir sobre las tablas es lo que el espectador regaló,
en la noche de ayer, tras el incidente que ocurrió durante la representación
del primer acto, en el que una persona sufrió un mareo. En escasos minutos se
solventó, tras esos breves instantes de incertidumbre, se volvió a coger el
ritmo de la escena.
Ritmo que duró en el transcurso
de las algo más de dos horas que se escenificó la obra. Expectación que se iba
creando en el devenir de la excelsa interpretación. Con un escenario movible
los actores iban configurándolo en función de las necesidades de escena. Entre
versos y cantos los minutos transcurren enamorándote, un poco más, si cabe, de
un personaje con los complejos que pueda sentir cada ser humano, en un momento
determinado de su vida. Esas inseguridades y miedos Cyrano las solventa con la
fluidez de su pluma. Aún así, no tiene la seguridad de poder vencer esa barrera
que su nariz le impone.
Barrera que no es tal a la vista
de su amada, puesto que el físico no es todo en la vida. Los sentimientos que
fluyen del alma es lo que hace que un corazón crezca henchido de amor. A pesar
del desenlace final tan triste, el humor que imprime el elenco de actores en
cada acto, le da ese toque diferente a las anteriores interpretaciones de
Cyrano que se hayan podido hacer a lo largo de los años, desde que Edmond
Rostand lo escribiera. Y con el aval interpretativo de un genuino Gerard
Depardieu, que pesa en la memoria de todos.
La música es una de los elementos
característicos de esta obra. Cabe destacar la voz de Ana Ruiz que ella sola
llena la escena. La obra se complementa con imágenes de antaño del propio
Cyrano luchando contra cien enemigos. Y otras que nos sitúan en distintos años,
como la que acontece tras la guerra, en el que transcurren 15 años, en los que
todos reflejan el paso del tiempo en sus caras.
En esta versión, Cyrano le hace
un guiño al Quijote, emulando al caballero de la triste figura en el final de
sus días, donde su locura es más grande que su cordura. También destaca la obra
que parte del verso que ha escrito Cyrano se lo haya robado Molière para
escribir una obra.
En resumidas cuentas, una obra muy
apetecible para degustar en una noche de verano en Almagro. En la que la
diversión está asegurada a pesar del trasfondo de la obra. Y que gracias al
gran elenco de actores que la componen hacen que el disfrute sea máximo. José
Luis Gil está arropado en todo momento por Álex Gadea, Nacho Rubio, Joaquín
Murillo, Rocío Calvo y Ricardo Joven, sin olvidarnos de Ana Ruiz como actriz
protagonista. Todo ello llega de la mano del buen trabajo de su director
Alberto Castrillo-Ferrer.
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