ir arriba

25 julio 2017

Un pícaro que crea magia en las tablas a través de su verso

EN LA ÉPOCA QUE LAZARILLO IBA POR LA 'APIE 27'



‘La magia del teatro es la mirada del público’, frase de gran calado que pronunció El Brujo durante el intermedio de El Lazarillo de Tormés. Con más profundidad, si cabe, remató diciendo: ‘donde el público mira, surge una estrella’. Tan sólo un juglar, como es Rafael Álvarez, logra crear esa simbiosis con el espectador. Desde los primeros minutos arrancó los aplausos más sinceros que abarcaron toda su interpretación, cortándolo en más de una ocasión.


Tras veinticinco años de su estreno en Almagro, concretamente en el Corral de Comedias, este pícaro tan universal vuelve a escena. Rafael Álvarez ‘El Brujo’ recupera su Lazarillo de entonces para volver a interpretar su versión más fiel. Una versión escrita por el gran Fernando Fernán Gómez y que sigue vigente en nuestros días. A la que no le pueden faltar temas de actualidad, sobre todo los relacionados con la política.

La fuerza picaresca de saber reponerse es lo que le da sabor a una obra. De esa fuerza surgen las anécdotas. Cuando uno es un genio, tiene tablas de sobra, logra reponerse fácilmente y sacar la obra hacía a delante. Hacía varios años que El Brujo no interpretaba su gran obra, la que le llevó a convertirse en ese juglar que es hoy día. Esta pieza marcaría un antes y un después en su carrera. Tal vez por ello, ayer en algunas ocasiones se fue de escena, el propio Rafael lo reconoció. Aunque eso al respetable le dio igual, porque nadie como él crece tanto en el escenario, con errores incluidos, como él.

Desde sus penurias con el ciego hasta su llegada a Toledo, donde su amo es un escudero, pasando por el clérigo que termina descubriéndolo como si fuera la serpiente, narra a viva voz esas vivencias ‘El Brujo’. Vivencias, que van por sus aventuras o desventuras desde Salamanca hasta Toledo, que entremezcla con un giro de actualidad, en las que la política es el principal foco junto a las andadas de Lázaro. Si importante es el verso de Rafael, más importante es verlo gesticular, las caras que pone. Incluso con sólo gesto logra arrancar el aplauso más sincero. Es tal la compenetración que hubo en la Antigua Universidad Renacentista que entre carcajadas y aplausos se hizo muy liviana la representación.

Si de escenografía tenemos que hablar, volvemos al espacio minimalista que últimamente acompaña a éste sin par actor. Un escenario cubierto de velas, estratégicamente puestas, un banquillo, una vara, una bota y por último el baúl del clérigo que le ha acompañado durante estos 25 años de representación. Sin olvidarnos de los pantalones que lució allá por el año 1991 en el Corral de Comedias, que hoy día están en el museo que se exhibe en la iglesia de San Agustín, en la muestra ‘Festival de Almagro: 40 años vistiendo emociones’. Las luces juegan un papel fundamental dentro de las tablas, ya que con ellas se logra expresar distintos fenómenos meteorológicos, como es la lluvia con un halo de luz azul.

Ese misterio del teatro del siglo de oro español surgió en el AUREA. Surgió a través de la interpretación de ‘El Brujo’ que entre líneas dejó ver que esta famosa obra fue escrita para criticar los vicios y actitudes hipócritas de la época. Los mismos que hoy día se pueden ver a través de los políticos. No faltó mención ni para Ángela Merkel con referencia al escenario minimalista, como a Rajoy y Montoro con el asunto del IVA del teatro, que por fin, tras cuatro años se ha conseguido bajar. Donde más irrumpió la carcajada fue cuando dijo que tanto el Rey emérito como Rajoy necesitan intérpretes a la hora de hablar, y para ello iban a contratar a Ana Botella.

Momento especial se vivió en el intermedio. Rafael Álvarez quiso saludar a los espectadores y por ello bajó de las tablas para recorrer toda la sala. Subió hasta la última fila sin dejar de contar anécdotas que le ocurrieron en otras representaciones de esa misma obra. Cuando antes ofrecía vino en el descanso, en esta ocasión, al tener la bota seca, no pudo hacer lo mismo.


Clamorosa ovación cuando el baúl ocupó el centro del escenario y una luz lo iluminaba, de escena desapareció ‘El Brujo’ para dar su espacio a ese atrezzo importante en el transcurso de sus actuaciones. En tres ocasiones salió a saludar a los allí presente y recoger esa calurosa ovación que le tributaron. Cuando se es grande la magia surge e invade el alma del público. No sólo esa magia crea esa la mirada del espectador donde surge esa estrella, puesto que la estrella lleva años brillando con luz propia.