Sentarte en la butaca y disfrutar de una obra desde el principio es una
alegría para el espectador, pero mucho más para los actores y el director
puesto que es una recompensa al trabajo realizado. Eso fue lo que pasó en la
Antigua Universidad Renacentista ‘La cueva de Salamanca’ enganchó desde el
primer minuto. El metateatro gusta y de qué manera. Un acierto por dar ese aire
fresco a una obra clásica.
Encantado salió el público de la
Antigua Universidad Renacentista tras disfrutar de la obra ‘La cueva de Salamanca’.
Una obra de Juan Ruiz de Alarcón en la que Emilio Gutiérrez Caba se ha
encargado de dirigir y escribir la dramaturgia para cautivar al espectador, no
sé si los efectos de la magia que pululan por el escenario han sido los
causantes en conjunción con el buen trabajo del elenco de actores.
La obra en sí es un reflejo de
cómo los actores de pequeñas compañías se tienen que buscar la vida en otros
trabajos para poder subsistir. Con motivo del VIII centenario de la Universidad
de Salamanca este reducido grupo de actores buscan una obra para poder
presentar y ser seleccionada. Prueban con ‘La Fénix de Salamanca’ de Antonio
Mira de Amescua y ‘Obligados y ofendidos y gorrón de Salamanca’ de Francisco de
Rojas Zorrilla. Ninguna termina de llenarles. Mientras los actores ensayan es
el director desde una de las butacas del patio donde observa y los dirige.
Al final recuerda uno de ellos
haber leído una obra titulada ‘La cueva de Salamanca’ de más extensión que la
que escribiera Cervantes. Buscando en internet dan con ella y se ponen manos a
la obra a ensayar para llegar a tiempo a la presentación. Claro que llegaban a
tiempo con un año de antelación, es por ello que deciden cambiar de ubicación y
decantarse por el Festival más próximo, en esta ocasión el de Chinchilla.
El peso fuerte de la obra,
dejando atrás el metateatro, donde el espectador es participe de cómo se
prepara una función y lo que cuesta dar con las teclas perfectas para que el
conjunto de las mismas llegue a la butaca y llene la vista y el alma, es el
desarrollo de ‘La cueva de Salamanca’, fiel reflejo de la magia que se
practicaba por aquellos entonces, tanto la blanca como la negra. Y como fiel
reflejo la vida cotidiana de la época en la que ha querido ahondar el director.
No sólo de magia trata la obra también hay amor.
Cabe destacar la escenografía de
SUSO33 y Alfonso Barajas, donde tan solo cortinas pintadas forman parte de la
representación de cada lugar en concreto. Gran belleza y originalidad. El
vestuario pasa desde actuar con ropa normal a la propia del siglo en el que fue
escrita. Y qué decir del elenco de actores, en los diversos papeles que han
interpretado lo han bordado desde Eva Marciel pasando por María Besant, Daniel
Ortíz, Juan Carlos Castillejo, Chema Pizarro y finalizando con José Manuel
Seda.
Obra muy recomendada coproducida
por la Compañía Nacional de Teatro Clásico, VIII Centenario de la Universidad
de Salamanca y la Compañía de Salvador Collado (Euroscena).
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