Así es como terminó el público, del Espacio Miguel Narros,
al termina su actuación Concha Velasco, rendida a sus pies. Grande en las
tablas y grande en humanidad, puesto que se tomó la molestia de parar la gran
ovación, que le estaban tributando, para agradecer a los presente como se había
sentido en el escenario. Incluso durante la interpretación se olvidó de dónde
se encontraba. Un lujo el poder haber disfrutado de una gran obra, que siendo
un monólogo la expectación ha sido máxima y eso gracias a una gran actriz como
lo es ella: Concha Velasco, una reina sobre las tablas.
Reina Juana es un monólogo sobre la vida de esta reina, que
durante 46 años estuvo encerrada en el castillo de Tordesillas, donde a la edad
de 76 años falleció. Concha Velasco interpreta el papel con una gran
magistralidad total, dándole ese toque de dureza y pureza cuando la ocasión así
lo requería. Un papel creado para la fuerza de esta mujer en el escenario, que
aunque no ha sido reina como su personaje, lo ha sido, en muchos sentidos
literarios de la palabra, en su vida y sobre todo, lo es en las tablas de
cualquier teatro.
Concha Velasco interpreta uno de los papeles más
significativos de su carrera. Un papel que lleva de un gran esfuerzo, porque
mantener al espectador vibrante durante hora y media en sus butacas no lo
consigue cualquiera, sólo un monstruo del escenario como es Concha. A la misma
edad que la Reina Juana murió en Tordecillas da vida a su última confesión,
dónde narra todos los vericuetos de su larga vida de encierro.
Por todos es sabido que la hija de Fernando e Isabel, los
Reyes Católicos, estaba loca, pero no hay loco más cuerdo que el que dice la
verdad, el que se revela ante todo y muestra cierto carácter fuerte para su
época. De lo que pecó es de estar loca de amor, ese fue su gran error. Época en
la que las mujeres no tenían ni voz, ni voto, daba igual que fueras Reina no
no, prueba de ello es que nunca la dejaron gobernar, por las ansias de poder
que los hombres de su vida tenían. En primer lugar su padre Fernando El
Católico, para posteriormente ser su marido Felipe de Hamburgo, más conocido
como Felipe el Hermoso el que se opusieran a que ella reinara. A él lo
sucedería su hijo Carlos I y en último lugar, su nieto Felipe II. Cuatro
hombres que le privaron de una vida, de estar rodeada de su familia y de su
pueblo. Fueron 46 años de encierro para una persona de gran vitalidad, muy
diferente a la época que le tocó vivir.
Con un escenario muy sobrio, como sobrio fue su encierro en
aquel castillo de Tordesillas, Reina Juan confiesa todos los sentimientos que
ha albergado durante su reclusión, sentimientos que expresa ante su confesor,
que en esta ocasión es el público soberano el que la escucha atentamente.
Tanto Ernesto Caballero, al haber mostrado el lado más
humano de esta reina desconocida por todos, como Gerardo Vera, al dirigir una
obra de tal magnitud, nos han mostrado una cara muy diferente de los
sentimientos de una Reina. Una Reina encarnada por una Concha Velasco que le ha
dado la fuerza y la garra que el personaje requería en cada momento.
Una obra que no hay que dejar de ver y más cuando una actriz
de la categoría de Concha Velasco es la primera vez que actúa en la cuna del
teatro, como es el Festival de Teatro Clásico de Almagro. Esa oportunidad no se
puede dejar pasar. Si rizamos más el rizo decir que ha recibido el premio
Corral de Comedia un día antes de su función. Con ese aval, el éxito está
asegurado, y así fue. Gran ovación y el respetable en pie para premiar el
esfuerzo realizado y el gran trabajo de la actriz.
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