Si le preguntan a los novilleros de esta tarde por el
balance de la misma, lo más seguro que su respuesta sea: “novillada para el
olvido”, menos Emilio Bresó que tuvo la suerte de toparse con un quinto que
embistió. Un oasis entre tanto desierto. Siempre dicen que no hay quinto malo,
y en esta ocasión así fue. La historia pudo cambiar, porque desde luego podría
escribirse historia de un encaste que no se deja engañar.
Dentro de tanto desierto, el aficionado que se congregó para
disfrutar de una tarde en la que había mimbres de sobra, para ver un toreo de
calidad, se tuvo que ir del coso con un sabor agridulce. Tan sólo tres orejas
se cortaron a lo largo de la tarde, y fue en el ecuador de la novillada. Mucho
peligro los novillos de Buendía. El “¡uy!” era la voz que se alzaba en el
tendido cada dos por tres, en lugar del “¡olé!” que debería corear cada rincón
de la plaza. Ya se sabe que el toreo es imprevisible, y cada tarde es
diferente.
Verde color de la esperanza, así era el terno de los tres
novilleros de esta tarde. Color por el que apostaron para enfrentarse a sus
enemigos, esos santa colomas que imprimían respeto, porque tan solo su capa, ya
es sinónimo de tener ese aire de picante, pero a estos les faltó esa casta de
toro bravo. Aunque se desentendían de la muleta pero ojo, no había que
perderles de vista ni descubrirse ya que a la mínima se colaban para enganchar.
O sino que se lo digan a Pablo Aguado o a Emilio Bresó que en el primero y
segundo han estado a merced de los pitones de sus enemigos.
Si hablamos de avisos la tarde ha estado plagados de ellos
puesto que aparte de no poder torear a gusto, ya que en el segundo muletazo
salían con la cara en alto, para matar han sido imposible, había que lanzarse
al vuelo y pillarlos desprevenidos, que sino no se dejaban.
No todo ha sido negativo, también se han visto las buenas
maneras de Pablo Aguado, esa templanza y saber estar ante sus dos enemigos. La
calidad de sus muletazos y la personalidad a la hora de torear. Por ello ha
cortado una oreja en el cuarto.Por su parte, Ángel Téllez tan sólo se ha podido
lucir en el tercero dejando un buen comienzo de faena con temple, ya que con el
sexto ha quedado prácticamente inédito.
Emilio Bresó cuajó la mejor faena de la tarde con el que
salió en quinto lugar. Asentó las zapatillas y le conjugó tandas por ambos
pitones dejando su sello amanoletado impreso en el albero. Manoletinas de
cierre como sólo él sabe dar. Estocada que le sirvió el corte de las dos
orejas. En su primero nada que destacar puesto que la condición del novillo fue
nula.
Ficha del festejo
Pablo Aguado, saludos en el tercio tras aviso y oreja
Emilio Bresó, silencio tras dos avisos y dos orejas
Ángel Téllez, saludos desde el tercio y silencio tras aviso.
Se lidiaron seis novillos de la ganadería de Joaquín Buendía
descastados salvo el quinto.
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