Con gran éxito conquistó los corazones de los espectadores la mestiza
Francisca Pizarro Yupanqui, que aunque no fue reina en Perú, lo fue por unas
horas del Corral de Comedias. Divertida y entretenida la obra dirigida por Yayo
Cáceres y texto de Julieta Soria. Una obra que invita a desconectar y pasar un
grata agradable viendo sobre las tablas a Gloria Muñoz y Julián Ortega.
La música llena cada rincón del
Corral de Comedias para dar la bienvenida a Mestiza, que no es otra que
Francisca Pizarro, la hija del conquistador español Francisco Pizarro. En su
jardín de su casa de Madrid donde vive recluida, ya que allí es libre entre “el
susurro de las flores y el murmullo de la brisa que se escucha en el jardín”.
Allí aparece un joven Tirso de Molina para entrevistarla con la excusa de
escribir una obra sobre su vida. Una vida en la que fue hija de princesa inca y
terminó sin reinar en su país.
Francisca se deja convencer por
Tirso y termina narrándole su historia desde que sus padres se casaron hasta
que fue traída a España a la muerte de sus padres. Allí recibió correspondencia
de los distintos reyes que gobernaron en el país natal de su progenitor,
empezando por Carlos I de España y V de Alemania que la envió a Castilla.
Estuvo en Sevilla donde la Giralda al ser cristiana y mora le pareció como ella
cristiana e inca. Después Felipe II la mandó a Mediana del Campo a casarse con
su tío Hernando. Su estancia en el castillo no fue nada agradable a pesar de
tener hijos. Cuando muere su tío es cuando ella vuelve a nacer y es en el
Madrid de Lope donde renace con un nuevo amor más joven que ella. Aunque
recibió críticas por doquier al tener sangre de conquistadores y sangre de
incas, allí la llamaron mestiza.
Toda esta historia se entremezcla
con la música de Manuel Lavandera y la voz de Silvina Tabbush, que en algunas
ocasiones el son y el estilo te recordaba a Ron Lala, sin llegar a ser ellos,
aunque dos de sus componentes estén involucrados en la obra con Yayo Cáceres en
la dirección y Álvaro Tato como asesor de dramaturgia.
Historia fresca y divertida en la
que al final tras ser ordenado Tirso de Molina como sacerdote vuelve al jardín
de Francisca para presentarle el libro que la Inquisición entre unas cosas y
otras ha dejado, sin llegar a contar su historia realmente, ya que, “hablar de
mujeres era ofender a los hombres”. Y otros motivos más por lo cual apenas sale
ella y menos es la protagonista.
Aunque a veces se le fue el texto
a Gloria Muñoz su maestría en las tablas le hizo salir de la situación y
solventar la escena como si no pasara nada. Una actriz con recursos y saber
estar en el escenario. La escenografía adornaba las tablas del Corral con un
simulacro de jardín con un banco y macetas. A la izquierda del espectador un
baúl donde Francisca guardaba sus recuerdos, y a la derecha dos sillas para
completar la escenografía. Y un elemento clave, el botijo del que dio buena
cuenta Francisca, muy español y que no puede faltar en un jardín en esta época
del año.
Gran ovación con el público en
pie fue la que recibieron todos. Puesto que el conjunto de la obra hizo las
delicias del espectador.
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